GANADERÍA

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Relevan caminos y puentes de la montaña mendocina que llevan a valles de “veranada»

16 de diciembre de 2023

Son utilizados por crianceros en temporada estival, para subir sus animales a engordar con pasturas cordilleranas. Trabajan técnicos del Cluster Ganadero con apoyo de referentes zonales de la Fundación COPROSAMEN.

DE NO CREER… que por acá puedan pasar 5.000 animales camino a la veranada -en el Valle de Las Aucas, San Rafael- y regresar al pie de la precordillera mendocina, a los puestos de los que habían partido unos meses antes.


Una comisión integrada por referentes del Cluster Ganadero de Mendoza y de la Fundación COPROSAMEN, y productores ganaderos de la zona, relevó el estado de caminos y puentes en el extremo Noroeste del Departamento San Rafael, en plena montaña. 

La misión de reconocimiento -que cubrió algunos tramos situados por encima de los 3.000 metros sobre el nivel del mar- fue coordinada en respuesta al pedido de ganaderos de la región que, cada año, llevan sus animales a la veranada, una práctica de manejo que permite a productores de franja oeste del territorio provincial, aprovechar las pasturas estivales de los valles cordilleranos.

El grupo, conformado por Mariano Amuchástegui (del Clúster), Néstor Gómez (directivo de la Comisión Provincial de Sanidad Animal Mendoza, COPROSAMEN), Elio Navarro, productor y guía, y Mario Pechemiel, tuvieron que andar un rato para llegar a destino.

ENSILLAR, Y SEGUIR VIAJE

La primera referencia había sido el puesto «El Cavado», aledaño a la Ruta 40, en cercanías de la Laguna del Diamante (más o menos a la altura del volcán Maipo). Desde allí transitaron en vehículos hacia el Oeste durante unas dos horas… y hasta ahí nomás.

Las chatas venían pesaditas. Con el tráiler enganchado y, dentro del tráiler, los caballos. La única manera de continuar, como no fuera de a pie. Siguieron montados -durante algo más de cuatro horas y media– por una accidentada ruta, para poder cumplir la misión: relevar el estado de un camino y de dos puentes.

El camino es una tradicional ruta de trashumancia, utilizada por 3 ó 4 generaciones de puesteros que suben a la veranada todos los años. Comunica con los puentes en cuestión (que están bastante retirados), evitando un primer tramo de trepada por terreno áspero. Ese camino es más extenso, pero menos riesgoso.

El problema es que está bloqueado por acarreos (piedras y material terroso desprendido de los cerros aledaños), y no es posible transitarlo. Los puentes… bueno, cualquiera de nosotros diría que no es posible cruzarlos, menos llevando tropa.

ARREOS DE ALTO RIESGO

El Valle de las Aucas es el lugar de destino de los arreos que, al promediar la primavera, emprende una decena de crianceros dispersos por una amplia zona que abarca, también, parte del Sudoeste de San Carlos.

Claro que, para llegar a Las Aucas, los arrieros tienen que cruzar los arroyos El Negro y Las Carpas (ambos afluentes del río Diamante), cubriendo un total de cuatro días de marcha con sus tropas de vacunos y sus piños de cabras. Dos días para llegar a ese cruce, y otros dos para llegar al valle de veranada.

Los precarios puentes (en realidad, habría que hablar de pasarelas) que permiten cruzar de una margen a otra de esos cursos de agua deben soportar el paso de un total -aproximado- de 5.000 caprinos y bovinos (más caballos y mulas de carga). Esto es así… de ida y de vuelta.

Es decir que, los 5.000 y alguno más que -cuando al promediar cada primavera- son arreados a la cordillera, tienen que volver a pisar la envejecida madera al regreso, cuando las condiciones del clima complican la permanencia en esos valles situados a tanta altura.

NÉSTOR GÓMEZ adelantó que quisieran tener reparados el camino y los puentes para cuando los puesteros vuelvan de la veranada, en marzo-abril, cuando ya cuesta soportar el frío de la Cordillera. FOTO / Revista Campo Andino & Agroindustria.

Néstor Gómez, productor ganadero de San Carlos (delegado por esa zona en la Fundación COPROSAMEN, y miembro de la Comisión Directiva de la Institución) dijo a Campo Andino que «arrieros de la zona ya subieron a la veranada los animales vacunos, y apenas desteten a los corderos y los chivos, subirán las ovejas y las cabras».

El referente sancarlino señaló que «Esos puentes (de madera y sin barandas) tienen más de 40 años, y están en condiciones muy precarias. Quisiéramos tenerlos reparados para cuando los puesteros vuelvan de la veranada, en marzo-abril, cuando empiezan los fríos allá arriba», dijo Gómez.

ABRIR CAMINOS, REPARAR PUENTES

Para tener idea del desafío que deben afrontar los arrieros baste señalar que, en el primer paso (sobre el arroyo El Negro) «hay 44 metros desde el puente hasta abajo, donde corre el agua que baja de la cordillera» dijo Mariano Amuchástegui (ingeniero civil especializado en caminos, miembros del Equipo Técnico del Cluster Ganadero de Mendoza).

En diálogo con Campo Andino, apuntó que «es un problema de difícil solución, si no se abre el camino». Por eso adelantó que la idea (que en estos días comenzará a tomar forma de anteproyecto en el seno del Cluster) es, «primero, abrir el camino, lo que permitiría llegar con el material a dos kilómetros del lugar donde están las pasarelas».

MARIANO AMUCHÁSTEGUI dijo que, luego de llevar a los planos la traza original de la ruta, solicitarán que sea considerada «camino de trashumancia», para habilitar la intervención de Vialidad. FOTO / Revista Campo Andino & Agroindustria.

SI LO HUBIERA VISTO… NO IBA

Ellos (los cuatro) volvieron por esa ruta, precisamente. A caballo, claro. No está en condiciones de transitabilidad para un vehículo, y menos cargado con los materiales necesarios para rehacer los puentes, dándoles más amplitud y con una estructura más segura, aunque sea del mismo material.

Amuchástegui confesó que, al día siguiente, «cuando me puse a ver en Google Earth -con los datos registrados en el GPS- por dónde habíamos bajado… si lo hubiera visto antes, seguro que no bajaba por ahí» .  

Es que, explicó el referente técnico del Cluster, como buena parte del camino está cubierta por el material acarreo, «hay tramos donde queda una senda muy estrecha, que va pegada a un precipicio de 200 ó 300 metros».

Lo cierto es que, reparar el camino permitirá, de paso, liberarlo para que los arreos puedan transitar ese primer tramo que, si bien es bastante más extenso que la accidentada ruta que siguen ahora hasta llegar a los puentes/pasarelas, es mucho más seguro para los arrieros y sus animales.

Ahora comenzará la tarea de llevar a los planos la traza original el camino para, en lo inmediato, solicitar que sea incluido dentro de los «caminos de trashumancia» explicó Amuchástegui, lo que habilitaría el ingreso de equipos de Vialidad de la Provincia, a realizar las mejoras que sean necesarias.

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