GANADERÍA
PROTAGONISTAS
La clave está en lograr cultivos de muy alto rendimiento para producir comida barata; y simplificar el planteo, resistiendo tentaciones que pueden ser contraproducentes. Osvaldo Fernández, empresario agroganadero de San Rafael (Mendoza) explica cómo evolucionó su negocio de recría y terminación de hacienda vacuna en «el bajo riego».
OSVALDO FERNÁNDEZ. El empresario agroganadero de San Rafael señala que, en materia de política sectorial, «hay dos botones que apretar en Mendoza», para «llevar la producción de carne… al doble, quizás». En el secano, el destete precoz y la infraestructura en campos de cría; y en el oasis, un plan forrajero para la provincia. FOTO / Revista Campo Andino & Agroindustria.

Las últimas luces de la tarde bañaban suavemente los corrales de Renacer–Las Moras, un establecimiento agroganadero que integra dos propiedades contiguas (de la firma Administración Ganadera), en el paraje Resolana, situado a poco menos de 30 kilómetros del centro de la Ciudad de San Rafael, en el Sur de Mendoza.
A esa hora había vuelto la calma luego de una intensa jornada técnica de producción de forrajes bajo riego que habían organizado el Cluster Ganadero de Mendoza, la Estación Experimental Agropecuaria Rama Caída del INTA (San Rafael), la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Cuyo y el Ministerio de Producción de la provincia andina.
La actividad había comenzado allí, precisamente, para continuar luego en una finca de la firma Andes Seña SA situada en el distrito sanrafaelino de La Llave, donde la familia Rivier dejó la actividad agroganadera para centrarse en la agricultura (con destino a semilla y forraje), y culminar en el Salón de Usos Múltiples de Resolana con una serie de charas técnicas.
La convocatoria tuvo una notable respuesta de unos 150 productores y técnicos de gran parte de la provincia de Mendoza, de las vecinas La Pampa y San Luis y de la un poco más lejana Córdoba, interesados en conocer las experiencias de producción forrajera intensiva bajo riego.

PRESENCIA. En la apertura de la Jornada Forrajera, el anfitrión -Osvaldo Fernández- recibió a la vicegobernadora de Mendoza, Hebe Casado y al director de Ganadería, Roberto «Panchi» Ríos quien, por la tarde, previo al inicio de la charlas técnicas, daba detalles del Plan de Destete que estará plenamente operativo durante esta misma semana. FOTO / Revista Campo Andino & Agroindustria.
Lo cierto es que, al atardecer, volvimos al punto donde empezó la jornada. En Renacer–Las Moras, nos esperaba Osvaldo Fernández titular de Administración Ganadera, focalizada -hoy en día- en la producción intensiva de forraje bajo riego, y en recría (de terneros, adquiridos en su totalidad a criadores mendocinos) y terminación a corral de novillos que vende para faena, también dentro de la provincia.
Podríamos decir que fue el «segundo regreso». Uno, por el hecho de haber vuelto al sitio donde inició ese día de trabajo. Otro, porque habíamos estado allí en abril del 2009, cuando podían verse novillitos en recría pastoreando cuadros de alfalfa. Ahora el planteo es otro; y de eso -y de muchas cosas más- conversamos ahora, extensamente, con el anfitrión.
Fernández es un empresario reconocido en el medio. Su particular meticulosidad para medir las variables del negocio, se corresponden -dicho sea de paso- con su condición de «Productor CREA» .
Además, su visión del necesario equilibrio entre las políticas públicas y la iniciativa privada, le valieron la confianza de sus pares para situarlo, en su momento, en la Presidencia de la Cámara de Comercio, Industria y Agropecuaria de San Rafael y, antes que eso, al frente de la Específica de Ganadería de la gremial-empresaria sureña.
En el plano estricto del negocio agroganadero, Fernández fue reconvirtiendo su manera de hacer las cosas. Cuando volvió con el título de Ingeniero Zootecnista (por la Universidad Nacional de Lomas de Zamora), hace algo más de 30 años, tuvo algunos trabajos… hasta independizarse, e iniciar un derrotero del que conversamos largo y tendido.
