VENDIMIA 2024

ESTIMACIÓN

San Juan tiene 4,8 millones de quintales de uva para cosechar esta temporada

2 de febrero de 2024

Es la proyección del INV, que este jueves difundió la estimación de producción vitícola para la Zona Norte de Argentina. Incluye datos de La Rioja, Salta y Catamarca. Cómo «juegan» las uvas sin semilla sanjuaninas. Entrá; leé y opiná.

ESPERA. En su reporte, difundido este jueves, el Instituto Nacional de Vitivinicultura adelantó que el 16 de febrero presentará los resultados de la estimación de cosecha 2024 para Mendoza y el resto del país. FOTO / Revista Campo Andino & Agroindustria.


De cumplirse la estimación del Instituto Nacional de Vitivinicultura, la vendimia 2024, en San Juan, podría rozar los 4,8 millones de quintales, con lo que superaría en alrededor de 16% al volumen de uvas cosechado en 2023, según lo consignado en el informe que el INV colgó en su sitio web y difundió este jueves a través de su Centro de Prensa e Información.

El breve reporte contiene, en realidad, la estimación de cosecha (al 24 de enero) para «la Zona Norte de Argentina» e incluye a las provincias de La Rioja, Salta y Catamarca, que en todos los casos aparecen, también, con valores positivos en la comparación interanual.

El texto subraya que el INV siguió trabajando «con instituciones de gobierno y entidades privadas en la Estimación de Producción, en todas las regiones vitivinícolas del país»; y puntualiza que «en todas las provincias donde se realizó la Estimación, se observa una muy buena sanidad en los viñedos».

Aclara que este informe se presenta ahora, «considerando la anticipación natural en la maduración que tienen las uvas en las provincias del norte argentino»; y adelanta que el 16 de febrero presentarán los resultados de la estimación para Mendoza y el resto del país.

POSITIVO. El I.N.V. estima que los viñedos de San Juan, La Rioja, Salta y Catamarca, van a entregar este año más uvas que en la cosecha de 2023.

SEPAREMOS LOS TANTOS

El cuadro contenido en el informe del INV compara los volúmenes de producción de uva estimados para esta vendimia (en esas cuatro provincias) con lo cosechado en 2023. Pero las uvas cosechadas no equivalen a las elaboradas, según los términos del INV.

En el caso de San Juan, por ejemplo, de los 4.126.410 qq que registra como vendimiados el año pasado (suponemos que. Independientemente de los destinos finales de toda esa uva), fueron a elaboración 3.861.717 qq.

Esto permite inferir que en 2023 hubo 264.693 quintales de uva cosechada en San Juan, que no tuvieron destino de vino ni de mosto. Vamos a pasar este último número a toneladas, porque nos va a servir para lo que sigue. Estamos hablando de (para redondear) 26.500 t. que pueden haber ido a consumo en fresco o a pasas.

Sabemos que el negocio de la uva de mesa viene en caída. Particularmente las exportaciones. Supongamos entonces que la mayor parte de eso que no fue elaborado (el año pasado), fue a deshidratado.

MOSTO DE UVAS «PASERAS»

Pero resulta que, por lo que hemos escuchado, San Juan tiene capacidad para producir unas 35.000 t de pasas de uva. Ese volumen, considerando una relación 4 a 1 -fresco a deshidratado- nos está dando cerca de 150.000 t. antes de entrar a los secaderos.

Si no fallamos en el cálculo, estamos hablando de un millón y medio de quintales. Esto es poco menos de un tercio de la producción total estimada para esta vendimia sanjuanina.

De manera que, si de ese (potencial, al menos) 1,5 millones de quintales, no fueron elaborados 0,26 millones de qq (o sea, un cuarto de millón de qq, que son aquellos 264.693), sí fueron hechos vino o mosto casi un millón y cuarto de quintales de uva (más o menos 1.235.000 qq).

