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En el INTA La Consulta, mostraron variedades con interesante desempeño y distintos ensayos sobre nutrición y mejoradores de suelo. Pero se encienden luces amarillas, por problemas sanitarios ocasionados por el riesgo de dispersión de un nematodo y una bacteria.
UN CLÁSICO. La evaluación de desempeño de variedades (hubo materiales desarrollados por 10 obtentores distintos, este año), es parte esencial de estos encuentros desde hace tres décadas. Foto / Revista Campo Andino & Agroindustria.

La posibilidad cierta de una cosecha récord (que está todavía en pleno desarrollo) puso un marco de optimismo al Día de Campo de Tomate para Industria, realizado -como cada año- en la Estación Experimental Agropecuaria La Consulta del INTA, en el Centro-Oeste de Mendoza.
Alrededor de 500 asistentes respondieron a la convocatoria al encuentro anual, organizado por el INTA y la Asociación Tomate 2000, el clúster sectorial de alcance regional que reúne a productores, industriales, viveristas; proveedores de maquinaria, insumos y servicios; y unidades del sistema académico-científico-tecnológico de la Región.
Evaluación de desempeño de variedades, ensayos con ácidos húmicos y fúlvicos para mejorar la estructura y la textura del suelo; bioestimulantes, fertilizantes foliares y enmiendas; y productos biológicos (como alternativa sustentable) para control de plagas y enfermedades, se destacaron entre los temas de abordados en el campo de la Experimental.
El tema sanitario mereció especial atención, ante la detección de Nacobbus aberrans, un nematodo que ha estado provocando pérdidas. Por ahora es acotada la superficie afectada, pero se teme que, si continuara esparciéndose, podría llegar a convertirse un problema serio para los cultivos.
Por otra parte, se supo que la bacteria Clavibacter Michiganensis, ocasionó problemas en diferentes zonas de San Juan y Mendoza. Pero pudo confirmarse que fue un problema focalizado en un vivero que, se supone, no debería repetirse en la próxima temporada.
Pese a ello, según adelantó el licenciado en Administración Agraria Patrick Smith, responsable de Investigación de Tomate de Industria del INTA y del Convenio INTA-Asociación Tomate 2000, «éste quizás sea el año récord de producción en Argentina».
En diálogo con Campo Andino, el profesional recordó que la mayor marca se había registrado «en 2024 (la temporada anterior) con 631 millones de kilos» y «este año esperamos superar esa cantidad». Aunque señaló que «todavía estamos en cosecha».
Subrayó que «Argentina es importador neto, porque la demanda nacional de tomate industrializado es de unos 660 millones de kilos por año, así que, considerando la producción del 2024, nos estaban faltando 30 millones, más lo que se exporte».
Eso «hace que, dentro de todo, el precio sea estable y no pueda caer mucho por debajo de los precios internacionales». Recordó que «el año pasado exportamos 13 millones de dólares e importamos por valor de 34 millones» .
En cuanto a los costos de producción de esta temporada, dijo no tener los números finos todavía, pero preliminarmente estima que puede haber rondado los $ 8 millones por hectárea, aunque dependerá de lo que cada productor haya invertido en el cultivo.
Acerca de los rendimientos de esta campaña, en San Juan y el Norte de Mendoza el promedio estaría fluctuando entre los 100.000 y los 108.000 kilos/ha. En el Valle de Uco siempre es algo menos (debido a la forma de regar por gravedad) lo que tira abajo el promedio general.
Para tener idea del volumen total habrá que esperar todavía. El grueso de la cosecha se extenderá hasta fines de marzo o principios de abril.
En el Valle de Uco es más corta, pero en San Juan y en Mendoza Norte probablemente se extienda (algunos años, según el clima, se ha estado cosechando hasta principios de mayo). «Mientras haya tomate, las industrias siguen moliendo» aseguró Smith.
