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«La crisis hídrica nos va a condicionar la vida diaria en el Oeste de Argentina»

28 de diciembre de 2020

Para el Director del Centro Regional Mendoza-San Juan del INTA, Claudio Galmarini, el uso racional del agua es prioridad en la Agenda 2021.


A un año de haber asumido como Director del Centro Regional Mendoza-San Juan del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, dialogamos con el Dr. Claudio Galmarini. Con más de 30 años de actividad en el INTA, y con un doctorado en Genética logrado durante su paso académico por Estados Unidos, Galmarini, antes de asumir como director regional, coordinaba desde el año 2006 el Proyecto Nacional de Hortalizas, Flores y Aromáticas del organismo nacional.

Apenas iniciado el 2020 -cuando recién había asumido- habíamos conversado con él, y ya entonces advertía que «el contexto mundial es cada vez más complejo», y caracterizado por un «alto nivel de incertidumbre y de cambios en las relaciones».

Por entonces, la emergencia sanitaria no había alcanzado la dimensión global que tendría algunas semanas después; pero comenzaba a hacerse sentir en el escenario internacional. En ese momento, Galmarini hacía foco en el problema del cambio climático que «acá en la Región, lo estamos observando claramente con el aumento de las temperaturas medias y la escasez del recurso hídrico».

Advertía, entonces que «para Mendoza y San Juan, donde el agua es central para el desarrollo de nuestros cultivos y de la agroindustria y de nuestra vida, como habitantes del árido, son temas centrales que debemos abordar en toda su dimensión y complejidad».

A estos problemas se sumaba «la situación del país, que  hace que la gestión de cualquier organismo -a nivel nacional y provincial no sea del todo sencilla- por escasez de recursos, en un contexto complejo, que todavía no sabemos cómo se va a resolver».

Nos pareció atinado traer al presente aquellas consideraciones para poner al lector en situación, con este par de párrafos de aquella extensa charla que «nunca vio la luz», por así decirlo, porque las circunstancias nos obligaron a interrumpir la edición impresa de Campo Andino.

Pasaron muchas cosas a lo largo del año. La proyección de los mayores desafíos se mantiene intacta; pero a ello se suma el drama de una crisis de salud pública sobre cuya resolución (y la continuidad de su impacto en todos los órdenes de la vida cotidiana de los pueblos, sin distinción de fronteras) nadie podría aventurar una respuesta, sin temor a equivocarse.

Aún así, debemos continuar; y como cada vez que el calendario nos marca la transición entre un año y otro es momento de hacer balances, compartimos con nuestros lectores los tramos centrales de este renovado diálogo que mantuvimos con Claudio Galmarini, Director del Centro Regional Mendoza-San Juan del INTA.


-¿Qué balance se puede hacer, desde lo institucional, de este 2020 que termina?

-Ha sido un año particularmente difícil, marcado por la incertidumbre, con muchas sombras… La más significativa, el hecho de haber tenido que lamentar la pérdida de algunos compañeros a causa del COVID, como el caso de Hernán Vila, Director de la Estación Experimental Agropecuaria Mendoza. Pero con algunas luces también, que permiten avizorar un camino interesante para el 2021.

Tuvimos que repensar gran parte de lo que habíamos planificado, en función de esta nueva realidad. Como a todos, nos obligó a buscar nuevas maneras de trabajar dentro de la Institución, y también hacia afuera, en nuestro vínculo con los productores. Sin embrago logramos cumplir gran parte de lo planificado, incluso se concretaron los concursos de las direcciones de nuestras Estaciones Experimentales.

-Claro, es que hubo una ruptura de la «presencialidad». ¿Cómo adaptaron el «día a día», a la modalidad de «trabajo a distancia»?

-La virtualidad nos enseñó mucho. Nuevas maneras de gestionar, de vincularnos con las demás instituciones y de llegar a los productores, que dejan un saldo positivo.

Aumentamos entre un 60% y un 70% las capacitaciones virtuales; e incrementamos la llegada a un número de productores y de profesionales (y a lugares) que no hubiéramos imaginado. Acostumbrados a las reuniones presenciales, con una influencia más local, fue notable el impacto que han tenido algunas de las temáticas que hemos propuesto, no sólo en nuestra Región, sino también en otras del país e inclusive en el extranjero.

-De todos modos, continuaron las actividades “a campo”…

-Entre el 30% y el 40% del personal ha trabajado en forma presencial, cumpliendo rigurosos protocolos. Esto nos ha permitido dar continuidad a los proyectos y cumplir con gran parte de los objetivos institucionales.

