
VITICULTURA
CICLO 2023/'24
Rodrigo Espíndola, del INTA Luján de Cuyo, atribuye esta posibilidad (aunque no la pronostica) a la conjunción de un invierno relativamente breve y la marcada variación entre temperaturas máximas registradas en lo que va de agosto.
BREVE. Este invierno duró poco. Terminó temprano… y había empezado tarde, al punto que “hasta fines de mayo teníamos hojas amarillentas”, recordó el Dr. Rodrigo Espíndola. FOTO / Revista Campo Andino & Agroindustria.
Un invierno relativamente breve y la marcada variación de temperaturas máximas registradas en lo que va de agosto, podrían llegar a determinar la brotación anticipada y desuniforme de viñedos, al menos en algunas zonas productivas del Centro-Oeste de Argentina.
Es una posibilidad. Puede concretarse o no. Si ocurriera, dificultaría las sucesivas intervenciones en el viñedo a lo largo del ciclo y eventualmente derivaría en el incremento de costos por la necesidad de repetirlas. En el peor de los casos, hasta podría determinar una maduración de las bayas también desuniforme.
Esto es, palabras más o menos, lo que surgió del diálogo que mantuvimos desde la Redacción de Campo Andino con el ingeniero agrónomo Rodrigo Espíndola, jefe de la Agencia de Extensión Rural Luján de Cuyo del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).
Espíndola, que es Dr. en Agronomía y Msc. en Viticultura, hizo un par de aclaraciones antes de avanzar en su análisis del escenario posible, previo al inicio del ciclo vitícola 2023/2024.
«No se puede afirmar que el proceso venga adelantado», señaló el referente del INTA. «Recién podremos saberlo cuando empecemos a ver yemas hinchadas» y cada uno, en su cultivo, compare con el inicio de ciclos anteriores… siempre que tenga un registro histórico preciso.
Por otra parte, apuntó que es erróneo relacionar el lloro de la vid con el inicio del ciclo. Remarcó, en ese sentido, que «no se puede decir que, porque está llorando la vid, el año viene adelantado». Subrayó que «el lloro es normal, es un fenómeno de capilaridad y no responde a la actividad radicular… que no está ocurriendo en este momento».
Remarcó que «es un fenómeno físico; de ascenso capilar por diferencia de potencial». Explicó que «hay un gradiente de potencial entre el agua que puede contener el suelo y la atmósfera, de manera que esa diferencia de potencial determina el ascenso del agua por los tubos capilares de la vid». (Este tema daría para algún detalle adicional, pero mejor no salirnos de foco).
Lo cierto es que las vides, dijo Espíndola, «van a brotar cuando las temperaturas hayan alcanzado un nivel suficiente (de calor) para que haya efectiva circulación de savia; pero eso ocurrirá cuando estemos más cerca de las fechas normales de brotación para la especie (y para cada variedad, en cada zona)», aclaró.
LA VID tiene bajo requerimiento de horas de frío; y este año ese requerimiento se cumplió. Eso implica que la planta va a tener aptitud para brotar, sin mayores inconvenientes. Los problemas podrían venir por las temperaturas relativamente más altas, sobre todo las registradas en agosto.
Lo primero, es lo primero. Empecemos por el frío. «Fue un invierno muy corto, porque empezó tarde y terminó temprano», admitió. Pero recordó que «la vid tiene bajo requerimiento de horas de frío; y este año ese requerimiento se cumplió». Eso implica que «la planta va a tener aptitud para brotar, sin mayores inconvenientes».
Eso, por un lado. Por otra parte, el investigador reconoció que «sí podría ocurrir que se adelantara la brotación debido a que las temperaturas están siendo relativamente más altas».
Junto con ello, puso la lupa sobre «las variaciones extremas que están teniendo las temperaturas máximas de agosto». Recordó que «esta misma semana hemos tenido un día de 27°C y un día de 14°C». Señaló que «es una variación muy relevante, si tenemos en cuenta su impacto sobre inhibidores o precursores del crecimiento y, consecuentemente, su influencia sobre la brotación».
Aclaró que la variación entre temperaturas máximas (no la amplitud térmica, que es una variable distinta, y no viene al caso) «es normal a partir de la ocurrencia de Zonda», de manera que «es un fenómeno climático normal», pero quizás con alguna distinción este agosto respecto de la mayoría de los anteriores.
Es que, si bien la comparación de valores promedio de las temperaturas máximas parece no evidenciar diferencias significativas, sí podrían diferir de manera más notoria entre este año y, sobre todo, el anterior, las temperaturas máximas que podrían ser consideradas extremas para agosto.
Es decir: días en los que el mercurio en los termómetros llegó hasta esos 27°C que mencionó Espíndola, y días en los que no pudo superar un techo de 14°C. Cabe aclarar que estos no son valores taxativos (respecto de lo que deba ser considerado valores extremos), sino ejemplos -tomadas de la realidad, eso sí- de muy significativas variaciones entre las temperaturas máximas registradas en un determinado período. Una misma semana, en este caso.
Ahora viene el punto. El ingeniero Espíndola cree que este agosto difiere de los anteriores en que ha registrado una mayor frecuencia de temperaturas máximas altas y temperaturas máximas bajas (no temperaturas mínimas) más dispares que en otros agostos, al menos que en agosto del año pasado.
