GANADERÍA
POLÍTICAS
Lo plantearon durante el Congreso que realizaron en La Pampa. Temen que quiera transferirles responsabilidades que «son del Estado». Aparte: una promesa de «desburocratizar», que alimentó la esperanza de los mendocinos.
HORACIO SALAVERRI. El presidente de CARBAP fue contundente al señalar que «cuando no hay, de parte de los gobiernos, un abordaje de las situaciones que es necesario resolver, ahí aparece la propuesta de que nos hagamos cargo». FOTO / Revista Campo Andino & Agroindustria.

El 12° Congreso de Entes y Fundaciones de Sanidad Animal, realizado la semana pasada en La Pampa, mostró un punto de roce entre esas instituciones privadas (que ejecutan los planes sanitarios en el territorio de cada provincia) y el Servicio Nacional de Sanidad Agroalimentaria (SENASA), que es el ente estatal rector en materia fitozoosanitaria en Argentina.
El asunto en cuestión -entre muchos otros- fue tema de conversación en distintos corrillos que se armaron durante cada break, y hasta quedó plasmado en las conclusiones.
E inclusive fue planteado con mayor contundencia -al margen de los apuntes que guiaban la exposición final- por quienes oficiaron de voceros en el Plenario de cierre de este encuentro -organizado por Confederaciones Rurales Argentinas y coordinado por CARBAP (la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa)- que reunió a unos 200 representantes institucionales y técnicos de los entes sanitarios de medio país.
Para no dar muchas vueltas (al menos en estos primeros párrafos), cabe adelantar que el entredicho está relacionado con la idea del SENASA de replantear los convenios con esas organizaciones, de manera que acepten asumir roles que trasciendan lo estrictamente sanitario.
La iniciativa oficial se enmarca en el enfoque denominado «Una Salud», o «Una Sola Salud», que baja hacia los países proveedores de alimentos, por el impulso inicial de tres organizaciones que integraron, en su momento, el denominado Grupo Tripartito: la Organización de las Naciones Unidad para la Alimentación y la Agricultura (FAO); la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA, lo que antes era la Organización Internacional de Epizootias) y la Organización Mundial de la Salud (OMS). El Grupo se amplió en marzo de 2022, cuando el Programa de las Naciones Unidad para el Medio Ambiente (PNUMA) firmó el memorando de entendimiento.
Básicamente, Una Sola Salud (OHHLEP, por sus siglas en inglés) es un enfoque orientado a mantener el equilibrio -de manera sostenible- entre la salud de las personas, los animales, las plantas y el medio ambiente en general, por entender que son interdependientes.
Partiendo de esos fundamentos, apuntan -entre otros objetivos- a proteger la salud (esa sola salud, como concepto integrador); apoyar la gestión y conservación de los recursos naturales; fomentar la adaptación al cambio climático y la mitigación de sus efectos; y combatir la resistencia -de los organismos patógenos- a los antimicrobianos (RAM).
Este modo de ver las cosas ha empezado a reflejarse en exigencias que imponen algunos países y bloques comerciales (en particular la Unión Europea) para poder seguir ingresando alimentos a sus mercados. En este caso, la carne.
Esas exigencias están relacionadas con buenas prácticas, en general (bienestar animal; uso restringido de ciertos medicamentos, etc.) y con un marco normativo que penaliza, por ejemplo, la tala de bosques para desarrollar emprendimientos ganaderos y las emisiones de carbono por encima de ciertos límites.
Se estima inclusive que, en un futuro no muy lejano, estas restricciones podrían hacerse extensivas a la huella hídrica, esto es, cuánta agua consume el proceso productivo; lo que será cotejado con el nivel de tolerancia establecido (unilateralmente) por los países o bloques que eventualmente decidan imponer esa condición.
Como esto puede parecer demasiado teórico (aunque está ahí, y no sería prudente soslayarlo), podríamos bajar un primer peldaño para señalar que ese enfoque da lugar a una serie de acciones, como las que apuntan a la prevención y control de la inocuidad de los alimentos (o sea, que lo que comemos nos alimente y no nos enferme); de enfermedades transfronterizas; de las zoonosis y de la resistencia a los antimicrobianos (a los antibióticos, básicamente, utilizados en el proceso de producción de carne aviar, porcina y vacuna).
