GANADERÍA
TECNOLOGÍAS
Productores de toda la región llegaron a General Alvear convocados por el Grupo CREA Pehuenche para conocer la experiencia de «selección por funcionalidad» de ganado vacuno desarrollada en el establecimiento «La Marina».
CRÍA Y RECRÍA es el principal objeto productivo de la empresa familiar que lidera el médico veterinario Gabriel Corvalán. En «La Marina» trabajan sobre un rodeo seleccionado de Angus negro, con un manejo que apunta a lograr animales adaptados a una zona difícil, como es la de Punta de Agua, en el límite entre Mendoza y La Pampa. FOTO / Revista Campo Andino & Agroindustria.

Llegaron de toda la provincia. Eran más de 60. Algunos deben haber recorrido mucho más de 400 km por territorio mendocino para llegar… al medio de la (casi) nada. El Grupo Ganadero CREA Pehuenche había convocado a una reunión abierta en «La Marina» un establecimiento enclavado en pleno semiárido, en Punta de Agua.
Hay que andar unos 120 km por la Ruta Nacional 143, hacia el Sur de la Ciudad de General Alvear, hasta un punto que en la zona es conocido como «la faja negra», unos 500 metros que separan las jurisdicciones de Mendoza y La Pampa que (así como ocurre con el agua) parece que discrepan con la tierra, y no se han puesto de acuerdo dónde está el límite entre una y otra, al menos en ese punto de la vasta geografía que comparten.
Lo cierto es que, a esa altura de la 143, hay que salir de la ruta, trasponer el Arroyo de la Barda cruzando el histórico «Puente de los Vinchuqueros» (que perdió el cartel que lo señalaba) y andar unos 50 kilómetros hacia el Oeste por una huella muy difícil de transitar. Luego de haber abierto y cerrado 14 tranqueras, se recorta el casco de «La Marina» .

APRONTES. A punto de emprender camino -hacia el Oeste- el ingeniero Mariano Amuchástegui (del Cluster Ganadero de Mendoza) verifica que la carga esté segura… porque nos esperan 50 km muy difíciles de transitar hasta llegar a «La Marina».
Parte del campo está dentro de Mendoza. Otra parte, en jurisdicción pampeana. Por supuesto que la mentada faja negra pierde sentido en este punto. Al fin y al cabo, es otro ejemplo de que, mientras la Política y la Academia siguen entretenidas en sus interminables (y estériles) discusiones, en el territorio hay gente que trabaja y produce.
El traqueteo y el polvo acumulado durante el viaje no desanimaron a los ganaderos que llegaron ávidos de información, al sur mendocino, desde el Este y el Norte de la provincia, del Valle de Uco (en el Centro-Oeste), y de los sureños departamentos de San Rafael y General Alvear.

LA NATURALEZA impone duras condiciones para producir en el semiárido. Junto con las dificultades, crece la demanda de información por parte de los productores, sobre experiencias que puedan acelerar los tiempos de mejora.
La convocatoria tuvo el apoyo del Cluster Ganadero de Mendoza que, en distintos escenarios, promueve acciones -como las que dieron sentido a la reunión de Punta de Agua- contempladas en el «Plan de Mejora Competitiva del Sector Ganadero Bovino» de la provincia andina, con horizonte al año 2030.
En el caso de este encuentro en el secano, acompañarlo cobra especial sentido, considerando que «la cría bovina en Mendoza está fuertemente condicionada por las escasas precipitaciones y por la estacionalidad de las lluvias» nos decía durante un break Roberto «Panchi« Ríos, director de Ganadería de Mendoza, quien también asistió a la Jornada en representación del Ministerio de la Producción de la provincia andina.
«Esta situación restringe -en unas zonas más que en otras- la disponibilidad de pasturas y, por lo tanto, la capacidad de carga de los campos. De manera que las estrategias de manejo del pastizal y del rodeo surgen como herramienta indispensable para sostener la actividad en el secano semiárido», comentaba el ganadero de San Rafael que puso circunstancialmente en pausa su condición de productor para aceptar el desafío de la función pública en el área que le es propia.
Así, debido al marcado condicionamiento que impone la naturaleza, crece la demanda de información sobre estos temas, y, experiencias como la que desarrollan en «La Marina», concitan el interés de productores ganaderos de toda la provincia.
ROBERTO «PANCHI» RÍOS. El director de Ganadería de Mendoza remarcó que las estrategias de manejo del pastizal y del rodeo surgen como herramienta indispensable para sostener la actividad en el secano semiárido. FOTO / Revista Campo Andino & Agroindustria.