Ahora, en estos párrafos que siguen, volcamos lo que consideramos más saliente de la charla con el dueño de casa; y dejamos para próximas entregas algunos detalles relacionados con algunos parámetros técnicos de la producción forrajera y de manejo de la ternerada en los corrales (habrá que ver, dicho de paso, el desempeño de la categoría macho entero joven, con la que también trabajan). De esos temas -que compartiremos en días venideros- hablamos con los profesionales responsables de cada área. Inclusive con el titular de AgroconsultInd, la empresa que montó el sistema de riego por goteo que, esta campaña, comenzaron a probar en una parcela de maíz.
Volviendo al diálogo con Osvaldo Fernández, para poner en contexto a la actividad, el responsable de Administración Ganadera plantea un enfoque de política sectorial y otro desde la perspectiva del empresario. Apunta, en ese sentido, que los protagonistas -en cada caso- tienen intereses distintos.
Así, por un lado, «para el Gobierno, es un sector de la economía –nacional o provincial– que puede estar interesado en dinamizar para que genere dinero… que a su vez mueva el circuito económico y eso impacte positivamente en el conjunto de la sociedad y se traduzca en ingresos para el Estado» señala.
«Para el empresario, ganar dinero es condición sine qua non» dice, pero puntualiza que «hay una situación anterior, y es la realización personal a través de su actividad, porque no hay empresario que haga lo que no le gusta ni que trabaje solo por dinero».
Subraya que «nunca un empresario tiene en su misión ganar dinero porque, si fuera por eso, hay formas más rápidas de hacerlo (que no sea trabajando) como cualquier actividad ilícita, incluido el tráfico de influencias».
De manera que «la decisión de producir está más alineada con la personalidad de cada uno; con sus mandatos, su educación, su cultura, con la formación integral de la persona».
OBJETIVO. Hay que lograr muy altos rendimientos de forraje al menor costo posible…y meterlo en la bolsa (no hay que pastorear un cultivo bajo riego). Recién cuando la comida está en la bolsa… empieza la ganadería, dice Osvaldo Fernández.
Desde otro enfoque (y para completar ese marco contextual del abordaje del sector), Fernández apunta que la ganadería (y la agricultura orientada a la producción de carne) «es una actividad que se desarrolla en un territorio provincial, pero regida por reglas de juego nacionales y en parte condicionada por escenarios internacionales» .
Así, «variables macroeconómicas como el tipo de cambio, la inflación, los derechos de exportación, condicionan el contexto en el cual se desarrolla la actividad… que se rige por parámetros como los precios de pizarra de los granos, mercados a futuro, etc. que, a su vez, tienen su correlato en los mercados internacionales» .
El empresario sanrafaelino admite que la dimensión de la ganadería mendocina no es comparable con la de otras provincias argentinas. Lo evidencian las 400.000 cabezas (+/-) de su rodeo bovino.
La cría en el secano semiárido es «muy poco dinámica, con una tasa promedio de destete del 47%, con el desafío de incrementarla en 20 puntos, para llevar el promedio al 67%» subraya.
Cree, por ello, que «el desafío para el Gobierno de la Provincia -y para los criadores- es coordinar las políticas adecuadas para aumentar un 50% la producción de terneros» .
Valora, en ese sentido, las obras de infraestructura pública como los «acueductos ganaderos, el mejoramiento de caminos y el financiamiento para inversión en infraestructura dentro de los campos» .
Eso, sumado a los planes de destete precoz (hubo un anuncio oficial -un par días antes de la Jornada forrajera- de la asignación de $ 1.000 millones con ese destino), «son medidas que, sostenidas en el tiempo, podrían permitirle a Mendoza pasar de 150.000 terneros a 250.000 en un período de 10 años» .
Razona que «Mendoza produce unos 21.000.000 de kilos por año» de hacienda en pie, en los 7,5 millones de ha con potencial para la actividad ganadera (sobre los 9,5 M/ha que abarca la totalidad del territorio provincial) suponiendo que cada uno de esos 150.000 terneros sale al mercado con 140 kilos.