Pero la presencia en el territorio tuvo un alcance social también. Llegamos con bolsones de verduras a comunidades alejadas del Sur de Mendoza y de Lavalle en el Norte y de zonas de la provincia de San Juan.

Quiero agradecer al personal del INTA y de las instituciones que colaboran con nosotros, para atender a poblaciones necesitadas que sufrieron particularmente las limitaciones que impuso la pandemia.

En relación con esto -de alguna manera- en 2020 cumplió 30 años del Programa ProHuerta, que durante esta emergencia ha tenido una importancia y una demanda mayor que otros años, porque la gente dispuso de más tiempo para hacer su huerta en casa. El impacto de este programa, financiado por el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, ha sido muy significativo.

-¿Cómo adecuaron la ejecución del presupuesto en un año de restricciones… si es que las hubo?

-Sobre este punto, en realidad, llegaron buenas noticias más temprano que tarde. Veníamos de años muy complicados, inclusive para hacer frente al funcionamiento básico de las distintas unidades.

Pero a partir de junio de este año, tuvimos un refuerzo presupuestario importante, que nos permitió adecuar las instalaciones de nuestra experimentales, mantener equipos y vehículos.

Estamos en mejores condiciones para afrontar el 2021. Vamos a poder concretar muchos de los planes que tenemos en marcha. Eso ha sido una muy buena noticia y es parte de las luces que mencionaba antes. Somos optimistas en cuanto al presupuesto que recibiremos en el año 2021.

-El problema de la crisis hídrica ocupó un lugar prioritario en la agenda de su primer año de gestión…

-Y seguirá siendo el centro de nuestra preocupación. Porque, claramente, afecta a toda la zona andina y, por supuesto, a San Juan y Mendoza.

Este año, en la Cordillera del Sur de Mendoza y en la Frontal del Centro de la provincia, hubo nevadas un poco por encima del promedio histórico, lo cual va a ayudar a aliviar la situación en alguna medida. Pero esto no ocurrió en la Cordillera del Norte de Mendoza y mucho menos en San Juan.

La situación va a seguir complicada, y frente a eso, hemos implementado varios proyectos que ya están en marcha. Para mejorar aspectos básicos, como la eficiencia del riego intrafinca. Una mejora de sólo 3% ó 4% va a significar un ahorro importante del recurso hídrico. No sólo un ahorro, sino que, en muchos casos, definirá la posibilidad de producir o no. Estamos instalando parcelas demostrativas en las que se medirá la eficiencia de riego en distintos sistemas de cultivo, en todas las zonas irrigadas de la región.

-¿Interactúan con otros organismos para abordar el problema del agua?

-Estos proyectos a los que hacía referencia los estamos trabajando en forma interinstitucional. En Mendoza, junto con el Departamento General de Irrigación; y en el caso de San Juan, donde la crisis es más acuciante, con el Gobierno de la Provincia e instituciones como la Dirección de Hidráulica, el Instituto Nacional del Agua, el Centro de Aguas Subterráneas y la Universidad Nacional de San Juan, que vienen haciendo un trabajo destacado.

Presentamos un proyecto para hacer el balance hídrico del río San Juan. Cada institución aporta sus fortalezas, en una iniciativa que permitirá proyectar el uso del agua a diez, veinte… y por qué no, más años. Esto ha sido tomado como una Política de Estado en esa Provincia, y creo que eso es muy importante, porque evidencia la toma de conciencia sobre el problema.

Hay otras iniciativas para trabajar, en esa provincia, junto con diferentes organismos públicos y privados involucrados con el manejo del agua. Estamos impulsando un proyecto al Ministerio de Ciencia y Técnica de la Nación para la creación de un centro interinstitucional vinculado a los recursos hídricos en San Juan.

-Avanzaron bastante, también, con la actualización del Plan Estratégico Vitivinícola. ¿En qué punto están, y qué queda por hacer?

-Este año fue elevada (y aprobada a fines de noviembre, por parte de la COVIAR) la actualización del PEVI 2020 con una mirada al 2030, y el 10 de diciembre fue presentada al ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, Luis Basterra.

Fue fruto de un trabajo muy participativo, y creo que eso es lo verdaderamente relevante. El rol del INTA fue darle un marco metodológico y de alguna manera coordinar la implementación de esa metodología. Es un proceso que deberá desembocar en la actualización de un Plan que es del propio sector vitivinícola.

-¿Esto había empezado ya en 2019, verdad?