Lo cierto es que la gente se juntó en el Sur porque el Grupo CREA Pehuenche convocaba a una reunión abierta en el campo ganadero de Gabriel Corvalán (médico veterinario, y proveedor de insumos, en General Alvear), que lleva adelante el emprendimiento familiar junto con su hijo, Facundo Corvalán, y la ingeniera agrónoma Ivana Stefanazzi.
En diálogo con Campo Andino, Gabriel Corvalán señaló que «hacemos cría, recría y producción de toros… para nuestro rodeo y algo para la venta, pero el fuerte nuestro es la cría y la recría» . Trabajan con un rodeo seleccionado de Angus negro, con un manejo que apunta a lograr «animales adaptados a una zona…que está en el límite de lo posible», aclaró.
Al momento de salir al mercado, «vendemos novillitos y vaquillonas para engorde, y los toros y las vacas de descarte, vacas vacías y vacas viejas… y a veces algunas vacas viejas preñadas, en su última cría». Pero «nunca vendemos vientres; las hembras que consideramos aptas, quedan como vientres para nuestro rodeo».
Ivana Stefanazzi acotó, sobre este punto, que «hacemos la selección de las recrías de las hembras en el campo; y lo que no pasa esa selección, para nosotros es descarte y va al mercado».

NUNCA venden hembras como vientres. Las que consideran aptas, quedan como madres para el rodeo de cría de «La Marina».
Al momento de exponer ante los asistentes, Corvalán había puesto énfasis en el concepto de la selección por funcionalidad, como planteo tecnológico de su proyecto productivo.
Sobre este punto, y en el diálogo con Campo Andino, aclaró que «lo que buscamos es un tipo de animal que sea funcional al ambiente en el cual nosotros estamos produciendo», y remarcó: «El campo es éste, lo que tenemos para producir es ésto. Entonces, lo que cabe plantearse es: ¿Qué ganadería podemos hacer acá?».
Por eso, «lo primero fue hacer un estudio profundo del lugar, para determinar con el mayor nivel de detalle posible cuál es el ambiente, cuáles son los recursos que tenemos, y después (algo que parece lógico, pero no siempre ocurre) poner un animal que funcione en este sistema».
A partir de ahí, «aplicamos una serie de mediciones, eliminamos los vientres que no queden preñados, y trabajamos en un rodeo cerrado, determinando cuáles son los animales superiores para multiplicarlos, dentro del rodeo».
Respecto del criterio aplicado a la selección, la ingeniera Ivana Stefanazzi puso el acento en dos atributos. «Los ejemplares que quedan en el rodeo -indicó- son, por un lado, los más precoces» que son identificados a través de la medición y registro de distintas variables.
En este sentido, «hay un seguimiento de los vientres para determinar si se preñan todos los años -y si no se preñan, según el caso, podremos darle otra oportunidad, con otro tratamiento- y un seguimiento de las crías de cada madre para medir cuánto pesaron a nacer, y cuánto al destete» .
La otra condición tiene que ver con el peso de cada animal, y sus chances de seguir en el sistema. «Pero no prevalecen los que más pesan -advirtió- sino los que mantienen su peso más estabilizado ante las diferentes condiciones del campo. Podríamos decir que, los que quedan, son los que menos pierden peso».
Este manejo tiene que ver con la ganadería de precisión, en el sentido que es una variable mensurable. «Efectivamente -dijo Stefanazzi- esto hay que observarlo y medirlo en cada animal y, por supuesto, registrarlo» .
Pero reiteró que «no medimos ganancia de peso en sentido convencional, sino como la evolución del peso de los animales».
La profesional subrayó que «vamos haciendo un seguimiento continuo de cada animal a través de su vida, y lo vamos evaluando; y los parámetros que fijamos como objetivo son los que tenemos en cuenta para decidir si lo dejamos en el plantel o pasa al rodeo general y sale del sistema».
En realidad, «son decisiones relativamente sencillas, pero no siempre se toman… o no se toman a tiempo», lamentó la profesional.