Por eso es que esos organismos internacionales plantean, como prioridades, mejorar los sistemas de alerta temprana, fortalecer la bioseguridad en la gestión de enfermedades (y de plagas también, en el caso de la producción agrícola), etc.
Pero todo ello bajo el paraguas de la protección del medio ambiente, de manera tal que las prácticas de producción agropecuaria garanticen la biodiversidad, el uso racional del agua y la preservación del suelo para asegurar la sostenibilidad de los sistemas agroalimentarios.

RODOLFO ACERBI. El vicepresidente del SENASA dijo que el negocio tiene tres componentes: salud humana, animal y ambiental. «Podemos aceptarlos o no, pero esto está instalado en el mundo y nos va a tocar a nosotros». Admitió que «no son temas puramente sanitarios», pero subrayó que «se trata de poder vender o no poder vender». FOTO / Revista Campo Andino & Agroindustria.
Esto viene en serio; y se refleja en términos de política comercial global. Consecuentemente, baja en línea directa a los gobiernos de países proveedores de alimentos y, cuando desde los ámbitos oficiales miran hacia abajo, buscan el apoyo de quienes están en el territorio.
En efecto, desde el SENASA están tratando que los entes y fundaciones empiecen a ocuparse de estos temas. Más aún, proponen «que los entes no se llamen más entes sanitarios, sino que pasen a llamarse entes para una salud, de manera que integren los conceptos de medio ambiente, salud pública y salud veterinaria«.
Es lo que planteó Rodolfo Acerbi, vicepresidente del SENASA (máxima autoridad del organismo presente en el Congreso de La Pampa). Insistió durante su exposición -e inclusive en el diálogo que mantuvo con Campo Andino- en que, aunque el mundo ha reconocido el estatus sanitario de Argentina, ahora «nos plantea un desafío mayor», que se manifiesta en «palabras como medio ambiente; ganadería sustentable; ganadería sin desforestación… y no es para vender más, sino para poder vender».
Sabiendo del recelo con que se observa esa iniciativa desde el sector privado, Acerbi aseguró que «no traemos nada bajo el poncho, simplemente se trata de seguir trabajando en Aftosa y Brucelosis, y dejar abierta una ventana para que, entre los períodos vacunales, toda esa fuerza de vacunadores, paratécnicos, veterinarios, estén capacitados en otras enfermedades para que, cuando tengamos una emergencia, como la tuvimos con Influenza Aviar, podamos rápidamente recurrir a ellos para tareas de asistencia, de vigilancia, de diagnóstico…».
Pero esas expresiones no alcanzaron a tapar el ruido que provoca el tema ambiental. Del resto, se puede hablar. De hecho, los voceros que expusieron las conclusiones durante el Plenario de cierre del Congreso señalaron que hubo consenso, en general, en la necesidad que los entes y fundaciones recojan el guante que les arrojó el SENASA y sumen, a su actividad, asuntos relacionados con alertas tempranas para conjurar los riesgos derivados de la eventual presencia de otras enfermedades.
Sin ir más lejos, pudimos corroborarlo dialogando con el vicepresidente de la Fundación COPROSAMEN (de Mendoza), Marcelo Valot, quien entiende razonable evaluar, junto con las demás instituciones que conforman la COPROSA de su provincia, la posibilidad de asumir el compromiso de ir más allá del rol de la Fundación como ente ejecutor de las campañas de vacunación.
Valot dijo a Campo Andino que «es posible considerar nuestra inserción en un sistema de alerta temprana o algún otro procedimiento de política sanitaria, teniendo en cuenta que hay situaciones que no podemos desconocer».
Mencionó, en ese sentido, «la emergencia sanitaria por la presencia de Influenza Aviar en Argentina; la vigencia de un Plan de Contingencia ante el eventual ingreso de Peste Porcina Africana (que afortunadamente no está en el país) o el riesgo que representan la Triquinosis y la Hidatidosis, por poner algunos ejemplos».