Este año ha sido muy complicado para los productores que cultivan tomate sin contrato con una industria, lo cual, en años de escasez de materia prima les permite mejorar el precio, porque entra a jugar la ley de oferta/demanda.
Pero este año, de muy altos rendimientos, en el pico de la curva de cosecha ha provocado un derrumbe en el precio de tomate libre.
Esto pone de manifiesto la conveniencia de asegurar la cosecha a un precio acorde al mercado a través de un acuerdo legal previo con la industria, y no apostar a un eventual faltante en el mercado -para lograr mayor precio- que esta temporada no se dio, advierten algunos en el sector.
Lo cierto es que, en referencia a lo observado en el Día de Campo realizado en el INTA La Consulta, el Lic. Smith, se mostró particularmente preocupado por la presencia de Clavibacter, un tema al que prestaron especial atención en los ya tradicionales ensayos de variedades que llevan adelante cada temporada.
«Entre nuestras pruebas, tenemos variedades que cuentan con tolerancia a esta bacteria, que normalmente no es un problema en el tomate industrial» aclaró.
Relevó que «estamos realizando pruebas en laboratorio para profundizar el conocimiento de este problema y ayudar a abordar una solución».
Mientras tanto, «los viveros están trabajando sobre la prevención de su aparición desde la plantinera» aseguró.
La evaluación de desempeño de variedades (hubo materiales desarrollados por 10 obtentores distintos, este año), es parte esencial (fundante) de estos encuentros, desde hace tres décadas.
Los investigadores y técnicos buscan determinar distintas variables del cultivo (como fecha de trasplante, duración del ciclo, tolerancia a enfermedades y plagas, rendimiento, etc.) y su proyección de desempeño industrial.
Pero este año, hubo que poner una lupa más grande en el tema sanitario. Smith dijo a Campo Andino que «se destacaron los ensayos de variedades… al menos con tolerancia a Clavibacter, que ha tenido una dispersión inusual este año» .
Indicó que «es una enfermedad que se manifiesta más en follaje y fruto, pero en realidad donde ataca la bacteria es los haces vasculares» .
Precisó que «hay materiales que vienen por catálogo, con resistencia, y eso se evidenció en los ensayos”. Por ejemplo, “los de Heinz, el 1879 y 1881, se notaban muy sanos de follaje» .
Aclaró que «habría también algunos materiales de CVR o de ISI Sementi también». Entre ellos, «uno que se usa desde hace mucho, el 22706, que también tiene tolerancia y se ve que funciona bien» .
Adelantó que «ahora vamos a hacer ensayos de laboratorio en donde vamos a comparar materiales resistentes y susceptibles» .
Al margen de la atención coyuntural en el problema de Clavibacter, los ensayos giraron, como cada temporada, en torno a la determinación de distintas variables del cultivo, como fecha de trasplante, duración del ciclo, tolerancia a enfermedades y plagas, rendimiento, etc.) y su proyección de desempeño industrial.
Así, en términos de desempeño global -considerando los distintos parámetros- hubo variedades de tomate para industria que se destacaron en los distintos ensayos. «Por ejemplo, el NUN 507 de Nunhems» dijo el referente del INTA.
Ese material se caracteriza por ser «resistente a hongos de cuello, y en la zona en donde hacemos ensayos relacionados con eso se notaba particularmente resistente a problemas de suelo» . Pero aclaró que se destacó «también el ISI 23804 (con el que llevamos trabajando bastante tiempo)».
Aparte, «hay dos materiales de Monsanto que hemos empezado a ensayar, y que vienen bien». Uno es «el 9018, que es el nuevo precoz que ya está usando la mayoría de los productores que buscan ese atributo».
Apuntó que «es muy difícil combinar precocidad con productividad, por lo que no se usan mucho los precoces, pero cuando es necesario usar una variedad precoz, en general el productor se está inclinando por el 9018».
