GANADERÍA

MANEJO

El destete precoz ayuda a cuidar el estado corporal de las vacas para servicio

21 de noviembre de 2020

No es la “varita mágica”, pero sí una herramienta eficaz, que quita presión sobre el pastizal y ayuda a sostener la productividad en épocas de seca.


Sacar anticipadamente los terneros del campo y dejar el pasto para las vacas, puede marcar una diferencia significativa al momento de evaluar el índice de preñez en los rodeos de cría. Claro que no se trata simplemente de sacar el ternero del pie de la madre, sino que es el punto de partida de un proceso que (en paralelo con seguir de cerca la evolución del plantel de vientres) requiere una planificación básica en términos de tiempos y de recursos, y tener muy claro que hay demandas nutricionales de las crías destetadas, que obligarán a trabajar de manera muy precisa, para no malograr el negocio.

El tema del destete precoz fue planteado por el Ing. Agr. Aníbal Pordomingo  -del INTA Anguil, La Pampa- durante la Jornada Técnica Ganadera que organizó hace unos días el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, haciendo foco en el manejo del rodeo de cría, “para asegurar la preñez”, como rezaba la convocatoria.

En ese encuentro virtual habían expuesto, también, Patricio Oricchio -del Instituto de Clima y Agua del INTA Castelar- sobre actualidad y perspectivas climáticas, y Daniel Méndez -del INTA General Villegas- sobre planificación forrajera, temas ambos cuyos puntos salientes abordamos, hace unos días, en sendas publicaciones. El panel de especialistas estaba integrado, asimismo, por Germán Cantón, que compartió recomendaciones para el manejo sanitario; y Sebastián Maresca, que aportó pautas para el manejo nutricional y reproductivo del rodeo.

UN MODELO DE REFERENCIA

En su exposición, el Ing. Pordomingo sintetizó un modelo de referencia para implementar la técnica del destete precoz.  En realidad, fue una descripción general del sistema en sí, que tiene variantes según el lugar del país donde se lo aplique.

En cualquier caso, “implica el destete de animales de dos meses de edad (entre 50 y 70 días de vida) que, en razas británicas -incluida alguna cruza con cebuínas- son animales que en ese momento andan entre 60 y 70 kilos de peso vivo”, detalló.

“A esa edad y con ese peso ya estarían en condiciones de ser separados drásticamente de la leche materna -señaló- para pasar a una dieta totalmente sólida; pero para eso deberían ser rumiantes plenos”. Por eso es que “hay una etapa de desarrollo, hasta por lo menos los cuatro meses de vida (o sea, dos meses más, después de destetados) y -sería lo ideal- cuando hayan superado los 100 kilos de peso vivo”.

Durante ese lapso, el ternero tiene que ser alimentado con una dieta de alta digestibilidad y -aunque progresivamente va aumentando el consumo de pasto- requiere, necesariamente, de “una fuente energética de base almidonosa y de proteínas de calidad, porque no podría obtener la suficiente cantidad de energía simplemente del forraje”, apuntó el especialista.

UN PROCESO DE TRES ETAPAS

Pordomingo explicó que en los 10 a 12 ó 14 días iniciales del destete a corral, los terneros tienen que aprender a estar separados de la madre y a comer alimentos duros, secos. En los primeros días, “no les pediríamos mucho más que simplemente aprendan a comer; y luego, sí, podemos pensar en un cambio de peso”.

En esta primera etapa, entonces, deberían tener buena disponibilidad de agua y de sombra, y una dieta que tenga por lo menos el 50% y hasta un 75% de un concentrado, balanceado, basado en almidones y en proteínas de calidad, lo que ayudará mucho en su desarrollo.

Ese balanceado debería tener al menos 18% de proteína bruta (si fuera posible, arriba de 20%). Tendrían que ser proteínas verdaderas. Es decir, “de harinas vegetales de soja, girasol, etc, (pero no depender tanto de la urea, porque podría resultar tóxico)”, y “adicionalmente algún protector que impida el desarrollo de enfermedades gastrointestinales, pero que no limiten el consumo”, apuntó Pordomingo.

