GANADERÍA
PROTAGONISTAS
Andrés Selva, socio en Establecimiento Las Cachorras, al Sur de Mendoza, confía en poder introducir mejoras en su campo ganadero con apoyo de la Provincia.
EL ANFITRIÓN. Andrés Selva puso la casa, el pasado fin de semana, para realizar el Día de Campo, la previa de la Fiesta Nacional de la Ganadería de Zonas Áridas que se realizará del 3 al 7 de mayo, en General Alvear. FOTO/Revista Campo Andino & Agroindustria.
La mañana del sábado estaba fresca y con cielo despejado en General Alvear. Durante la jornada anterior había llovido, y eso siempre es bienvenido en los campos ganaderos del semiárido mendocino. Aún si alguna nube rezagada hubiese aguado la fiesta, el día después.
Pero no. Salió redondo. Agua para agradecer, y sol para celebrar. Es que el sábado (del pasado fin de semana) era la fecha dispuesta para el Día de Campo, la previa de la Fiesta Nacional de la Ganadería de Zonas Áridas (programada para los primeros días de mayo), que desde hace 42 años organiza la Cámara departamental de Comercio, Industria, Agricultura y Ganadería.
El encuentro fue en el Establecimiento Las Cachorras, un campo ubicado 25 km al Este de la ciudad de General Alvear, sobre la ruta nacional 188, en jurisdicción del distrito de Bowen. La gente comenzó a llegar temprano, en una jornada que arrancó con mate cocido y tortas fritas y cerró con música folklórica y algunos bailarines -de entre la concurrencia- que se animaron a ponerle movimiento a la primera tarde mendocina.
En el medio, algunos jinetes coparon los corrales para mostrar las habilidades y la ductilidad de sus caballos criollos y un par de cuarto de milla llegados de Jaime Prats (San Rafael); mientras la gente (una vez aliviada del desayuno campero) se arrimaba a los tablones atraída por unas jugosas empanadas fritas. Los pastelitos, al decir de los mendocinos.
Eran de esas que hay que comer con las piernas abiertas, porque chorrean; y las habían servido como aperitivo, previo a un copioso almuerzo que abrió con una cazuela de cordero y siguió con costillares a la llama, que desde primera hora reposaban en la cruz y fueron dorándose a medida que avanzaba la mañana. Para los incrédulos, compartimos algunas imágenes al final de estos párrafos.
Mientras seguían las charlas, en distintos corrillos, hicimos un aparte para conversar con el anfitrión, la sangre nueva de una familia bonaerense que tiene mucho camino transitado en la actividad ganadera, en Pergamino. Es -dicho sea de paso- la gente que cedió en comodato parte de la propiedad para construir la represa y montar la central de bombeo que alimenta al acueducto ganadero que se extiende entre Bowen y Canalejas.
Andrés Selva, socio de Selvalan S.A., propietaria de Establecimiento Las Cachorras, accedió al diálogo con Campo Andino sobre el filo del mediodía y, para abrir la charla como Dios manda, había que hablar del clima. «Las lluvias de las últimas semanas nos dieron un respiro… ayudan mucho», comentó, rememorando los difíciles momentos que atravesó la actividad, golpeada por una seca que todavía hará sentir sus efectos en el nuevo ciclo productivo.
Las Cachorras es un campo de 2.000 hectáreas divididas en cuatro potreros de entre 500 y 600 hectáreas. «Hacemos recría a campo, en este momento tenemos alrededor de 200 terneros», apuntó.
La familia Selva está en el negocio de la recría y el engorde de ganado bovino en Pergamino. En el 2007 Andrés se sumó al negocio familiar, cuando su padre, Mario (que ese día estaba cumpliendo años en Pehuajó, donde reside), le dejó la posta para que administrara su parte en la provincia de Buenos Aires; y en el 2013, en sociedad con su tío Alberto Selva compró el campo en el Sur de Mendoza.
«Enseguida trajimos hacienda, de distintas categorías, pero al poco tiempo nos centramos en la recría, que es lo que nos gusta y lo que sabemos hacer. Mi tío Alberto fue mi maestro –reconoce– me enseñó todo lo relacionado con el negocio de la hacienda; él lo hizo toda la vida».

EXPECTATIVA. El próximo paso que proyectan los Selva es -quizás con ayuda de la Provincia- limpiar 50 hectáreas del campo para poner un pivote y sembrar maíz o alfalfa y, entonces sí, cerrar el planteo de negocios que originalmente los llevó a Mendoza.
«Habíamos decidido darle más volumen al negocio ganadero, y anduvimos por otras provincias…», recuerda Andrés. Pero finalmente hicieron pie en Alvear. «¿Por qué Mendoza?», dice Selva, y se responde: «Bueno… por varias razones. Mi tío me llevaba a distintas provincias (anduvimos por el Litoral inclusive), y me traía también a esta zona cuando venía a comprar hacienda. Mendoza siempre me resultó una provincia muy agradable. El clima, la gente…Tiene algo especial. Por eso es que, mucho tiene que ver el gusto personal».
Aparte, claramente «hay una razón netamente económica, y es el valor de la tierra, que acá es mucho más accesible». También «porque nos queda cómodo venir desde Pergamino». Sobre ese punto, resume: «La ruta 188 nace en San Nicolás. Pergamino está en el kilómetro 70, y acá estamos en el 772, así es que estamos a 700 km clavados prácticamente. Salgo a las 5 de la mañana, llego más o menos a las 11 y media, como algo, y después de una siesta corta ya puedo aprovechar la tarde para empezar a trabajar».
Selva recuerda los comienzos en Las Cachorras. «Acá no había nada, excepto un corral -precario- que había quedado… y monte. El resto, lo hicimos todo. Las dos casas, los corrales, y reparamos y le hicimos algunas mejoras al corral que había. Le dimos una pasada de rolo a todo el campo, y eso nos permitió aumentar un poco la capacidad de carga».
El proyecto inicial fue hacer engorde, por eso es que «en una primera etapa de inversión hicimos tres corrales con capacidad para aproximadamente 150 animales cada uno, silo, mixer, chimango… pero como después las políticas no ayudaron, no estamos haciendo la terminación del ciclo». Comenta que «compramos un par de fincas también, con la idea de hacer un mini feedlot, pero finalmente las alquilamos y nos pagan con un porcentaje de rollo o de fardos».
«El año pasado fue muy malo… y éste, también», se lamenta Andrés. Pero no sólo por la escasez de lluvias. Es que «el precio de la invernada, del novillo… ahora se movió un poquito, pero hasta hace un mes costaba 380 pesos hacer un kilo de novillo gordo y lo estaban vendiendo a 320/330; se perdían de 50 a 60 pesos por kilo… los feedlot estaban trabajando todos a pérdida».
«Nosotros nos dedicamos a la ganadería, que es un negocio a largo plazo que -además- gira en torno al trabajo con seres vivos, algo que no siempre se tiene en cuenta. No se puede cortar de un momento a otro para dedicarse a otra cosa», explica. «Es muy difícil; y si la política no acompaña -al margen de los problemas que hemos tenido con el clima- lamentablemente nos quedamos sin capacidad de inversión».
A partir de ahora, «el próximo proyecto es ver la posibilidad -quizás con ayuda de la Provincia- de limpiar 50 hectáreas para poner un pivote y sembrar maíz o alfalfa para hacer nuestra propia comida y ahí sí, poder hacer el engorde», se esperanza Andrés Selva, el hombre que, como ganadero, decidió vivir simultáneamente en dos mundos productivos tan distintos, como son la zona núcleo bonaerense y el semiárido mendocino.








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