
AGROINDUSTRIA
COYUNTURA
En plena cosecha y elaboración, las fábricas trabajan al 60% de su capacidad, en una temporada que no termina de conformar a industriales ni a productores.
DESTINO. La Industria espera elaborar entre 75 y 80 millones de latas con 820 gramos de mitades de duraznos en almíbar. Alrededor de un 30% de la cosecha, en tanto, tendrá por destino el concentrado, que se exporta en aproximadamente un 90%.
Tras haber terminado de procesar las variedades más tempranas, la industria del durazno comienza a ingresar a sus plantas las de más tamaño y mayor rendimiento, en una temporada que podría dejar a todos con sabor a poco.
A los productores, no muy conformes con los precios; y a los industriales, con la incertidumbre de afrontar un consumo interno deprimido y problemas de competitividad para abordar mercados del exterior.
Unos y otros, afinando el lápiz, porque los costos de producción primaria y de elaboración han crecido más que los precios. Todo ello, en un escenario imprevisible en el corto y mediano plazo, dado por la compleja realidad global y, sobre todo, ante una errática política económica nacional que «nos tiene viviendo al día».
Esto último decía Raúl Giordano, presidente de la Cámara de la Fruta Industrializada de Mendoza (CAFIM), que fue reelecto al frente de la entidad por los siguientes dos años, a partir de octubre pasado.
En diálogo con Campo Andino, Giordano resumió la marcha de la temporada al señalar que «el durazno Pavía Catherina fue cosechado casi en su totalidad, y ahora estamos empezando la semana de cambio de variedad, con Carson y Bowen como las más representativas».
La cosecha «viene relativamente bien; con Pavía Catherina algo chico (pero es normal en esa variedad), y las que siguen ahora, con más tamaño -como generalmente ocurre- y por ende con mayor rendimiento kilos/latas elaboradas».
La producción de fruta de esta temporada «está casi igual o un poco por encima de la del año pasado, porque previo a la campaña anterior habíamos tenido heladas más generalizadas, pero en kilos, han quedado más que la temporada anterior» apuntó el dirigente.
Recordó que «el pronóstico del Instituto de Desarrollo Rural para este año, dio 105 millones de kilos (contra los 97 de la emprada anterior), pero creemos que, si el clima no provoca más daños hasta fin de cosecha, vamos a estar en 110 a 115 millones de kilos».
Esto equivale a «entre un 8% a 10% más que lo que se terminó cosechando el año pasado… lo cual no es significativo, porque hemos tenido producciones muy por encima de ese volumen», señaló.
En cuanto a frutos cosechados, pero afectados por heladas, «hay daño, pero no exagerado; hay un porcentaje, pero no va a afectar de manera relevante el rendimiento en fábrica».
Con este panorama, aseguró que la Industria está trabajando de manera fluida, sin los cuellos de botella que solía tener otros años a esta altura (en los últimos diez días de enero), «porque la cosecha viene demorada».
Pudo sortear el momento «con muy poca acumulación de kilos en frío» (que incrementa los costos). De manera que «las fábricas, por el momento, vienen procesando con relativa normalidad, algunas un poco más, otras un poco menos…».
Reconoció que las plantas fabriles están con capacidad ociosa. «Las fábricas están trabajando al 60% como máximo», precisó. Pero despejó dudas respecto del destino de la producción, al señalar que «no va a quedar fruta en el campo».
Según Giordano, la Industria espera elaborar «entre 75 y 80 millones de latas» con 820 gramos de mitades de duraznos en almíbar (el durazno al natural).
Esto -que incluirá algo para cóctel (poco, en relación con las mitades)- representaría alrededor del 70% de la fruta que se espera cosechar. El resto -frutos chicos o dañados por granizo- tendrá por destino la elaboración de concentrado, preferentemente, producto éste que se exporta en un 90%.
El presidente de la CAFIM remarcó que «los temas agrícolas e industriales, medianamente, están en sus cauces normales». Pero hay otras cuestiones que están en el centro de las preocupaciones del sector industrial del durazno. «Como siempre -dijo- los problemas son otros, como los comerciales, los económicos, los financieros…».
