GANADERÍA
PERSPECTIVAS
El último reporte del año del ROSGAN proyecta menos producción de carne vacuna y la prevalencia del negocio exportador frente a un mercado interno debilitado.
SE ESPERA un mayor nivel de retención por parte del criador, y el consecuente fortalecimiento de las invernadas pastoriles. Pero habrá que ver hasta qué punto podrá hacerlo, en un marco de costos crecientes y escasas reservas financieras luego de un año que, para muchos, significó una fuerte descapitalización. FOTO / Revista Campo Andino & Agroindustria.

Una zafra probablemente más lenta, menos terneros ingresando a los sistemas de engorde a corral y una salida de hacienda para faena que no replicaría parámetros históricos de estacionalidad, hacen prever una menor oferta de carne vacuna en 2024.
Es lo que surge del análisis de María Julia Aiassa en el último reporte del año del Mercado Ganadero de la Bolsa de Comercio de Rosario (ROSGAN), en el que no descarta un escenario en el cual la exportación siga ganando participación, frente a una demanda interna debilitada, que podría retroceder a niveles inferiores a los 45 kilos per cápita/año.
La analista puntualiza que, en ganadería «las proyecciones de la oferta suelen contar, en general, con un mayor grado de certeza que las de la demanda». Es así, porque «gran parte los factores que condicionan la disponibilidad de hacienda futura se manifiestan a través de los hechos ocurridos en los ciclos precedentes».
A diferencia de ello, «la proyección de la demanda resulta más compleja puesto que, si bien existen tendencias de consumo que se sostienen en el mediano y largo plazo, tienen mucha más incidencia las decisiones de compra que se toman en lo inmediato, en especial en ciclos como los actuales, con tantas variables de la macro y de la microeconomía tratando de hallar un nuevo equilibrio».

LA ECUACIÓN debería volver a inclinarse a favor del invernador pastoril, a quien el costo por kilo de carne ganado le resulta sustancialmente más barato».
Aiassa recuerda que, por el lado de la oferta, queda atrás un año fuertemente afectado por la seca, lo que ha dejado como resultado una importante caída en las pariciones y en los destetes logrados, menor productividad de carne y mayor extracción de hacienda, en especial de hembras.
A su vez, apoyado en un cambio de escenario político y económico como así también climático, es esperable observar un mayor nivel de retención de hacienda por parte del criador, según la lectura de la asesora del ROSGAN.
«Sin embargo -agrega- aun dentro de un contexto esperable de mayor retención, no es posible precisar el grado de retención que logre realizar el productor en un marco de costos crecientes y escasas reservas financieras provenientes de un año que para muchos significó una fuerte descapitalización».
Por parte del engordador, «con una mayor oferta forrajera en los campos y con un precio del maíz cotizando a un dólar mucho más competitivo para la exportación, la ecuación debería volver a inclinarse a favor del invernador pastoril» a quien el costo por kilo de carne ganado le resulta «sustancialmente más barato».
Este retorno a las invernadas pastoriles, «alteraría a su vez la estacionalidad con la que ingresaría esta hacienda terminada, en especial viniendo de un año de fuerte protagonismo del feedlot por la grave situación que atravesaron los campos».
En concreto, «por el lado de la oferta podemos anticipar una menor disponibilidad de terneros para engorde, una zafra posiblemente más lenta en la medida que el criador logre retener mayor tiempo esos terneros y una salida de hacienda terminada que también podría ver ligeramente alterada en su estacionalidad, producto de la diversidad de resultados que generan estos sistemas menos intensivos».

PROYECCIÓN. El próximo ciclo parece reflejar un marco más favorable a la exportación que al consumo doméstico. No se descarta un escenario en el cual la exportación siga ganando participación de mercado.
Aiassa apunta que «en números generales, este año estaríamos terminando con una faena total en torno a los 14,5 millones de cabezas y una producción de carne cercana a los 3,3 millones de toneladas, limitada por una merma no menor en el peso medio logrado por res».
Para el próximo ciclo, en cambio, «considerando la menor cantidad de terneros que estaría ingresando a los sistemas de engorde, y una moderada retención de vientres, estimamos que el nivel de faena en 2024 podría resultar inferior a la de los últimos dos años, situándola preliminarmente en torno a los 13,2 millones de cabezas».
Sobre esta base, y «asumiendo una ligera recuperación de los pesos medios de faena producto de las mejores condiciones climáticas, proyectamos una producción anual de carne vacuna cercana a los 3 millones de toneladas, 300 mil toneladas menos respecto de las que se lograrían este año» arriesga la especialista.
Resume que, por el lado de la oferta, en términos generales, el escenario proyectado nos remite a cifras similares a las de 2021, año caracterizado por una marcada restricción de oferta.
Desde el punto de vista de la demanda, en tanto, «el contexto es muy diferente» apunta el análisis. Recuerda que hace dos años, saliendo de la pandemia, «el consumo era incentivado de manera generalizada por los gobiernos, como mecanismo para redinamizar la actividad económica».
«Los precios internacionales de la carne vacuna habían reflejado entonces fuertes incrementos, una tendencia que terminó quebrándose a partir del segundo cuatrimestre de 2022, con el derrumbe del mercado chino», agrega.
En el plano local, «disociándonos drásticamente de aquel favorable contexto, en mayo de 2021 el gobierno argentino decidió cerrar las exportaciones de carne vacuna». Aplicó «una política comercial fuertemente restrictiva e intervencionista, diametralmente opuesta a la -a priori- postulada por la actual Administración».
Por otra parte, «el consumidor local también es muy diferente al de aquel entonces, que ante aumentos en los precios seguía mostrando una fuerte resistencia a bajar su consumo». Hoy, advierte, «no está claro cuánto más pueda resistir sin comenzar a restringir su ingesta de carne» .
«Si bien los procesos inflacionarios suelen generar fuertes desequilibrios en términos de prioridades de consumo, el reciente ajuste que acabamos de ver en los precios de la hacienda producto de un consumidor sumamente reticente a convalidar las últimas subas, nos da una primera señal de la respuesta que podríamos esperar por parte del mercado local en los próximos meses», admite Aiassa en su comentario.
En lo que respecta a la exportación, reconoce que la devaluación del peso le aportó competitividad al sector. Pero «no está claro» dice, cuánto podría tardar en erosionarse esa mejora cambiaria frente a «costos internos viajando a tasas de inflación mensuales de dos dígitos».
Pese a esa incertidumbre, «nuestra proyección para el próximo ciclo refleja un marco más favorable a la exportación que al consumo doméstico», dice le reporte. De manera que «no descartamos un escenario en el cual la exportación siga ganando participación de mercado».
El consumo local, en cambio, «se perfila como el segmento más debilitado pudiendo incluso llegar a retroceder a niveles inferiores a los 45 kilos per cápita» . Pero admite que «aún son demasiadas las variables que restan definir en este nuevo escenario macroeconómico planteado tras el cambio de gobierno».
«Si bien desde la oferta podemos proyectar con mayor grado de certeza un escenario de menor disponibilidad de carne, no es posible al momento ofrecer el mismo grado de precisión respecto a la dinámica de ajuste que planteará la demanda», finaliza el reporte del ROSGAN que firma María Julia Aiassa.
ESCENARIO GANADERO 2024 MARÍA JULIA AIASSA ROSGAN