EMPRENDEDORES. Gabriel Corvalán e Ivana Stefanazzi llevan sus capacidades y su esfuerzo al límite, para sostener su proyecto en una zona donde, si hay una actividad posible, es la ganadería… siempre y cuando se ajuste al máximo cada detalle para que resulte sostenible en el tiempo. FOTO / Revista Campo Andino & Agroindustria.
En relación con el tipo que buscan, Gabriel Corvalán enfatizó que «buscamos un animal rústico, porque, teniendo en cuenta las condiciones de esta zona, la rusticidad es nuestra herramienta» .
Esto se fundamenta en que «el ambiente nos va marcando el camino». En realidad, «podríamos decir que la selección no la hacemos nosotros en forma directa, sino que la selección la hace el ambiente» . Es decir: «acá quedan en reproducción los animales que lograron vencer todos los obstáculos que les pone la naturaleza».
Por eso, «esa adaptación a este lugar, es la que nos permite tener un rodeo funcional, justamente porque la que produjo la selección fue la naturaleza y no el criterio de una persona, que puede llegar a equivocarse», indicó el productor sureño.

RÚSTICOS. «La selección la hace el ambiente», dice Corvalán. Los toros, «son para nuestro rodeo y algo para la venta… pero el fuerte nuestro es la cría y la recría», aclara. En cualquier caso, el objetivo es tener un rodeo funcional, considerando las dificultades que presenta el semiárido. FOTO / Revista Campo Andino & Agroindustria.
Sobre el riguroso entorno productivo, la ingeniera Stefanazzi «hay un ambiente que es árido, son entre 250 y 300 mm anuales, muy estacionales, generalmente en la época estival, en noviembre, diciembre, enero y febrero». Después, «hay una marcada sequía en invierno, y cuando llueve en otoño podemos aprovechar algo del crecimiento de las especies invernales».
Lo cierto es que los animales responden de distinta manera a esa variabilidad de las condiciones ambientales donde se crían (pero siempre en un marco de escasez). «Algunos mantendrán peso mejor que otros; unos van a expresar mayor precocidad y otros no tanto; unos vientres se van a preñar y otros no…» apuntó Stefanazzi en diálogo con Campo Andino.
Al momento de hacer un balance de lo hecho hasta ahora, Gabriel Corvalán advierte que «lograr un animal en este lugar no es algo fácil, porque la genética es un proceso, y en estas condiciones, no es cosa que se pueda medir inmediatamente».
Pero «entendemos que, como resultado de lo que venimos midiendo en estos ocho años de trabajo en este proyecto, tenemos la certeza de que estamos en el camino correcto» . Eso, «al margen de que somos ganaderos… y el ganadero siempre es una persona optimista».
La Ing. Agr. Ivana Stefanazzi, indicó que «la ganadería de precisión es una herramienta de trabajo que nos permite relevar datos certeros, disponer las medidas más adecuadas y simplificar el manejo» .
Este modo de trabajar «permite individualizar el rodeo, es decir: uno sigue manejando la hacienda como un rodeo, pero empieza a mirar las individualidades» esto es, «cómo cada animal va respondiendo al ambiente o a las condiciones de pasto que tiene o a las condiciones del clima».
En este punto cabe no perder de vista que, hablar de tecnología, no implica (necesariamente) hablar de cosas que cuestan plata. Eso sí… toda mejora -y en cualquier caso- supone que, primero, hubo un cambio en la manera de pensar el negocio y de la forma de trabajar.
A veces, con eso alcanza. A veces no. Pero, aún cuando los cambios requieran de inversiones monetarias, la plata no alcanza para suplir la escasa disposición (si es que faltara) para cambiar la manera de plantear los objetivos y de encarar el trabajo para poder lograrlos.

AL PASO. Están probando el prototipo de una balanza que permite recoger -cuando el animal pasa por la báscula- los datos individuales contenidos en la caravana electrónica que tiene colocada cada ejemplar. FOTO / Revista Campo Andino & Agroindustria.
Hecha esa aclaración, podemos hablar, también, de lo que cuesta plata. En efecto, entre esa tecnología aplicada que sirve al propósito de la ganadería de precisión, en La Marina están probando una balanza al paso, que es un prototipo… que está en desarrollo. Permite recoger -cuando el animal pasa por la báscula- la información contenida en la caravana electrónica que tiene colocada cada ejemplar.
«Cada animal es individualizado con un número único vinculado a ese dispositivo en el que quedan registrados -por ejemplo- el peso del animal cuando llega a la aguada, el momento del día en que lo hace, etc.», explicó Ivana Stefanazzi.
«Esa información, transmitida desde la caravana al sistema de la balanza, se descarga -indicó- y a través del tiempo la vamos analizando para determinar el desempeño de ese animal ante eventuales cambios en la alimentación o en las condiciones del clima, por ejemplo».