Como complemento, que sería el otro 50% o menos de la dieta, los henos. De alfalfa, un silaje de maíz, de avena o cebada. Es un aporte de fibra, con lo que el animal empieza a desarrollar su estructura ruminal.

Entre ese par de semanas de aprendizaje y alrededor de 15 días más, ya comiendo y con cierta ganancia de peso, el ternero va a estar en el corral alrededor de 30 días, más o menos.


EL TERNERO DESTETADO tiene que ser alimentado con una dieta de alta digestibilidad y, si bien progresivamente va aumentando el consumo de pasto, necesita una fuente energética de base almidonosa y proteínas de calidad. FOTO / CAMPO ANDINO.


PASTOREO MÁS SUPLEMENTACIÓN

En una segunda etapa, el animal va a pastoreo, pero siempre con el acompañamiento del suplemento, “que ahora deberá representar entre el 0,75% y el 1,2% del peso vivo”, esto es, “alrededor de un tercio o un poco más de lo que está dispuesto a comer” dijo el especialista. Explicó que “un animal de esa edad, de ese peso inicial, come más que el 3% de su peso vivo en base seca, no menos del 4% en realidad; entonces, no se debe subestimar la cantidad de alimento”.

El pasto tiene que ser de buena calidad, de buena digestibilidad. En regiones donde las condiciones lo permiten, se pueden combinar alfalfas o leguminosas con alguna gramínea. “No alfalfa pura, por su alto contenido de nitrógeno, que podría generar un síndrome parecido al exceso del consumo de urea”, advirtió.

Se pueden buscar forrajes que, por la forma de crecimiento y por la época, tiendan a ser tiernos. “A veces sirve el rebrote de alguna quema o desmalezada, o las pasturas naturales en zonas muy templadas”, agregó.

En cuanto a suplemento, durante los primeros 15 días seguirá siendo el que se le ofrecía a corral -que será algo que ya conoce- para ir pasando, después, hacia una forma más simple e incluso más barata.

En este caso (superadas las dos primeras semanas, y siempre dentro de esta segunda etapa, de “pastoreo + suplementación”) se formulará una ración concentrada con al menos 16% de proteína bruta, dependiendo de la calidad del pasto, basada en grano de maíz, avena, cebada o silajes de maíz, avena o trigo, que funcionan bien, siempre que sean de buena calidad.

Además, un concentrado proteico para complementar, que puede ser expeller de girasol, de soja, o afrechillo de trigo; y sumarle un núcleo vitamínico y mineral. Todo esto, para evitar que el animal “se quede” en su desarrollo. Pordomingo puso énfasis en señalar que “lo primero que hay que diseñar, es durante cuánto tiempo vamos a estar suplementando el pastoreo”. Indicó que “un parámetro puede ser la edad, por lo menos 100 días de vida y hasta 120 días; y un peso de algo más de 100 y, preferiblemente, 120 kilos”.

Llegado a este punto, “estos animales ya habrían alcanzado un desarrollo ruminal pleno” y estarían en condiciones de -en una tercera etapa- alimentarse 100% a pasto (que es más barato y simplifica el manejo), aunque se puede seguir suplementando, y de hecho lo hace en regiones del país donde -ya sea por sus condiciones naturales o por las que impone la seca- el pastizal es de baja calidad.

ALGUNAS EXPERIENCIAS

Junto con una serie de consideraciones muy detalladas respecto a la formulación y frecuencia de provisión de la dieta, el Ing. Agr. Aníbal Pordomingo mostró datos de varias experiencias. Una de ellas, realizada en un rodeo Hereford que incluyó la comparación de un destete convencional, a los 200 días, donde los animales aumentaron a razón de 580 gramos por día, con los 745 g/día ganados por un lote destetado precozmente, con muy buena eficiencia de conversión.

En otros ensayos, los resultados permitieron concluir que, terneros destetados a menor edad (menos de 80 días de vida) pueden expresar adecuadamente su potencial de crecimiento en la etapa de suplementación, alcanzando ese objetivo de mínima, de sumar 500 gramos de peso por día.