En ese punto, Marcelo Valot hizo un paréntesis para señalar que, «por ser Mendoza una de las provincias con mayor cantidad de caprinos, como ente sanitario nos gustaría trabajar -junto a la hidatidosis- en reanudar la vacunación de las cabras contra una zoonosis como la brucelosis, (que dio tan buenos resultados que llegó a reflejarse en la disminución de casos en humanos, particularmente en los niños) porque estamos corriendo el riesgo de perder todo lo logrado».
De todos modos, volviendo a la propuesta del ente estatal nacional, el vicepresidente de la Fundación COPROSAMEN remarcó: «Habrá que ver qué propone concretamente el SENASA, en qué términos debería darse nuestra participación y cuál sería el alcance de nuestra función; si será necesario capacitar a la gente que sale al campo; si esa tarea va a demandar algún recurso financiero adicional… Pero, en principio, se puede conversar».
Sobre el cierre del Plenario -dicho sea de paso- los voceros que expusieron las conclusiones fueron claros al señalar que cualquier nuevo acuerdo «deberá surgir del consenso entre las fundaciones, los productores y el SENASA, y no venir impuesto» por el ente estatal.
«El ámbito adecuado de discusión sobre nuestro rol en relación con nuevas enfermedades, nuevos protocolos y nuevas exigencias para acceder a los mercados, es el de las COPROSAs, por dos razones», dijeron los expositores.
«Una, que nuclea a más actores, lo que permite ampliar -con otros enfoques- la visión lineal que pueda surgir del organismo nacional. La otra, es que tiene mucho que ver con la voluntad política de los gobiernos provinciales, a la hora de darles sustento a estas discusiones».
MARCELO VALOT. El vicepresidente de la Fundación COPROSAMEN (Mendoza) dijo que «es posible considerar nuestra inserción en un sistema de alerta temprana o algún otro procedimiento de política sanitaria». Aunque, «habrá que ver qué propone concretamente el SENASA, en qué términos debería darse nuestra participación». FOTO / Revista Campo Andino & Agroindustria.

Pero el vicepresidente del SENASA insistió en meter en la bolsa al tema ambiental. Rodolfo Acerbi dijo que el negocio tiene tres componentes, «que podemos aceptarlos o no aceptarlos, pero esto está instalado en el mundo y nos va a tocar a nosotros».
Por un lado, la salud humana, para prevenir las zoonosis. Por otro, la salud animal. En este caso, aparte de la exigencia obvia de proveer carne de animales libres de enfermedades, está la restricción al uso de antibióticos en las raciones de los pollos, de los cerdos y del ganado vacuno, en los feedlots.
Pero también está la salud ambiental. «Hace 8 años que McDonald’s les exige a sus proveedores de carne que le entreguen un producto libre de desforestación; y la Unión Europea lo va a imponer como obligatorio a partir del 1° de enero. Nos puede gustar o no, el tema es si lo vamos a cumplir como proveedores», señaló el funcionario.
Admitió que «no son temas puramente sanitarios«, pero subrayó que «se trata de poder vender o no poder vender». Entiende que «lo podemos tomar como una crisis o como una oportunidad», y convocó a «trabajar todos juntos».
Horacio Salaverri, presidente de CARBAP, no le esquivó el bulto a este tema. En diálogo con Campo Andino, el dirigente agropecuario remarcó, en primer lugar, que «en Argentina se trabaja bien».
Admitió, no obstante, que «es válido que haya países que tengan exigencias medioambientales y sanitarias, que debemos cumplir» para poder venderles. Pero aclaró que «a veces son barreras para arancelarias, comerciales, sin fundamento técnico o científico».
Por eso cree que «Argentina debe abordar el tratamiento de las condiciones que tengan fundamentos científicos, y cumplirlas; pero en el caso de las que son impuestas como barreras comerciales, la charla tiene que tener otras características y Argentina deberá fijar posición, porque tampoco es posible que se interfiera el libre comercio sin fundamentos razonables«.