-Claro, durante el 2019 se organizaron numerosos talleres presenciales, desde Jujuy-Salta hasta las zonas vitivinícolas de la Patagonia, pasando por Catamarca, La Rioja, San Juan, Mendoza, consultando a los diferentes actores de la actividad.

Luego, ya en pandemia, en forma virtual se hicieron consultas a muchas organizaciones vinculadas al sector. Se redactó el borrador, se sometió a una encuesta de la que participaron más de 1.000 referentes, y finalmente se llegó a un documento consensuado que expresa una misión, una visión, objetivos, y algunas acciones estratégicas clave, con proyección al 2030.

Esperemos que el año que viene podamos volver a las distintas regiones vitivinícolas en forma presencial para mejorar el Plan, lograr consensos y validarlo.

-¿Qué se espera que aporte esta «hoja de ruta» hacia el 2030, en términos de objetivos estratégicos para el sector?

-Por un lado, se apunta a incrementar las exportaciones de vinos, pasas, uvas de mesa y mosto; y llegar a un cierto umbral de consumo en el mercado interno para que se sostenga en torno a los 23 o 24 litros de vino per cápita por año…

Por otra parte -y esto como rasgo distintivo- aporta una visión claramente orientada a la sustentabilidad ambiental, económica y social.

Lo ambiental, cruzado por el tema hídrico, apuntando a un uso eficiente del agua y también de la energía, con acciones estratégicas importantes para el uso de energías renovables. En lo social y económico, comprometiéndonos en la integración de los productores (sobre todo entre el sector primario y el sector elaborador), para lograr mayor equidad en la distribución de los ingresos.

-¿El «turismo del vino» finalmente tendrá su espacio formal en el PEVI?

-El enoturismo es otra clave que tiene esta actualización del Plan Estratégico Vitivinícola (que no lo tenía la versión inicial). Es una actividad que ha crecido, y no sólo en las zonas vitícolas tradicionales, como San Juan, Mendoza o Salta, sino también en Catamarca, en Córdoba, en la costa de la Provincia de Buenos Aires. Hacia adelante, hay que definir objetivos por zonas -en eso se va a trabajar durante el 2021- porque si bien el Plan Estratégico tiene lineamientos generales, para cada zona tiene particularidades y prioridades diferentes.

-¿Cómo se imagina que debería plasmarse esa segmentación?

-Por ejemplo, para Córdoba, el objetivo es potenciar el turismo del vino y, al mismo tiempo, aumentar las ventas de vinos a esos turistas que concurren a la provincia. No es lo mismo para el caso de Mendoza o San Juan donde, considerado la dimensión del sector (y sin descuidar el turismo del vino) llegar a nuevos mercados y aumentar las exportaciones, pasa a ser crucial.

-El INTA participa, en la Región, de iniciativas que apuntan a fortalecer la institucionalidad y promover la mejora competitiva de distintos sectores productivos, a través de los clústeres. ¿Ese trabajo tuvo continuidad durante este año?

-Hemos seguido trabajando, con las restricciones lógicas que han afectado a todas las actividades. Es una estructura que ayuda mucho a fortalecer a los sectores, y continúa consolidándose. El Clúster Ganadero, el de la Ciruelas Deshidratadas, el de Frutos Secos, que es una actividad que está creciendo mucho en Mendoza y en San Juan. Todos aportan a la diversificación productiva, con buenas perspectivas de mercado.

En general, tratamos de priorizar actividades que tengan que ver con la innovación, con la diversificación productiva, con el objetivo de mejorar no sólo la rentabilidad de las explotaciones agropecuarias o agroindustriales, sino también la calidad de vida de nuestros productores y elaboradores, teniendo una mirada en el ambiente en que se llevan a cabo.

-Volvamos sobre la escasez de agua en la Región. Esto va más allá de lo estrictamente productivo…

-La crisis hídricaes un problema, no sólo en lo agrícola. Nos va a condicionar la vida diaria en las provincias del Oeste de Argentina.  Afectará el consumo humano, el uso recreativo e industrial. Los pronósticos de los especialistas en estudios del clima son claros, en el sentido que en los próximos años vamos a ir teniendo menos precipitaciones de nieve en la Cordillera.

Esto se va a agravar y, claramente, hay que tomar acciones, porque compromete el desarrollo de cualquier actividad en el oasis y en el secano también. Por eso es que nosotros situamos el tema como prioritario, en lo que nos compete, que es el riego agrícola y el uso del agua en las zonas de secano.

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