RODRIGO ESPÍNDOLA dijo a Campo Andino que en lo que va de agosto de 2023 se habrían venido registrando, con mayor frecuencia (que en otros agostos), temperaturas máximas extremas que han sido muy dispares entre sí.
Esto podría provocar que se adelante el proceso de brotación (respecto de la fecha promedio de cada finca), y determinar desuniformidad en la brotación.
La cuestión entonces es que, en lo que va de agosto de 2023, se habrían venido registrando con mayor frecuencia (que en otros agostos), temperaturas máximas extremas que han sido muy dispares entre sí.
Un paréntesis para aclarar que el ingeniero Espíndola reconoció que «es difícil filtrar esos datos extremos, porque cuesta encontrar bases puras». A pesar de ello, los datos que han podido ser relevados alcanzarían para dejar planteado un llamado de atención previo al inicio del ciclo.
Es que, «una de las posibles consecuencias de una mayor frecuencia de grandes variaciones entre temperaturas máximas, es que se afecte el proceso de brotación». Ahora… ¿De qué manera se vería afectado? ¿Qué efecto traería aparejado?
«Que se adelante el proceso de brotación (relativamente; más de lo que podría ocurrir en la fecha promedio de cada finca, algo que debería medir cada productor); y que eso determine desuniformidad en la brotación«, dijo el referente del INTA.
No aseguró que vaya a darse de esta manera debido a que «no existe ciencia cierta, porque no hay medición sobre el proceso»; sino que «es una posibilidad». Pero aclaró que «esto ha ocurrido antes, en inviernos cortos y cálidos, con alta influencia de Zonda», condiciones en las cuales «algunas plantas comienzan a brotar varios días antes que otras».
Espíndola dijo a Campo Andino que «cuando se adelanta la brotación o cuando tenemos desuniformidad, todos los procesos fisiológicos empiezan a ocurrir desfasados (brotación, floración, envero, maduración…)». Por ejemplo, «podría desfasarse la floración, y en vez de ocurrir en 10 ó 15 días, extenderse hasta… 25 días».
Esto -de ocurrir así- traería aparejados problemas de planificación, de organización de las tareas… de mayores costos por superposición de labores durante todo el ciclo y, eventualmente, pérdidas económicas al momento de la cosecha.
Es que, «la aplicación de un micronutriente o de un regulador de crecimiento, o de un producto para el control de plagas o de enfermedades… hay que hacerla en un determinado momento».
Pero nos encontraríamos con que no es posible determinar ese momento, para todo el cultivo, y al mismo tiempo. Porque será el momento oportuno para algunas plantas o para algunas flores, pero para otras no, porque vienen más atrasadas… o ya van más adelantadas.
Inclusive, dado ese escenario potencial, «en el peor de los casos nos encontraríamos, inclusive, con rangos muy amplios de maduración, y si el productor tuviera que cosechar, por ejemplo, con 23 Brix, algunas uvas van a tener… 19 (por poner un número) y otras van a tener 26».
LA SUGERENCIA es prestar mucha atención, porque los desafíos de este año podrían ser más difíciles de afrontar que los que planteó la temporada anterior. Por lo tanto, es recomendable planificar para tratar de adelantarse a los hechos y minimizar eventuales impactos negativos.
Pero el ingeniero Espíndola apunta que podría ocurrir, también, «que empiece una brotación desuniforme, y que después se vayan emparejando las temperaturas si tuviéramos una primavera benigna, sin accidentes climáticos de relevancia… de manera que se irían uniformizando los eventos fisiológicos, hasta el punto que se emparejaría la cosecha». Recordó que «esto ha ocurrido».
Pero «también ha ocurrido -dijo- que el año empezó mal, debido a una brotación desuniforme, y terminó peor…» Eso «depende exclusivamente de los fenómenos meteorológicos, como heladas tardías, olas de calor, sequías acentuadas, granizo… que, en general, van a afectar el proceso de crecimiento, acentuando la desuniformidad, y en este caso es más difícil el manejo agronómico».
Rodrigo Espíndola recuerda que «en agricultura, un criterio básico es tratar de tener un cultivo lo más homogéneo posible para facilitar las labores que implican la intervención en un determinado momento fenológico».
Ahora bien, por lo que plantea, no habría que descartar la posibilidad que este año los viñedos (algunos al menos; no sabemos si muchos) no vayan a mostrar esa homogeneidad. De hecho, advirtió que «podríamos ver todas esas dificultades si sigue habiendo estas variaciones tan marcadas entre temperaturas máximas».
Es que, «cuando viene un año cálido normalmente se adelantan los procesos, pero si es cálido e irregular, aumenta la desuniformidad», insistió. Todo esto, sin entrar a especular sobre lo que pueda traer consigo el fenómeno «El Niño», que probablemente venga intenso.
«Si este pronóstico de un año húmedo continúa vamos a tener otros problemas, ligados al desarrollo de enfermedades que pueden agravar la situación», advirtió el especialista. Entonces, «las cartas están tiradas, y hay que prestar mucha atención porque puede ser más difícil afrontar los desafíos de este año que los del año anterior, y hay que planificar para adelantarse a los hechos», recomendó el jefe de la Agencia de Extensión Rural Luján de Cuyo del INTA.
BROTACIÓN ANTICIPADA DE LA VID BROTACIÓN DESUNIFORME DE LA VID CICLO VITÍCOLA 2023/2024 EN ARGENTINA FRECUENCIA DE TEMPERATURAS MÁXIMAS EXTREMAS
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