Sobre la iniciativa del Servicio de Sanidad y Calidad Agroalimentaria de proponer nuevos roles para los entes y fundaciones de sanidad animal, «creo que debemos plantear algunos reparos«, dijo Salaverri.
Considera que «hay que separar la responsabilidad, de una obligación que uno pueda tomar». Puso énfasis al señalar que «la responsabilidad siempre sigue siendo del Estado nacional; el Estado nacional tiene la responsabilidad sobre la cuestión sanitaria animal».
«Nosotros -agregó- podemos ser un brazo ejecutor y colaborar a través de las fundaciones, pero, si hay algunos reparos… es porque no está claro cuál es el límite, hasta dónde podemos abordar nosotros el problema. Esa divisoria tiene que ser clara hacia adelante», sentenció.
Durante el Congreso, Salaverri había dicho que «cuando no hay, de parte de los gobiernos, un abordaje de las situaciones que es necesario resolver, ahí aparece la propuesta de que nos hagamos cargo».
Entiende que «todo esto deberá tener un proceso de maduración», de «interacción con los distintos gobiernos para ir entendiendo cuál es la capacidad de cada uno de nosotros y cuál es la responsabilidad, porque en muchas de estas cuestiones la responsabilidad claramente es del Estado argentino, y no de nosotros».
En el Plenario durante el cual fueron expuestas las conclusiones del Congreso, hubo expresiones contundentes, en igual sentido que lo planteado por el presidente de CARBAP.
«Es utópico pensar en nuevos roles para las fundaciones», dijeron los voceros, refiriéndose a los que exceden el ámbito de lo sanitario. Porque entienden que «el SENASA real», particularmente en algunas zonas del país (lo remarcaron) no se corresponde con «un SENASA ideal; con una visión de Estado y no de gobierno» como lo había planteado en la primera jornada del Congreso el vicepresidente del organismo, Rodolfo Acerbi.
Creen que eso, sobre todo, es lo que «genera un poco de reparo». Además, «en la relación con el SENASA siempre sobrevuela en todos nosotros el permanente pase de roles del sector público al sector privado«. Cerraron ese punto advirtiendo que «hoy, el SENASA real dista mucho de esa visión a futuro, para que todos nos sintamos integrados».

NÉSTOR GÓMEZ. El tesorero de la COPROSAMEN dijo que desarrollaron una aplicación -compatible con el sistema contable de la Fundación- para llevar control de vacunas y confeccionar el acta de vacunación en el móvil. «Pero el SENASA no nos autoriza a usarla porque mantiene vigente una vieja resolución», lamentó. FOTO / Revista Campo Andino & Agroindustria.
Lo cierto es que ese punto fue claramente el que generó reparos al momento de debatir los cinco temas que estaban en la agenda del 12° Congreso de Entes y Fundaciones de Sanidad Animal realizado al promediar la semana pasada en el Predio de la Sociedad Rural de General Pico, al Noreste de La Pampa.
Los delegados, repartidos en 17 mesas de trabajo, analizaron -por ejemplo- las relaciones de esas organizaciones con las COPROSAs (las comisiones de sanidad animal de sus respectivas provincias) y con el SENASA que (salvo excepciones, en algunas zonas del país) no presentaría mayores inconvenientes.
Se planteó, asimismo, la necesidad de diseñar un protocolo que establezca el procedimiento a seguir en casos de mortandad de animales en el acto de vacunación, de manera que cada uno de quienes participen en la campaña tengan asignado expresamente su rol y delimitadas sus responsabilidades.
El otro orden, trataron el potencial de las fundaciones para generar información sectorial. Por ejemplo, proyección del stock ganadero, eficiencia reproductiva, índice de preñez, porcentaje de destete.
Además, la posibilidad de realizar encuestas (junto con las campañas de vacunación) para reunir datos sobre prácticas de manejo como estacionamiento del servicio, inseminación a tiempo fijo, realización de tactos, disponibilidad y estado de infraestructura de manejo, situación de caminos rurales…
En fin, una serie de cuestiones vinculadas con el relevamiento de información sobre manejo de los establecimientos ganaderos y situación de la infraestructura productiva que, en realidad, en el caso de la provincia de Mendoza, ya se viene realizando sobre la base de un sistema en el que interactúan la propia Fundación, el Cluster Ganadero de Mendoza, la Dirección de Ganadería de la Provincia, el INTA y la Universidad Nacional de Cuyo, entre otras instituciones.
