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Es que estamos en zona de liquidación. Además, la seca no afloja, lo que podría comprometer aún más la próxima temporada de procreo bovino. El fantasma de 2008/2010.
PREOCUPA la demora en el cambio de tendencia a favor de un nuevo ciclo de retención de vientres ya que, por este camino, seguirán resintiéndose las existencias de ganado vacuno. FOTO / Revista Campo Andino & Agroindustria.

La persistente faena de hembras, que ya define patrones de liquidación, y la prolongación de la seca -que hace dudar sobre la performance de la nueva temporada de procreo- acrecienta la incertidumbre sobre los tiempos de recuperación del stock bovino en Argentina.
Las luces amarillas las encendió el ROSGAN en su reporte semanal, que pone el acento, por un lado, en que las cifras de faena de vientres siguen claramente por encima de la franja de neutralidad para instalarse en zona de liquidación y, por otro, que la falta de lluvias en las zonas más productivas sigue poniendo presión -peligrosamente- sobre los planteles de cría.
Admite que, «estacionalmente el número (de hembras sacrificadas) tiende a ceder», pero remarca que los datos de septiembre aun muestran un alto número destinado a faena, «algo que, al sostenerse en el tiempo, compromete directamente la capacidad de recuperación del stock futuro».
Por otra parte, pone la lupa sobre la zafra que viene y la que le seguirá. En ese sentido, y aunque señala la imposibilidad de saber con certeza el número de terneros perdidos este año por fallas en las preñeces, sentencia que «la seca ha tenido su efecto».
Pero, al margen de ese impacto -ya descontado, aunque se podrá precisar recién al final del año, con las cifras de stock en la mano- «preocupa la cantidad de hembras que van a sacrificio a causa de una seca que no afloja» y que «de prolongarse -remarca- podría comprometer una nueva temporada de procreo».
De acuerdo a los datos que surgen de los documentos de traslado (DTe), septiembre habría registrado nuevamente más del 49% de hembras en la faena, entre vacas, vaquillonas y terneras, «un umbral que comienza a alertar, tras seis meses de elevada participación» indica el reporte.
Reconoce que en años recientes como 2019 y 2020, hubo picos de alta faena de hembras, pero recuerda que han coincidido con los momentos pico de salida estacional (abril-mayo-junio) de vacas. Lo que llama la atención este año, es «la persistencia de estos indicadores aun por fuera de esos picos estacionales».
En este sentido, «para encontrar momentos de fuerte extracción de hembras por períodos prolongados de tiempo, debemos remitirnos precisamente a los años 2008-2010, asociados a un marcado proceso de liquidación», recuerda.

En lo que va del año, han ido a sacrificio unos 5,28 millones de hembras, 740 mil más que lo registrado de enero a septiembre del año pasado. De ese total 2,35 millones son vacas, 435 mil más que el año pasado «cuando la seca aún no había empezado a mostrar su peor efecto», indica el informe del ROSGAN.
En términos relativos, sobre los 23,1 millones de vacas registradas en stock a inicios del período, la faena actual representa algo más del 10%, lo que refleja otro dato alarmante. Porque, en el año 2008, habiendo iniciado el ciclo con 23,4 millones de vacas en stock, coincidentemente el 10% de ese stock fue enviado a faena en los primeros nueve meses del año.
Como consecuencia de ese nivel de extracción, sumado a una mayor mortandad de animales y, fundamentalmente, al bajo nivel de reposición de hembras logrado en aquel período, el stock de vacas se vio diezmado de un año a otro en 1,2 millones de cabezas, recuerda.

Rememora, asimismo, que «en aquel entonces, esta menor cantidad de vientres en producción recibió a su vez el impacto de una prolongada sequía que siguió afectando los índices de procreo».
Fue por eso que, «al siguiente año, la cantidad de terneros logrados se vio reducida en 1,6 millones de cabezas, pasando de 13,1 millones contados a diciembre de 2008 a 11,5 millones, en diciembre de 2009».
El texto puntualiza que «de aquella gran seca de 2008-2010 tardamos al menos 3 años en comenzar a reconstruir el stock de vacas perdido, recuperación que se consiguió recién una década más tarde».
El contexto de aquel entonces tampoco contribuía a una rápida recuperación. «Las adversidades que debió enfrentar el sector en términos de políticas productivas y exportadoras -señala- lejos de alentar la reconstrucción, generaban fuertes desincentivos».
El reporte del ROSGAN, cuya edición coordina la analista María Julia Aiassa, cierra con una reflexión optimista. «Afortunadamente -dice- a diferencia de aquel momento en el que transitábamos el pleno apogeo de un modelo político e ideológico que resultó sumamente adverso para el sector, el país se encuentra ante la posibilidad de nuevo cambio de ciclo».
«Más allá de los diferentes matices que ofrece cada una de las principales opciones electorales que se enfrentarán en las urnas en las próximas semanas, todos parecen coincidir en la necesidad de descomprimir la presión que sufre el sector productivo, atentos a la enorme potencialidad que ofrece una Argentina abierta al mundo».
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