GANADERÍA
MERCADOS
Lo destaca un informe del ROSGAN que analiza, además, cómo incidirán la debilidad de la demanda y el previsible incremento estacional de la oferta.
Los precios reales de la hacienda siguen creciendo por encima de la inflación, con un acumulado que, en los últimos doce meses, muestra una diferencia positiva de hasta el 15% en algunas categorías. El tema fue puesto bajo análisis en el informe semanal de ROSGAN (Mercado Ganadero S. A., emprendimiento conjunto de la Bolsa de Comercio de Rosario y consignatarios de hacienda de distintas provincias de Argentina).
El informe, elaborado por María Julia Aiassa (analista de la Institución), apunta que, frente a un incremento general de precios de 42,4% acumulado en doce meses (hasta el cierre de julio pasado), «el novillo en Liniers pasó de $ 61 a $ 92 por kilo vivo; el promedio de los novillitos, de $ 65 a $ 102, y las vaquillonas de $ 62 a $ 97, mientras que la vaca ajustó de 44 a 63 pesos por kilo vivo».
Puntualiza que las mejoras más sustantivas fueron anotadas por las categorías que mayormente abastecen al consumo interno, con avances de hasta 15 puntos por sobre la inflación, como en el caso de novillitos y vaquillonas.
Por otra parte, el promedio de precios (al mostrador) de todos los cortes de carne vacuna monitoreados por el IPCVA, (más del 80% corresponden a novillitos y vaquillonas) «muestra un incremento acumulado del 55,8% en los últimos 12 meses, es decir, más de 13 puntos por sobre la inflación».
Aiassa entiende que «esto muestra que, a pesar de la precaria situación que enfrenta el consumo, los precios de la carne siguen sostenidos y que, a su vez, la industria estaría trasladando gran parte de esta suba al valor de la hacienda». Subraya, en ese sentido, que «el Índice General del Mercado de Liniers (IGML) exhibe un incremento de 51.8% anual vs. El 55.8% de la carne».
La analista de ROSGAN admite que «la pregunta recurrente es hasta cuánto se sostiene esta firmeza». Porque «la tasa de inflación indudablemente es baja, existe aún una gran cantidad de programas de precios cuidados, congelamiento de tarifas y ayudas sociales que se suman al ‘reperfilamiento’ de pagos que cada familia está haciendo conforme a su necesidad», todo lo cual «genera un fuerte sostenimiento del consumo que, una vez agotado, puede llevarnos a una realidad muy distinta».
Por lo pronto, analizando la «media móvil» de consumo de los últimos 12 meses, se observa «una clara tendencia decreciente en consumo de carne vacuna por habitante». Advierte, sobre este punto, que «el proceso de reemplazo con otras carnes o incluso de disminución en la ingesta de este tipo de proteínas, ya se viene dando a nivel local». De manera que, según interpreta, «el concepto histórico de que el mercado doméstico absorbía todo lo que se volcara, comienza a debilitarse».
María Julia Aiassa anticipa que el sector enfrentará, en los próximos meses, dos fuerzas contrapuestas. «Por un lado, una demanda interna que, más allá del mayor o menor apalancamiento que pueda seguir recibiendo a través de programas de reactivación, tiene una escasa fuerza propia. Por el otro, una oferta que estacionalmente tiende a incrementarse producto del ingreso de un importante volumen de hacienda terminada que sale de los engordes».
Reconoce que «este año se está viendo una mayor tendencia a prolongar las recrías a campo, lo que podría ayudar a posponer parte de ese ingreso y aplanar la curva de oferta». Pero advierte que, en varias zonas, «el factor climático no está favoreciendo esta estrategia, con un invierno muy seco que obliga a replantear los plazos de invernada. Así, «la recomposición que pueda o no traer la primavera terminará definiendo estos planteos». De manera que «el grado de flexibilidad que logre conservar la fase de invernada-engorde, será clave para regular el nivel de oferta, evitando así un sobre abastecimiento del mercado, que derive en un deterioro de los precios de la hacienda hacia fin de año.
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