«El otro, es el 9019, un tomate de ciclo largo que se ve muy competitivo en los ensayos regionales y eso se destacó también en el Día de Campo como algo nuevo, porque ese no se usa tanto tan masivamente, mientras que los otros mencionados hace un par de años que están presentes en el mercado».
Esa variedad «tiene buena calidad de follaje y alta productividad, que es básicamente lo que busca el productor; y tiene buenas características industriales, así que se destacó en términos de producción», resumió el licenciado Patrick Smith.
Una temática que sigue en desarrollo es el trabajo con portainjertos. El profesional admite que es una opción que, al menos por ahora, encarece el cultivo, «y eso es un factor limitante», pero apuntó que «como toda tecnología, se va buscando la forma de abaratarla y hacerla viable».
Lo cierto es que siguen las pruebas, «tanto para vigorizar el cultivo como para resistir la acción de los organismos patógenos que están en el suelo» .
Señaló que «en California, por ejemplo, se usa el pie de injerto, en muchas hectáreas, para resistir a una raza del Fusarium, de manera que la tecnología es viable, pero hay que ajustarle los costos». Reconoció, no obstante, que «hay mucho para investigar» sobre este tema.
En cuanto a enmiendas «este año hemos estado enfocándonos mucho en lo que son los ácidos húmicos y fúlvicos, que vienen dando buenos resultados» puntualizó el Lic. Smith; destacando -de paso- su aporte para la sostenibilidad del suelo por su capacidad para conservar la textura.
Aclaró que esta temporada estuvieron probando dosis más altas, para acercarse al desempeño del guano, y que, «aunque a simple vista puede observarse que el resultado es positivo, los datos precisos -correlacionados con las dosis aplicadas- van a estar en el informe de progreso» que difundirán, como cada año, hacia junio-julio.
Por otra parte, en el capítulo de nutrición del cultivo, los técnicos del INTA-Tomate 2000 siguieron probando, por ejemplo, bioestimulantes y fertilizantes foliares. Repitieron un ensayo con «unas proteínas hidrolizadas y aminoácidos libres de la empresa Ando y Compañía, con buenos resultados».
Relacionado con la temática de nutrición, están trabajando, también, con microorganismos simbióticos que sirven como solubilizadores de fósforo, o fijadores de nitrógeno, según comentó el Lic. Smith.
En otro orden, el referente del INTA en Tomate de Industria dijo a Campo Andino que «hay un nematodo del género Nacobbus, para el cual no hay resistencia genética» por lo que «estamos probando muchos productos» .
Aunque están ensayando distintas opciones, «priorizamos los biológicos, o sostenibles en el tiempo y amigables con el medio ambiente» .
Nacobbus «es un nematodo que ataca las raíces y vive en el suelo» explicó Smith. Advirtió que «es muy difícil erradicar, aunque se puede disminuir la población con abono verde» .
Reconoció que «estamos buscando la manera de convivir con esta plaga que está cada vez más diseminada». Es que, «debido a que se comparte maquinaria, sobre todo al contratar la cosecha mecánica, la superficie afectada ha crecido mucho» .
Admitió que «todavía no tenemos grandes resultados, por lo que en el Día de Campo tuvimos una estación técnica de la Asociación, al menos para explicar en detalle el protocolo de limpieza de las maquinarias» .
Adelantó, de todos modos, que «vamos a empezar una serie de ensayos de biofumigación con diferentes especies como mostaza y rúcula, o alguna otra de la misma familia, para ver qué funciona mejor funciona para mantener baja la población».
Este tipo de plantas, que son sembradas en otoño-invierno, «producen compuestos orgánicos, glucosinolatos, que va liberando isotiocianatos -que son biocidas– por lo que matan hongos, bacterias, nematodos…» explicó el profesional.
Por otra parte, «hay otros microorganismos que estamos probando para combatir hongos de suelo como Trichodermas y Bacillus» . Apuntó que esto “entraría en la temática de Nacobbus y Phytophthora capsici, que lo expusimos en esa estación que estaba relacionada con problemas de patógenos de suelo».
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