Compartió, también, datos de experiencias donde hicieron foco en otra de las variables: la participación relativa de la fibra en la dieta, y sus resultados. Evaluaron, por un lado, terneros destetados a una edad de entre 70 y 80 días. En este caso, cuando la fibra superó el 75% del total de la dieta en los primeros días posteriores al destete, no se alcanzó ese objetivo (de mínima) de 500g/día de ganancia de peso.

Si bien la performance mejoró en las dos etapas siguientes (“pastoreo + suplementación” y “100% pasto”), cuando se hizo el balance de las tres etapas, el promedio general no llegó a ese medio kilo diario. Sí lo logró -en esa primera etapa- el lote de terneros alimentados con una dieta donde la fibra participó en no más del 50%, y mejor aún otro lote, que comió sólo el 25% de fibra.

Por otro lado, estudiaron la respuesta de animales mayores (de entre 90 y 110 días de edad al destete), también ante distinta proporción de fibra en la composición de la dieta. Todos anduvieron mejor que los destetados más tempranamente. En todos los casos superaron los 500g/día de ganancia de peso, aún cuando la fibra participó con el 75% de la dieta.

NO PERDER DE VISTA EL OBJETIVO

Esto nos da lugar a una consideración. Es interesante tener presentes estos datos, y cada productor sabrá qué le conviene hacer (o qué puede hacer) según lo que tenga y lo que le falte -y cuánto le falte- en el campo y en el lugar (el que sea, según la región) donde vaya a desarrollarse el proceso a partir del destete.

Pero lo que no hay que perder de vista es el objetivo central de esta práctica de manejo. Siempre lo es, y especialmente en tiempos de seca: asegurar el mayor porcentaje posible de preñez.

Entonces, hay que hacer la cuenta muy precisa. Hay que plantearse si conviene esperar a destetar a los 90, 100 ó 110 días después de nacidos los terneros, porque igual van a superar ese mínimo de 500g/día de ganancia de peso, aún con una dieta de 75% de fibra… o “resignarse” a tener no más del 50%, e inclusive menos, de comida relativamente ”barata”, pero dejar el pasto del campo solamente para las vacas durante 30 ó 40 días más, y darles más chances de mejorar su estado corporal, entrar en celo y preñarse, y tener vientres productivos al menos por un año más.  

Finalmente, un par de consideraciones, que surgieron -en este caso- a partir de intervenciones de otros especialistas en esa Jornada Técnica. Por un lado, estar muy pendientes del rodeo. Seguirlo muy de cerca, para ir viendo el estado corporal de las vacas.

Por otro, que la práctica del destete precoz exige también mucha atención ya que, si bien no es complicado, requiere un manejo muy preciso, para no malograr los futuros novillos… y el negocio.

Lo ideal es consultar con el profesional de confianza o en las unidades especializadas de los organismos de investigación y transferencia de tecnología (como el INTA, en este caso), para tener los mejores resultados posibles, dentro de las limitaciones o de las oportunidades dadas por el clima (según la zona) y por cada campo en particular.

Porque el destete precoz no es una “varita mágica”. De hecho, no es la única herramienta que sirve para sostener el rodeo de cría, aunque es muy útil y eficaz. Dependerá, claro, del punto de partida. Si una vaca parida tiene que atravesar una seca hasta el momento del servicio, será difícil recuperarla. Pero, sin llegar a casos extremos, en campos muy duros el pasto nunca sobra, por lo que habrá que plantearse si ésta no debería ser una práctica regular… aunque no sea “mágica”.

Para eso, no es aconsejable salir de un momento para otro a destetar, sino planificar todo el proceso, en términos de tiempos y de recursos, no sólo financieros sino también de conocimiento (aunque es relativamente fácil de implementar) y de logística, que a veces no se tiene en cuenta y es un factor muy limitante en algunas regiones.  Esta planificación del destete precoz puede contribuir también -además de quitar un factor de presión sobre el estado corporal de los vientres- a ordenar el servicio. Pero éste, ya es otro tema.

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