Lo que se escucha en los mentideros de los pueblos, es que la mayor parte de ese millón y cuarto fue a mosto, en la elaboración del 2023. La cuestión está en saber si ese volumen (hipotético) de uvas para pasa (o sin semilla) volverá a estar disponible este año, para ese destino industrial.

DEL FONDO, MEJOR NO HABLAR

Empecemos por lo que consideramos la cuestión de fondo, para sacarnos de encima este tema cuyo abordaje (por lo que sabemos…o lo que no sabemos) sigue pendiente en el sector; y como es algo así como «tocar campanas en el desierto», parece preferible -a los fines prácticos- relegarlo, por ahora, a favor de la coyuntura.

Esa cuestión de fondo es si conviene o no separar el negocio del vino del negocio del azúcar (el mosto) y del negocio de la fruta (pasa o de mesa). Entrarle en serio a este asunto, probablemente implicaría meter en la discusión (o no, no lo sabemos) el debate sobre eventuales regulaciones adicionales. En momentos, dicho sea de paso, en que soplan vientos desreguladores.  Así es que, mejor dejamos esto para otra ocasión.

EN TODAS las provincias donde se realizó la Estimación, se observa una muy buena sanidad en los viñedos, según el informe del I.N.V.

VEAMOS LA COYUNTURA

En cuanto a la coyuntura, volvamos sobre el planteo inicial: saber si ese millón y cuarto de uvas (presuntamente sin semilla, para pasas) volverá a estar mayoritariamente disponible este año (si es que el año pasado lo estuvo) para la industria del jugo concentrado .

El interrogante podría tener sentido, por más de una razón. Una, que la mejora cambiaria (todavía no licuada por la brecha entre el tipo de cambio exportador y el paralelo), más la (aparente) certeza de que los productos vitivinícolas no serán gravados con derechos de exportación, clarifica el escenario de los negocios con el exterior.

Lo que resta ver es cómo está, fuera del país, el mercado del jugo concentrado de uva (y el de sus potenciales sustitutos) y el mercado de pasas. Sobre esto, hay al menos dos cuestiones que, a nuestro entender, quienes están en el negocio estarán siguiendo con atención.

Una, por supuesto, la demanda mundial de uno y otro producto… y los precios. Sobre esto, debería empezar a descorrerse el velo en un par de semanas, en Dubai, durante la edición 2024 de la Gulfood, la feria de alimentos y bebidas más grande del mundo, que marca tendencia para el resto del año.

La otra es cuánto tardará en resolverse (si es que se resuelve… y cómo) la expansión del conflicto de Oriente Medio hacia la zona del Noreste de África y el Sudeste de Asia. Porque tiene un primer impacto directo, y es que está afectando una ruta marítima estratégica para el comercio global.

Esta situación está afectando la logística, y probablemente impacte en el costo de los fletes y -dicho sea de paso- se vería agravada si una eventual escalada terminara impactando en el precio del petróleo, porque el conflicto se desarrolla en la región que tiene las mayores reservas de crudo en el mundo.

Mientras más se prolongue este complejo escenario, las navieras irán buscando otras rutas. No podrán cortar camino por el Mar Rojo y el Mediterráneo para unir el Océano Índico con el Atlántico, y tendrán que irse hasta el extremo Sur de África.

Eso implicaría no sólo mayores costos (en combustible y en tiempo), sino también más días de contenedores en tránsito y, eventualmente, períodos adicionales de espera para consolidar la siguiente carga.

Estas consideraciones caben, particularmente, para cualquiera de los productos exportables que, para llegar a destino, tengan que dejar el continente. Porque si aumentan los costos de logística, van a aumentar también para las remesas -vía marítima- que tengan cualquier otro destino, aunque esos destinos no sean los mercados vecinos al área en conflicto.  

VOLVAMOS «A CASA»

De vuelta en Argentina (en San Juan, en este caso), donde parte del sector vitivinícola probablemente se esté planteando cuál será este año el destino mayoritario de las uvas paseras.