Precisó, en ese sentido, que «en el mercado interno, desde octubre venimos con un achatamiento del consumo de todos los alimentos, en general, inclusive un producto de consumo masivo (de la propia industria) como es un puré de tomate en tetra». Eso hace que haya «mucho carry over en los supermercados».
El hecho que el sector comercial esté con stock de arrastre, acumulado de la temporada previa, repercute adicionalmente en el plano financiero. Porque «no están interesados en hacer pre-compras», y esa operatoria ha sido, desde hace años, una vía por la cual la Industria financiaba al menos el inicio de la elaboración, que demanda inversiones muy elevadas.
Los gerentes de compras de las grandes superficies están esperando que bajen sus stocks. De hecho, «puede verse en las góndolas una lata de duraznos a $ 300, $350, alguna en $ 400, cuando el costo de producción (sin utilidad para la fábrica) está cercano a los $ 280», advirtió.
El presidente de la Cámara de la Fruta Industrializada de Mendoza apuntó que «tendría que estar saliendo de fábrica a $ 320». Por lo que, «si se tiene en cuenta impuestos y ganancias para la cadena de distribución y ventas, una lata tendría que estar a $ 700 al público», estimó.
Por eso es que «las empresas han tomado el recaudo de elaborar todo lo que puedan sostener financieramente, sin meterse en créditos». Una alternativa que sería de muy alto costo… si es que estuviera disponible.
«Porque -razonó el dirigente- cualquier elaboración de…. un millón de latas (por poner un número), a razón de $ 250 por lata (forzando el costo al mínimo) demanda una inversión de $ 250 millones, y difícilmente haya un banco que preste esa plata hoy, para producir».
De todos modos, y si bien las fábricas -en general- han acotado sus planes de producción, Giordano aseguró que esa limitación está dada por el volumen de fruta producida, y no por restricciones financieras.
En efecto, confirmó que la capacidad ociosa podría llegar a superar el 40% esta temporada, pero remarcó que «es por la cantidad de materia prima (un volumen mucho menor que otros años, aunque esté algo por encima que el anterior), y por un mercado interno bastante deprimido».
RAÚL GIORDANO. «Los fabricantes y los productores están buscando un equilibrio que, en la mayoría de los casos, se está logrando» (…) «No va a quedar ningún kilo sin procesar, ni ninguna fábrica sin hacer una lata de durazno».
Por otra parte, el acceso a mercados del exterior se ve dificultado. Las empresas del sector venían exportando «entre 10 y 15 millones de latas», aunque «para estar estabilizados considerando el consumo en el mercado interno, tendríamos que estar arriba de 20 millones», explicó el dirigente.
Pero «está muy complicada la exportación, por el escaso margen que hay entre el precio internacional, la paridad cambiaria y los costos de producción», afirmó.
Sobre esta última variable, aclaró «no solamente por la materia prima, sino también por el azúcar, por la mano de obra, por los costos de los repuestos de las máquinas, y el incremento de gastos generales».
A eso le suma que, con el actual precio internacional, y un dólar (liquidado al exportador) «de 180 ó 185, básicamente, estamos vendiendo casi al costo, a lo que hoy cuesta hacer una lata en la Argentina».
De modo que «en el mercado externo, por el momento al menos, no hay negocios rentables». Aclaró que «lo que se envía es para cumplir compromisos», sobre todo «algunos exportadores que tengan materia prima a mejor costo, porque la producen».
Recordó que «el año pasado se exportó porque habían subido los precios internacionales (hasta alrededor de USD 18 / USD 19 la caja de 12 latas de 820 g) por problemas de producción en Grecia y en China».
Pero «después volvió a bajar, y ahora está otra vez en USD 15 la caja de 12 latas». Este año «tendremos que esperar la cosecha de ellos, en agosto, para ver qué panorama tendremos hacia adelante».