Por otra parte, «el bajo riego produce 50.000 novillos de 250 kilos al año, lo que suma un volumen parecido… cercano a los 20.000.000 de kilos también, en una superficie infinitamente menor».
Entonces, «el otro desafío para la provincia es aumentar la producción de carne en el área bajo riego, porque donde hay agua se puede hacer forraje; y donde haya forraje, donde haya comida… estarán dadas las condiciones para hacer ganadería (y producir carne) de manera eficiente» .
«Hay mucha tierra ociosa y, aunque no lo parezca, hay agua que no se usa, y hay mucho por mejorar en la aplicación del agua a los cultivos, lo que da un margen tremendo para producir forraje» asegura el productor del sur mendocino.

EL «PRIMER SOL» de la mañana, en Resolana, recortaba el perfil del maizal de… tal vez más de 2,5 metros que se alzaba sobre la parcela regada por goteo. Administración Ganadera le ha puesto «muchas fichas» a este planteo del negocio. En pocos días podrán conocerse los resultados en términos productivos. FOTO / Revista Campo Andino & Agroindustria.
De manera que, «hay dos botones que apretar en Mendoza: uno, en el secano, y el otro, en el bajo riego, para llevar la producción de carne… al doble, quizás». Fernández se refiere, por un lado, al «destete precoz y la infraestructura en los campos de cría» . Por el otro, a «un plan forrajero para la provincia de Mendoza».
Celebra que el gobernador de la Provincia (Alfredo Cornejo) «haya entendido» la importancia del destete precoz, y haya anunciado el destino de fondos para ese fin y, con respecto al plan forrajero, «es cuestión que se lo expliquen… y lo va a entender» .
Desde el sector privado, en tanto, «el empresario tiene que tomar el riesgo, tomar créditos si es necesario, y ponerse a producir…» . Fernández confía en que eso será posible, «una vez que las condiciones estén y que los privados entiendan que producir carne es negocio» .
Ésa es su mirada acerca de cómo debería ser la ganadería en Mendoza. Claro que, en su concepción, el desafío es «integrar la producción agroganadera en modelos simples… y hacer modelos simples no es lo más fácil» advierte.
Osvaldo Fernández entiende que «para ser un buen ganadero en el oasis, tenés que ser un gran agricultor» y sobre esa premisa, un modelo simple se basa en «producir comida barata» .
Esto implica «aplicar toda la tecnología que esté disponible» para hacer «cultivos de muy alto rendimiento, ya sea maíz, alfalfa, sorgo, cebada, o algún otro verdeo de invierno… aunque las estrellas son el maíz y la alfalfa» señala.
Razona que, producir comida barata en el bajo riego no se logra minimizando gastos. «El objetivo es maximizar ingresos, y eso se podrá alcanzar bajando el costo por kilo de materia seca obtenida» indica.
«Para eso habrá que producir más, al mismo costo… o invirtiendo más, pero la clave está en bajar el costo del kilo de forraje producido. Esa es la estrategia en el oasis. Distinto es el caso de un ganadero de secano -aclara- que sí tiene que gastar menos, porque depende de las lluvias» apunta Fernández.
«Acá las variables las maneja el productor, que debe invertir y trabajar para alcanzar el más alto rendimiento posible. Puede, inclusive, no tener el know how… siempre y cuando esté rodeado de buenos asesores en producción de forrajes, en riego, etc.)» aclara.
Luego, «una vez alcanzada esa muy alta producción, hay que conservar el forraje; meterlo en bolsa (no hay que pastorear un cultivo bajo riego). A partir de ahí empieza la ganadería» sentencia.

LO PRIMERO es llenar la bolsas. Cuando ya había cerrado la Jornada Forrajera, y antes de la charla con el dueño de casa, llegaban a «Renacer» las cargas de maíz (picado) cultivado en las fincas de «soporte», para pasar directo al ensilado. «A partir de ahí empieza la ganadería», diría Fernández. FOTO / Revista Campo Andino & Agroindustria.