EL ENCUENTRO en tuvo un capítulo inicial con una detallada presentación de los anfitriones sobre los objetivos productivos y cómo se trabaja en «La Marina». Luego siguió la visita a algunas instalaciones y, antes del almuerzo, hubo trabajo en grupos y posteriormente un plenario de cierre, donde cada vocero expresó la síntesis de lo conversado en cada mesa, con las observaciones y sugerencias. FOTOS / Revista Campo Andino & Agroindustria.
Sobre por qué trabajar en un Grupo CREA, el Dr. Gabriel Corvalán valora la posibilidad de compartir experiencias, evitar errores que pudieran haber cometido otros miembros del grupo, y aplicar los aciertos (adaptados a la realidad de cada establecimiento) en el manejo del negocio… que puede ser agrícola, ganadero (como en este caso) o mixto.
Cada reunión se realiza en el establecimiento de uno de los miembros del Grupo (la realizada en La Martina fue abierta, para que los asistentes tuvieran idea de cómo se desarrolla este tipo encuentros).
El anfitrión explica cómo se trabaja en su establecimiento y guía un recorrido por las instalaciones. El resto del Grupo analiza la exposición y lo visto en el campo, y realiza una puesta común en la que vuelcan sus observaciones, marcan errores, destacan aciertos, y señalan qué creen que se debería cambiar en función de los objetivos planteados por el propio dueño de casa.

EL PRESENTE. Una nueva generación. Alguna vez el hombre lo habrá visto como la continuidad, a futuro, de su proyecto de vida y de trabajo. Hoy, Facundo Corvalán es parte del presente de este emprendimiento. Les queda mucho camino por transitar juntos. Un orgullo. FOTO / Revista Campo Andino & Agroindustria.
En el Sistema CREA (Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola), un Grupo no es una sociedad. Cada miembros maneja su negocio, pero el aporte de conocimiento de cada uno es enriquecedor para todos, y acelera los tiempos de cambio (si fuera necesario) y de mejora.
«De lo que se trata es de aprovechar varias cabezas pensando en función de los intereses de cada uno de los integrantes», apuntó Gabriel Corvalán.
Esto, en realidad, es una forma superadora de las llamadas tecnologías blandas, de esas que no cuestan plata (excepto lo que cueste la carne que se va dorando a la parrilla o a la cruz mientras transcurre la reunión).
Es superadora, porque implica darle otra vuelta de tuerca a ese modo distinto de hacer las cosas, porque uno no se guarda para sí lo que decidió cambiar… y las mejoras logradas (si es que las logró); sino que abre la tranquera para mostrarlo y enriquecerse con críticas y sugerencias, y después podrá trasponer varias tranqueras más (tantas, como el número de productores que integren ese grupo) para conocer -y también aportar sus pareceres- lo que cada uno de ellos hace en su establecimiento… lo que también suma, ya sea para ratificar el rumbo, o corregir lo que sea conveniente corregir.

PREFERIMOS respetar la sensibilidad de nuestros lectores, dejando de lado algunas imágenes. Por ejemplo, la del cordero… y algunas otras pequeñas cosas dorándose a las brasas mientras transcurría la reunión. Sólo compartimos ésta, que dice más que muchas palabras sobre el trabajo en el secano semiárido del Sur Mendocino. Pero créanos si le decimos que, además de trabajar, allá también se come… ¡y muy bien! FOTO / Revista Campo Andino & Agroindustria.
ESTABLECIMIENTO "LA MARINA" GABRIEL CORVALÁN GANADERÍA DE CRÍA EN MENDOZA GANADERÍA EN EL SEMIÁRIDO GRUPO CREA PEHUENCHE IVANA STEFANAZZI PUNTA DE AGUA - MENDOZA ROBERTO PANCHI RÍOS