Sobre los términos de esa ecuación, «si tenemos en cuenta que el costo de producción de cada lata equivale a USD 1,10 ó USD 1,15…». La conclusión que deja flotando, es que, supongamos a un promedio de USD 1,125, el costo de las 12 latas sumaría USD 13,5. Con lo cual, la diferencia positiva equivaldría a la doceava parte del precio de venta en el exterior (ni el 10%).
Aparte, los imponderables. Sobre esto, Giordano apuntó que «en algunos casos hubo que importar una máquina o repuestos para alguna máquina y hubo que pagarlo con alguno de los dólares financieros, que están muy por encima del oficial».
A pesar del panorama planteado, con un horizonte de exportaciones también menguadas, Giordano admitió que «esto, mañana, puede cambiar (con un dólar más competitivo, por ejemplo)». «No digo que la divisa tenga que ser de $ 350 (relación dólar-peso), pero tampoco en 180, porque si lo comparamos con la inflación, es evidente que no es real».
Es que «están manejando la macroeconomía de una forma totalmente imprevisible, y en una situación así, nadie -en cualquier negocio que esté- sabe qué hacer, a qué atenerse», se quejó Giordano. Eso hace que, «cada vez que alguien va a activar un proceso económico -y mientras está en marcha- tiene que estar permanente atento variables muy diversas -además de las que son propias del proceso productivo, que son muchas- para no equivocarse».
La macroeconomía «no nos toca solamente a los empresarios, sino a todos los habitantes de la República Argentina», advirtió; «estamos viviendo el hoy, sin saber qué vamos a hacer mañana; estamos viviendo al día, y si mañana no tenemos… ya veremos qué hacemos».
Como casi invariablemente ocurre a esta altura de la temporada, el referente de la Industria evitó dar precisiones ante la consulta sobre precios pagados al productor.
Por supuesto que, a pesar de conocer de antemano la respuesta, esta pregunta siempre estuvo (y estará) presente, en los diálogos entablados en este momento, en medio del ritmo febril de cosecha y elaboración. Ello, a pesar de saber que, por lo general, la CAFIM hace un balance de fin de temporada, y es en ese momento cuando se pueden tener precisiones (al menos, desde ese lado del mostrador).
Pero, si bien nos interesa saber qué pasó, también nos interesa saber qué está pasando… aunque demos por descontado que “fracasaremos con todo éxito”. Hay que reconocer, sí, la buena disposición -invariable, siempre- de Giordano, para responder a todo. En este caso, a la manera de la Industria, cuando se trata de hablar de precios, en plena temporada.
Esta es la versión 2023 de la respuesta: «Algunos definen precio… pero hay que sacar un promedio al final de la temporada. Los precios son algo elevados, comparados… no con la inflación, sino con lo que cuesta elaborar, y con lo que cuesta vender el producto final. Entonces, prefiero no dar números que, en realidad, no están cerrados todavía. Pero digamos que los precios al productor son altos y relativamente rentables».
Agregó que «los fabricantes y los productores están buscando un equilibrio que, en la mayoría de los casos, se está logrando, porque hay relaciones no sólo comerciales, sino también relaciones humanas, de respeto mutuo», dijo Raúl Giordano, y cerró: «no va a quedar ningún kilo sin procesar, ni ninguna fábrica sin hacer una lata de durazno».
JUAN MANZANO. «La modalidad que se impone es un precio de $ 150 el kilo en un pago (…), para los primeros días o mediados de marzo. La otra, para terminar de cobrar a fines de mayo-junio, a $ 180 el kilo». FOTO/Revista Campo Andino.
Al parecer, los productores tenían una expectativa de precios más altos que los que, probablemente, terminen consolidándose para esta campaña. Juan Manzano, fruticultor con explotación en Villa Seca, Tunuyán, dijo a Campo Andino que esperaban un valor «muy cercano a los $ 200 por kilo» de durazno de primera, «teniendo en cuenta la inflación que tuvimos desde la cosecha pasada». Pero ese número no llegó.
