FRUTICULTURA
NUEVO CICLO
Registros disponibles hasta el 31 de julio arrojan uno de los balances más bajos de la serie histórica. El Ing. Agr. Hilario Lázaro -referente de la Experimental Rama Caída del INTA- sugiere tomar alguna medida, como aplicar productos que mejoren la salida del reposo.
ESPERANDO ÉSTO. Esta temporada se presenta con menos Unidades Frío que la 2023, cuando -pese a una floración con signos de frío subóptimo- la cosecha fue muy buena. Algo similar ocurrió en2007 y 2012 cuando (con menos frío que el presente año) los montes terminaron entregando 100.000 t. Ahora, en 2025, el próximo interrogante podrá ser develado recién en primavera. Habrá que ver si aporta calor, o viene fresca y con escasa energía disponible para la brotación. La prefloración, como la que muestra la imagen, terminará siendo uno de los momentos más esperados de este ciclo. FOTO / Revista Campo Andino & Agroindustria.

A medida que aparecen nuevos datos sobre la acumulación de frío útil de cara al nuevo ciclo frutícola, se afianza el temor que, para los requerimientos de algunas especies, -como la ciruela para deshidratar– el balance pueda terminar quedando con algún déficit, lo que dejaría abierto un escenario de marcada incertidumbre en términos productivos.
Hace una semana compartíamos datos -relativamente inquietantes, ya- de estaciones meteorológicas de la «Red Fepedi» -Federación del Plan Estratégico del Durazno Industria de Mendoza- que daban cuenta de registros que arrancaron el 1° mayo (cuando, en realidad -dicho sea de paso- todavía no había frío para sumar).
Por aquí dejamos el enlace con esa publicación, donde hacíamos foco en el criterio de poda que parece haber prevalecido este año, en razón de la coyuntura y el probable escenario meteorológico; y en función de la estrategia comercial de esta «naciente» temporada.
Esta semana, en tanto, tuvimos acceso a la lectura de lo que registró la Central Meteorológica de la Estación Experimental Agropecuaria del INTA Rama Caída (San Rafael), en el corazón de la zona ciruelera de Argentina.
El ingeniero agrónomo Hilario Lázaro, referente en manejo del cultivo de ciruelos de esa Unidad de Investigación y Extensión, recogió y procesó los datos tomados a partir del 18 de mayo.
«Ése fue el momento del inicio del invierno efectivo para la planta, en esta zona», dijo Lázaro en diálogo con Campo Andino. «Fue cuando los balances empezaron a dar positivo» en términos de acumulación de frío útil para la fisiología del ciruelo.
Esa lectura, que recogió los valores registrados allí hasta el 31 de julio último, da cuenta de la acumulación de 532 Unidades Frío. Esto representa «uno de los valores más bajos de la serie histórica» aseguró el profesional.
Detalló que «mayo (desde el día 18) aportó 132 UF; el mes de junio sumó 193; mientras que en julio se agregaron otras 207 Unidades Frío» . Lázaro dijo a Campo Andino que «todos esos valores se ubican por debajo del promedio histórico» .
Reconoce que «falta agosto que -históricamente- aporta un 19% promedio» del frío que cuenta; el que sirve, en términos de la fisiología del cultivo. Pero advierte que «de seguir esta tendencia, difícilmente llegue a completar las 100 UF que debería sumar (el mes 8) si este invierno se hubiera comportado como otros anteriores».
Aquí abre un paréntesis para relativizar el valor de la sensación que podríamos tener al ponerle el cuerpo al frío invernal. En ese sentido, confiesa: «Si hubiera tenido que guiarme sólo por cómo lo percibo -desde mi condición humana- y sin estos números a la vista, probablemente hubiera dicho: fue un invierno no tan frío… pero invierno al fin«.
Pero resulta que «lo que realmente cuenta -subraya- es si ese frío que percibo, es suficiente para lo que necesita la planta» y todo parece indicar, hasta ahora, que no resulta suficiente.
LA ESPERANZA. Que se acumulen algo más de 750 UF y que levanten rápidamente las temperaturas al final del invierno, para que el calor compense lo que falte porque… el frío efectivo va a ser escaso, considerando lo que necesitan las pantas para tener un buen arranque.
En efecto, para Lázaro «está claro que el frío efectivo es escaso, considerando lo que necesitan las pantas para tener un buen arranque«.
Esto es así, «a pesar de las temperaturas mínimas que tuvimos a fines de junio, que llegaron a valores de entre 10° y 14° bajo cero, según la zona» señaló. Aseguró que «nunca, en 32 años de actividad en esta zona del Oasis Sur, me tocó ver algo igual» .
