VITIVINICULTURA

MERCADOS

La estructura oligopsónica del mercado atenta contra la renta del viñatero

5 de septiembre de 2020

Según el Director del INTA San Juan, Maximiliano Battistella, otros factores externos y debilidades propias afectan también la competitividad del productor.


La caída del consumo de vinos; la concentración del mercado (no menos del 60% en manos de tres empresas); la falta de contratos que establezcan parámetros de calidad, compromisos de precios y formas de pago; y debilidades estructurales como la casi nula integración de los viñateros y la inviabilidad de un modelo tecnológico mano de obra intensivo en un cultivo industrial, vienen mellando la rentabilidad del sector productivo primario de la vitivinicultura sanjuanina.

El problema fue expuesto durante una conferencia virtual organizada por la Estación Experimental Agropecuaria (EEA) INTA San Juan, en el marco del ciclo de Viticultura-Aportes para la sustentabilidad, organizado por esa unidad del Organismo, con sede en Pocito.

En esta oportunidad, el tema en agenda fue: “Análisis de rentabilidad. Nuevas visiones y desafíos para el sector”. Constituyó la primera parte de un capítulo más amplio (que continuará el jueves de la semana próxima cuando se tratará la “crisis del modelo tecnológico actual” y “una propuesta de innovación integral”) cuyo abordaje plantea, como visión, una vitivinicultura sustentable desde lo económico, lo ecológico y lo sociocultural.

En la apertura del encuentro de esta semana, el Ing. Agr. Maximiliano Battistella, director de la EEA INTA San Juan, compartió un análisis descarnado de “la crisis vitivinícola, particularmente la del sector primario”, haciendo foco (aunque aclaró que no es el único factor determinante) en el deterioro de la rentabilidad.

PRECIOS CONDICIONADOS

Battistella, que -en el ámbito académico- es jefe de la Cátedra de Viticultura de la Unidad Integrada INTA-Universidad Nacional de San Juan, en la Facultad de Ingeniería de esa casa de altos estudios, señaló -en principio- la necesidad de evaluar las “limitantes estructurales de la rentabilidad del sector primario vitivinícola”.

En ese sentido, al analizar los factores determinantes del precio de la uva (que, multiplicado por el volumen producido, determinará el ingreso bruto del productor), apuntó a las condiciones del mercado como uno de los de mayor incidencia, si bien la variedad de la que se trate y la zona de origen, por supuesto, contribuyen a conformar el valor de la materia prima cada temporada.

Al referirse el mercado de uvas para vinificar, identificó básicamente dos condicionantes estructurales. Por un lado, la caída del consumo (un problema que tiene la vitivinicultura en la Argentina y en el mundo, sobre todo en los países tradicionales). Comparó, en ese sentido, los 88 litros per cápita que consumía el mercado interno en la década de 1980, con los algo menos de 19 litros/hab/año en 2018.

Otra de las particularidades del mercado local de uvas y vinos que consideró como “un problema”, en términos de transparencia del ‘juego entre oferta y demanda’, es que “tiene una estructura oligopsónica”, dada por una alta concentración de compradores de uva-vendedores de vino.

Advirtió, en ese sentido, que las tres principales bodegas de Argentina comercializan aproximadamente el 60% del volumen de vino que se produce” en el país. Esto impacta en el precio, particularmente en el de la uva y en el de los vinos básicos.


MAXIMILIANO BATTISTELLA, Director de la Estación Experimental Agropecuaria INTA San Juan, apuntó a la falta de transparencia en la puja entre oferta y demanda, al señalar que el mercado de uvas para vinificar tiene una estructura oligopsónica. Aunque advirtió sobre debilidades estructurales en el sector de la producción primaria. En ese sentido, sentenció que un modelo tecnológico mano de obra intensivo, en un cultivo industrial, no es sustentable. FOTO / CAMPO ANDINO.


Otra “gran limitante estructural” del precio, es la “falta de integración vertical de los productores primarios (principalmente en la provincia de San Juan), ya sea que estén organizados en formas asociativas o no”. Esta situación “podría estar favorecida por la ausencia de una agricultura ‘de contrato’ o, si existe, es marginal”.

Por lo tanto, “al no haber contratos que establezcan parámetros de calidad, compromisos de precios, formas de pago… las posibilidades de compartir la rentabilidad de otros eslabones de la cadena, es muy limitada para los productores primarios”, sentenció el Ing. Battistella.

Otro de los problemas, es que el comercio de uvas carece de índices objetivos de calidad; y “ésta es la principal limitante para hacer innovaciones dentro de la producción primaria, que mejoren la calidad”, explicó. Se preguntaba por qué un productor de zona cálida haría labores que fueran en detrimento del rendimiento, como el raleo de frutos o algunas prácticas dentro del manejo de canopia (como el deshoje), o la restricción hídrica, o el uso de reguladores de crecimiento, si eso no va se va a ver reflejado en el precio de la uva, que va a estar fuertemente determinado por la zona donde se produce”.

Considera que “ése es un gran desafío que tiene el sector primario vitivinícola: el armado de índices objetivos de calidad, junto con la industria”. Entiende que “generaría un círculo virtuoso, porque alentaría a los productores a innovar para mejorar la calidad”.