«La Industria ofreció, en principio, una base de $ 180, y hoy se está hablando de valores que bajan hasta $ 150 el kilo». Además, parecía que arreglarían «plazos de pago cortos, pero…», lamentó el productor del Valle de Uco.
Esos plazos cortos consistirían en «un anticipo, y liquidar todo a un mes de finalizada la cosecha… a fines de marzo o abril, cancelar la operación». Manzano apuntó que esas condiciones están más o menos generalizadas. «Hay un acuerdo tácito entre las fábricas, y cuando uno consulta sobre las condiciones generales, la respuesta es la misma: ‘lo que pague el resto’, dicen. Es una forma de dejarlo sin definición».
Resumió que «por lo que sé hasta hoy, la modalidad que se impone es un precio de $ 150 el kilo, en un pago que podríamos considerar relativamente corto, para los primeros días… o mediados de marzo». La otra, «para terminar de cobrar a fines de mayo-junio, a $ 180 el kilo».
Reconoció que, previo al inicio de cosecha, en la «mesa de precio del durazno de industria (donde participan entes privados y gubernamentales), se hablaba de valores muy bajos, de $ 130 a $ 140».
Después, «siempre sale alguna fábrica a mejorar el precio, y en este caso, la empresa que concentra el mayor volumen de compra puso $ 180 como base». Según dijo Manzano, ningún otro establecimiento salió a pagar eso. «Por la información que he recogido, están en 170; 160; 150… pero han ido bajando la expectativa», indicó el referente valletano.
Juan Manzano recordó que «el año pasado el precio al productor anduvo en torno a los $ 90 a $ 100 el kilo» de durazno de primera. Explicó que la expectativa inicial que tenían de percibir $ 200 el kilo, respondía al «incremento muy importante, en dólares que tuvieron los insumos» para producir.
Puso como ejemplo el precio de la bolsa con 50 kg de urea, que toman como referencia para seguir la evolución del costo de los fertilizantes. «Pasó de los $ 4.500 a fines del 2021 o principios de 2022, a $ 10.000 y hasta $ 12.000 en marzo, y ahí más o menos de mantuvo un par de meses». Después, «en junio-julio, cuando parecía que bajaba un poco, tuvimos el problema con el dólar, que volvió a disparar los precios».
Resumió que «ningún fertilizante aumentó menos del 100% en dólares, y en agroquímicos la suba fue menor, 10%, 15%, 20% en dólares… y a eso hay que sumarle la actualización del tipo de cambio», indicó.
Además, «el costo del combustible y otros insumos, como la tarifa de energía eléctrica (aunque esto es muy variable)», en este caso, para productores que riegan con agua de perforación o complementan, con ella, la dotación superficial.
En el final, un par de datos que, como al pasar, surgieron durante el diálogo tanto de Giordano como de Manzano, con la Redacción de Campo Andino. Son señales que dan la pauta de cómo podría estructurarse la actividad, con qué actores, en no mucho tiempo. El tema da para largo, pero sólo lo dejamos expuesto.
El presidente de la CAFIM reveló, ante nuestra consulta, que hoy en día entre el 40% y el 45% del durazno procesado es producido por los industriales, en sus propias plantaciones; y que «en los próximos tres años esa proporción va a estar por encima del 60%».
En paralelo, el tunuyanino de Villa Seca Juan Manzano, advirtió sobre lo que, para simplificarlo, podríamos rotular como éxodo generacional. «Los productores sub 40 -dijo- están migrando hacia otras producciones; están plantando nogales, haciendo chacra…».
Seguramente en otra oportunidad volveremos sobre este punto que, dicho sea de paso, no es excluyente de este sector de la producción agrícola de Mendoza. Son claras las señales en el sentido de una transformación hacia un escenario donde, ya, hay menos actores.
CAFIM COSECHA 2023 DURAZNO DE INDUSTRIA DURAZNO EN ALMÍBAR DURAZNO PARA INDUSTRIA DURAZNOS DE MENDOZA JUAN MANZANO RAÚL GIORDANO