Hablando de Mendoza, nos quedamos en la provincia cuyana. En realidad, con la palabra de otro de los dirigentes que representaron al sector privado mendocino en el Congreso de La Pampa.
Esto puede interpretarse como que cada quien escucha lo que quiere escuchar o, en este caso, aplicar lo que escucha, a su realidad. Porque la verdad es que, todos quienes estuvimos ahí… lo escuchamos.
Lo escuchamos a Rodolfo Acerbi, asegurar -para tranquilidad de los presentes- que «estamos para facilitar las cosas»; que «el SENASA tiene que ser parte de la solución«; que «no tiene que ser un obstáculo» (…) «Basta de papeles, de burocracia. Hay que ser ejecutivo, hay que ir a los resultados».
Estas palabras fueron música celestial para los oídos de Néstor Gómez, tesorero de la Fundación COPROSAMEN. Es el responsable de los números, del orden administrativo de la institución y, por lo tanto, esta promesa de facilitar las cosas y de ir a los resultados… le encendió una luz de esperanza. No sabemos si lo que dijo el funcionario nacional aplica para resolver que nos planteó Gómez. Pero, así como nos lo contó, lo contamos aquí.
«Hace tres años que venimos desarrollando una aplicación para poder llevar el control de vacunas y confeccionar el acta de vacunación en el teléfono móvil y, además, disponemos de la tecnología para imprimir el acta en el campo», explicó el tesorero de la Fundación mendocina en diálogo con Campo Andino.
«De hecho -agregó- este año hicimos una prueba piloto con cinco impresoras; pudimos imprimir las actas en el campo, sin inconvenientes; y dejarle una copia al responsable del establecimiento».
Ocurre que «el SENASA no nos autoriza a usar nuestra aplicación porque mantiene vigente una vieja resolución según la cual el original del acta (que debe ser confeccionada por triplicado) y las copias, deben estar impresas en papel de tres colores distintos, y nuestras impresoras emiten un ticket», explicó Gómez.
Lo cierto es que, «aunque el acta que estamos en condiciones de imprimir contiene toda la información que exige la normativa vigente, y esa información puede ser cargada sin inconvenientes en el SIGSA (el Sistema Integrado de Gestión de Sanidad Animal), el SENASA no la considera como válida».
Esto tiene una implicancia que, para la COPROSAMEN, es lo más relevante, según el tesorero de la Fundación. «La particularidad que tiene nuestra aplicación respecto a la del SENASA, es que está compatibilizada con nuestro sistema contable, y la del SENASA no, lo cual nos va a entorpecer el trabajo«.
«Nuestro desarrollo -siguió- está vinculado con nuestro sistema de facturación; nos permite llevar un registro de los productores que vacunaron y un control -en tiempo real- de dosis aplicadas, el stock de dosis en poder de cada vacunador y la actualización automática del número total de dosis en existencia; cargar automáticamente cada una de las prestaciones de los profesionales para consolidar luego la liquidación de honorarios…”.
Eso «no podríamos hacerlo con el sistema que impone el SENASA, que debería entrar en plena vigencia en 2024». Por eso «planteamos que no debería obligarnos a utilizar su aplicación, que no es compatible con nuestro sistema contable«.
Habrá que esperar hasta el 2024 para saber si la realidad se corresponderá con la esperanza del señor Gómez, o si la promesa de desburocratizar para facilitar las cosas no es aplicable a su reclamo, y no le quedará más remedio que multiplicar por 2 parte del trabajo, poniendo a su gente a cargar manualmente la información en el sistema oficial.
CARBAP ENTES Y FUNDACIONES DE SANIDAD ANIMAL FUNDACIÓN COPROSAMEN HORACIO SALAVERRI MARCELO VALOT NÉSTOR GÓMEZ RODOLFO ACERBI SENASA