Para el recriador o el engordador de ganado vacuno en el oasis mendocino, ocupar los corrales… y liberarlos, no parece complicado. En ese sentido, el empresario puntualiza que, por un lado, en la provincia andina «hay una oferta de 150.000 terneros cada año».
En la otra punta, «el mercado de venta es mucho más fluido» dice, si se tiene en cuenta que la oferta local fluctúa en torno a los «50.000 novillos gordos por año», frente a «una demanda de 450.000 novillos terminados».
De manera que queda todavía una brecha muy amplia para abastecer la demanda mendocina con producción local de carne.
El empresario agroganadero de San Rafael identifica tres factores clave para encarar la producción de carne bajo riego en el oasis; y les atribuye un orden prelativo. «El número 1 es el agricultor» dice, porque «el mayor impacto lo genera la persona que está al frente del negocio, pensando en producciones baratas y tomando decisiones en ese sentido».
«El segundo elemento de mayor impacto es el uso del agua, que es un bien escaso» prosigue. «El uso eficiente del recurso hídrico significa producir muchos kilos de materia seca por metro cúbico disponible, independientemente del origen del agua y del método de aplicación, que puede ser por bordo, por surco o mediante un equipo de riego presurizado».
Finalmente, «los insumos» aunque «eso ya depende de la billetera y, en definitiva, no es un problema, cuando hay negocio, porque cuando hay negocio, la plata aparece». Pero advierte que «no todo el que tiene plata hace ganadería en el oasis… si antes no piensa el negocio como agricultor, con la lógica de la agricultura bajo riego en una región donde el agua es escasa».

CON LA COMIDA asegurada es posible encarar, sin sobresaltos, el ciclo de recría y terminación, con la rutina de entregar el alimento según las dietas establecidas para cada categoría. FOTOS / Revista Campo Andino & Agroindustria.

Fernández reconoce que «es fácil tentarse con hacer un par de cultivos de verano, uno de otoño-invierno, otro en primavera… y destinarlos a pastoreo directo; pero al pastoreo directo lo rigen muchas reglas biológicas que el productor no puede controlar» .
Apunta que «implica una demanda de tiempo y de sincronización que complica las cosas; mientras que hacer uno o dos cultivos es una tarea más sencilla» . Así, «con 100 ha, o 50 ha, o lo que cada uno pueda hacer… de maíz–alfalfa o maíz–cebada, tengo una sola bolsa de cosecha y ahí arranca la ganadería» .
Subraya que «con las bolsas llenas cualquiera puede hacer ganadería, pero primero hay que llenar las bolsas… y eso no es una cuestión de plata, sino de una adecuada integración de todos los recursos» .
«Por si a alguien le sirve» la experiencia acumulada en este camino que trazó y volvió a trazar un par de veces a lo largo de casi 25 años, Fernández comparte lo que le funcionó y lo que no, aunque reconoce que «hay tantos modelos de negocio como imaginación tenga el que toma las decisiones».
Lo cierto es que, al recordar sus comienzos, señala que las 92 hectáreas que suman las fincas Renacer y Las Moras habían sido destinadas, en principio, a la producción de alfalfa. Tenían vacas de cría y llevaban los terneros a pastoreo en el bajo riego.
Posteriormente, en 2007 cambiaron el enfoque del negocio. Pasaron a hacer una recría bajo riego, para sumar kilos con pastoreo rotativo intensivo. «Estimulamos la alfalfa con más riego y más fertilizante -recuerda Fernández- y logramos duplicar la producción de comida, pero la eficiencia de cosecha caía a la mitad» .
De manera que «no había un correlato entre el aumento de la producción de forraje y el aumento de la producción de carne». En ese punto, «nos dimos cuenta de que no tenía demasiado sentido estimular la alfalfa para pastorearla» .

DAMOS FE. Tomamos esta imagen en abril de 2009, si mal no recordamos en «Las Moras», la finca contigua a «Renacer» (donde tuvo lugar la apertura de esta Jornada Forrajera). Era la etapa de pastoreo rotativo intensivo, que luego iría mutando a otras formas de plantear el negocio. FOTO / ARCHIVO Revista Campo Andino & Agroindustria.