EL VOLUMEN PRODUCIDO

El otro componente de los ingresos del productor es la cantidad. El volumen cosechado. En este capítulo, el Ing. Battistella puso en análisis un par de puntos, básicamente. Por un lado, puntualizó que el viñatero no está aprovechando el potencial productivo que ofrece su zona. Recordó, en ese sentido, que San Juan es una de las regiones del mundo vitivinícolas con mayor productividad.

Sin embargo (y este es otro de los tópicos a considerar), “se utilizan sistemas de conducción y se realizan manejos que condicionan esta variable” dijo; y adelantó que este tópico será analizado en profundidad en próximas conferencias, dentro de este ciclo.

Lo cierto es que “deberíamos tener por objetivo maximizar la producción de nuestros cultivos, para un determinado estándar de calidad”; e intentar “tirar por tierra con el falso dilema entre volumen de producción y calidad”. Advirtió que, por condiciones agroclimáticas San Juan (salvando las diferencias por zonas, porque no son iguales los Valles Andinos que el Valle de Tulúm) tiene un alto potencial productivo, sin resentir la calidad de las uvas para vinificar.

COSTOS DE PRODUCCIÓN

El otro factor de la ecuación (que será compulsado con los ingresos) es el costo de producción. Sobre esto, apuntó al “principal modelo de producción que tenemos en San Juan, que es el parral”, como una de las mayores debilidades. Un sistema de conducción aún vigente en el 87% de la superficie” cultivada con vid en esa provincia.

Es que “no permite la mecanización”, como para poder reducir la incidencia en el cuadro de costos operativos de tareas como la poda o la cosecha, que -sumadas- representan poco menos del 70%. Un porcentaje levemente superado, si se le suman otras labores “manuales”.

Battistella admite que con las últimas devaluaciones “puede haberse modificado un poco la relación” (y los agroquímicos estén representando hoy algo más del 20% que indica el modelo que presentó en su conferencia de esta semana), pero lo cierto es que el factor costo, si no se abordan cambios estructurales, seguirá siendo un problema sin solución para un “modelo tecnológico mano de obra intensivo, en un cultivo industrial”.

Señaló que hubo una fuerte erradicación de viñedos de Cabernet Sauvignon, Merlot, Syrah, en un período durante el cual estaban dejando buenos ingresos.

“Evidentemente -dijo- los costos de producción y los rendimientos, posiblemente, hayan sido los factores que impulsaron la decisión de erradicar”.

El ingeniero Battistella apuntó que “generalmente hacemos foco en el precio cuando tenemos problemas de rentabilidad, aunque el precio es un componente de la ecuación; es importante pero no el único. Insistió en que “tenemos altos costos que tienen que ver con el modelo de producción ‘mano de obra intensiva’; aunque “hay alternativas, tanto de innovación organizacional como tecnológica”, para poder reducirlos.

Aseguró que “es posible ir a otros modelos de producción” (…) con “una innovación en la provincia de San Juan, tendiendo a la mecanización integral de este cultivo, que es industrial”; aunque este tema será abordado en la próxima conferencia de este mismo ciclo, por investigadores del INTA.

MEDICIÓN DE SUSTENTABILIDAD

A su turno, la Ing. Agr. Paola Studer, consultora privada en Sustentabilidad, docente e investigadora de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNCuyo, presentó “Una propuesta de indicadores para la medición de sustentabilidad bajo un enfoque integral, en agroecosistemas vitivinícolas de Mendoza”.

El trabajo presentado es producto de investigaciones realizadas a partir de casos concretos, en establecimientos de la Primera Zona Vitivinícola de Mendoza. Son empresas de cierta escala, con respaldo financiero, que vienen aplicando determinadas herramientas tecnológicas y comienzan a interesarse (aunque estos criterios también son aplicables a producciones de menor dimensión) en un modelo de gestión integral, que contemple la sustentabilidad económica, ecológica y sociocultural.

Estos estudios recién están comenzando en la región. De hecho, los indicadores de medición de sustentabilidad que fueron presentados están en proceso de ajuste. Seguramente tendremos oportunidad de abordar puntualmente esta temática, en próximas publicaciones.

Por su parte, Beatriz Pugliese, MSc Ing. Agr., investigadora de la EEA INTA San Juan y docente en la mencionada cátedra de Viticultura, expuso sobre “Evaluación de sustentabilidad de agroecosistema en un contexto de baja rentabilidad en cultivos frutícolas”.

Subrayó que “efectivamente, este modelo vitícola no está funcionando”, y “por eso empezamos a hablar de sustentabilidad”. Ella abordó, puntualmente, el cultivo de uva de mesa. Los problemas de esta producción, que también merecerán un tratamiento puntual en Campo Andino, fue tratado por la Ing. Pugliese con un enfoque consistente con el planteo de su colega Studer.

En este caso, y aunque los indicadores también continúan en proceso de “sintonía fina”, permiten poner en números algunas falencias puntuales, que podrían corregirse. Sobre el final de su conferencia -y como primer paso de transición hacia un manejo agroecológico para el caso de la uva de mesa- presentó los resultados de una evaluación del impacto que tendría el cambio del sistema tradicional de conducción (parral cuyano) por el sistema Open Gable. Asegura que se evidenciaron “mejoras en el desempeño del trabajador rural y en la producción”, lo que deberá reflejarse en “mayor rentabilidad y favorecer la aplicación de manejos amigables con el ambiente”.

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