Si bien hay que ver cómo está la demanda de pasas y de mosto, y si tenemos en cuenta lo expuesto sobre las eventuales complicaciones logísticas, no habría que descartar que los exportadores de pasas vayan a tener un escenario menos complicado para llegar a sus mercados.

Es que, mientras los principales destinos del mosto son los países del Norte de América (más del 40% entre Estados Unidos y Canadá en 2022), Japón, Arabia Saudita… la mayor parte de las pasas quedan en el barrio. Sobre todo, Brasil, Colombia y Perú en ese mismo año, y en menor medida a U.S.A. y Europa.

MI REALIDAD, «LA» REALIDAD

En este punto podrá surgir el análisis de cuánto pueden representar esas uvas en el volumen total de materia prima transformada cada año en jugo concentrado. Esa misma ecuación de proporciones podría plantearse si se toma la producción total (nacional) de uvas para todos los destinos.

Pero, a nuestro entender, el centro de la cuestión no está en cuánto representan las uvas de San Juan en la producción nacional; ni qué parte del total (inclusive de la vendimia sanjuanina) representan las paseras de las que estamos hablando.

El hecho es, por un lado, que San Juan es la que destina la mayor proporción de sus uvas a pasas y a mosto. Además, para los viñateros sanjuaninos (como para los de cualquiera de las otras provincias vitícolas), su realidad -independientemente de la dimensión relativa de lo que producen- es la realidad.

CAIGAMOS EN LA TENTACIÓN

Claro que, como sus pares de otras regiones, son la parte más delgada por la que el hilo, generalmente, suele cortarse. Y aquí nos dejamos caer en la tentación de volver -aunque no para analizarlo, sino sólo para reiterarlo- sobre el tema que nos sacamos de encima unos párrafos más arriba.

En efecto, quizás habría que discutir si no hay margen para separar el negocio del vino del negocio del mosto y del de la fruta. Al fin y al cabo, estamos hablando de -probablemente- la actividad económica (la vitivinicultura) más regulada y controlada en la Argentina. Entonces: ¿Qué le hace una raya más al tigre?

No sabemos el grado de dificultad técnica que podría implicar el eventual intento de separar esos ámbitos de negocios. Ni si sería útil. Tampoco si tendría factibilidad política, si llegara a afectar intereses de subsectores dentro de la actividad.

Lo que está claro es que las uvas pasan de un lado a otro de la medianera, y en esas idas y vueltas se suele perder plata por el camino. Es cierto que cada uno le da, a su producto, el destino que cree más conveniente; y que -aún en sistemas con mercados más controlados- lo que termina imponiéndose es el resultado de la ecuación entre oferta y demanda… de lo que sea.

Claro que -y con esto terminamos- saber qué hacer, implica tener información. En este punto, una consideración sobre la Estimación de Cosecha que difunde el Instituto Nacional de Vitivinicultura, porque tiene que ver con el destino de las uvas de las que venimos hablando.

No estaría mal que estas estimaciones estuvieran discriminadas por destinoteórico, al menos- de la materia prima. De igual modo, en este caso, no sabemos el grado de dificultad técnica que esto supondría.

Lo que está claro es que este tipo de información -como la referida a otras variables de éste y de otros negocios- sirve básicamente para dos cosas. Si llega después del cierre de campaña, es útil para proyectar tendencias y tomar decisiones de mediano plazo.

Si llega antes de un momento crítico como la cosecha (éste sería el caso) debería servir para tomar decisiones de coyuntura. Por eso creemos que estas estimaciones, con un grado adicional de detalle, sería más útil.

Amigo lector: si con esfuerzo llegaste hasta punto, además de agradecerte te invitamos a que también, como nosotros, te dejes caer en la tentación y compartas, aquí abajo, los comentarios que te merezcan estos temas. Seguramente que será enriquecedor para todos.

COMENTARIOS


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

*
*

Lo más leído

AGENDA
AGENDA COMPLETA