En este punto, hay que volver sobre la preocupación que recogíamos hace poco más de una semana por el eventual impacto negativo de esas (para la zona) extremadamente bajas temperaturas.
Imaginemos que, sin haber terminado de salir del confort de un –por entonces- incipiente invierno benigno, las plantas andaban en musculosa cuando, de golpe, se contrajo el mercurio en el termómetro hasta quedar «clavado» en la línea 14 por debajo de la del cero. Así… no hay cuerpo que aguante.
Esos fríos, de una intensidad que -además- se extendió durante varias horas, «no debieron haber provocado daños por la condición de reposo» apuntó, escuetamente, el especialista. «Pero habrá que esperar. Por ahora, lo que se diga… son sólo conjeturas» aclaró.

HILARIO LÁZARO. «Personalmente, creo que lo crítico se vive desde unos días antes hasta unos días después de la floración. No sólo por las heladas (tardías) que, claro, son un factor importante. Sino, en general, por (…) las situaciones de marcada amplitud térmica, que son típicas de nuestros oasis».
Por otra parte, el Ing. Lázaro dejó abierto el camino hacia la ponderación de otra variable, que necesariamente debe ser considerada, porque complementa la ecuación: las temperaturas de la fase que sigue a la dormancia.
Advirtió, primero, que «los modelos con base experimental sólo intentan predecir cómo se comportaría el árbol a la salida del reposo invernal: si debemos esperar que se exprese de manera completa y rápida, o con lenta aparición de hojas y floración escalonada… prolongada en el tiempo».
Pero (esos modelos) «no incorporan en la ecuación el calor posterior -también necesario-al frío acumulado» durante la dormancia, señaló.
«Esas temperaturas más altas influyen mucho -remarcó- como lo ha determinado el colega de INTA Mendoza Eduardo Tersoglio, en cerezos: A menos frío, más calor necesario para brotar; y viceversa» .
Para Lázaro, «el problema de los últimos años es que, después de una transición fresca -desde el invierno- a la primavera le cuesta instalarse» de modo que «resulta escasa la energía disponible para la brotación» .
EL RIESGO. Aparte de todos los demás imponderables (heladas tardías, viento, granizo…) la eventualidad de una primavera fresca dejaría a los ciruelos en situación de floración prolongada y despareja, y con grandes incógnitas abiertas desde lo productivo.
Lo cierto es que, yendo a los números fríos (nunca mejor dicho) «esta temporada se presenta con menos UF que el 2023, cuando hubo gran preocupación por este tema», advierte el referente del INTA Rama Caída.
Eso sí… recuerda que «en aquel momento -cuando teníamos 660 UF finalizado julio y 700 a mediados de agosto… y pese a una floración con signos de frío subóptimo- la cosecha fue estupenda» .
Escarba un poco más en su memoria para señalar que algo similar a eso ocurrió «en los años 2007 y 2012» que tuvieron «todavía menos frío que este año (2025) y la cosecha fue de 100.000 toneladas» .
¿Entonces…? «A pesar de tener esto en cuenta -como anticipamos en mayo para la poda- el invierno es importante, pero personalmente -afirma el Ing. Lázaro- creo que lo crítico se vive desde unos días antes hasta unos días después de la floración» .
Apunta que esto es así «no sólo por las heladas (tardías) que, claro, son un factor importante -reconoce- sino, en general, por las altas temperaturas y los vientos asociados a ellas, alternadas con bajas bruscas» es decir, «situaciones de marcada amplitud térmica, que son típicas de nuestros oasis».
Lázaro reconoce que «la pregunta que surge, cada temporada, es cuánto necesita el ciruelo» para dar por bien cubierto su requerimiento de frío invernal. «Puede ser muy variable» dice el referente del INTA, porque insiste en que «dependerá en buena medida de la oferta térmica disponible a la salida de la dormancia» .
De todos modos, «si bien la demanda de unidades de frío del ciruelo es de alrededor de 800 en todo el ciclo -recuerda- sobre 750 UF yo estaría tranquilo para el caso de la ciruela… siempre y cuando levanten rápidamente las temperaturas al final del invierno, porque el calor compensa parte del frío no alcanzado».
Eso quiere decir que, «si nos encontráramos con una primavera fresca, estaríamos frente a una floración larga y despareja, y con grandes incógnitas abiertas desde lo productivo» advirtió. Por lo pronto, «es para considerar la posibilidad de tomar alguna medida, como aplicar productos que mejoren la salida del reposo» sugirió el Ing. Agr. Hilario Lázaro en su diálogo con Campo Andino.
CIRUELA INDUSTRIA 2024/2025 ESTACIÓN EXPERIMENTAL AGROPECUARIA INTA RAMA CAÍDA - SAN RAFAEL ING. AGR. HILARIO LÁZARO