Entonces, «encerramos los animales en ensenadas grandes con un bebedero en medio, y hacíamos un pastoreo mecánico» . Segaban la alfalfa y la entregaban directo en los comederos, y «del 30% o 40% de eficiencia de cosecha pasamos a 80%» de modo que, «con el pastoreo mecánico, ahí sí, duplicamos la producción de carne por hectárea».
Pero había un límite. «Eso lo podés hacer con 300 ó 400 animales, pero si querés agrandarte se complica mucho. Entonces pasamos al ensilado de alfalfa».
Así, «cuando crecía la alfalfa la cortábamos, la metíamos en la bolsa y después la entregábamos en los corrales». De modo que «salimos de pastura mecánica, y entramos en la técnica de silo de alfalfa» relata el empresario.
«Después -agrega- nos dimos cuenta de un par de cosas importantes: una, que estábamos haciendo 5 cortes de alfalfa y 1 de maíz para producir más o menos lo mismo; y la otra, que el maíz tiene un techo de producción más alto» .
Fue entonces que «salimos de la alfalfa y entramos al maíz» . Empezaron a hacer maíz, a picarlo, a meterlo en la bolsa y entregarlo en los corrales.
Luego vieron que podían estimular el maíz con más riego (en algunas parcelas, por goteo) y más fertilizante… y hoy siguen en esa línea de trabajo.

PAREJITOS. No siempre llegan así. Pero cuando están, es una tentación mostrarlos. Son machos enteros jóvenes que, igual que el resto de las tropas que ingresan a estos corrales, llegan de campos de cría del secano semiárido mendocino. FOTO / Revista Campo Andino & Agroindustria.
De manera que, hoy en día, en un mismo cuadro, hacen maíz en verano y cebada en invierno, con muy buena provisión de agua y fertilizante.
A la producción de forraje en Renacer-Las Moras, se suma la de dos establecimientos (alquilados), en Malvinas y en Goudge, también en San Rafael. En uno producen maíz, y en el otro, alfalfa.
Todo lo hacen con siembra directa, no sólo para aportar materia orgánica al suelo, sino para frenar la evaporación y hacer más eficiente el uso del agua disponible, que pasa a rendir del doble.
Llegado el momento, cortan, pican y embolsan toda la producción de forraje para ir entregándola en los comederos.
Dicho sea de paso, todas las tareas -siembras, pulverizaciones, cortado, picado, ensilado y preparación de las dietas- son realizadas con maquinaria propia, lo que supone una inversión importante en mecanización.
Los corrales, que se erigen junto al casco de la finca Renacer, ocupan alrededor de 1,5 ha. Tienen capacidad para encerrar 1.000 terneros en forma instantánea. Así, al cabo del año «pasan 1.500 animales, cada uno de los cuales sale del establecimiento con 200 a 250 kg más» de los… más o menos 150 kilos (promedio general) que pesaba al ingresar, explica.
En el cierre de la extensa charla con Campo Andino, Osvaldo Fernández destacaba el horizonte de crecimiento potencial de la producción de carne vacuna en los oasis mendocinos.
De hecho, y pese a su muy escasa participación relativa en el producto bruto geográfico de Mendoza, la ganadería es la actividad que viene registrando la mayor tasa de crecimiento en la provincia andina.
Esa expectativa se corresponde con el interés evidenciado en esta jornada forrajera, y con las cada vez más frecuentes consultas de parte de gente que llega, inclusive, de otras regiones, buscando alternativas de producción.
Pero, una vez más, el entrevistado advertía que, al momento de optar por la producción de carne bajo riego, es determinante el rol de quien toma las decisiones. En efecto, «el centro todo es la persona que decide, porque es la que define el sistema» subrayaba. Esa persona que entiende que, «para ser buen ganadero en el oasis, hay que ser un gran agricultor».
ADMINISTRACIÓN GANADERA GANADERÍA BAJO RIEGO EN MENDOZA OSVALDO FERNÁNDEZ