VITIVINICULTURA
MERCADOS
Coincidieron en ese criterio miembros del Consejo Asesor del Banco de Vinos de Mendoza. La existencia proyectada a junio de 2024 daría para 6 meses y una semana de despachos. Detalle: parece que uno de los consejeros habló de lo que pocos hablan.
RETROCESO. Según datos provisorios que difundió esta semana el INV, la comercialización de vinos en el mercado nacional cayó 11% interanual, tanto julio contra julio como en los primeros 7 meses (2023 vs. 2022). FOTO / Revista Campo Andino & Agroindustria.

En un contexto de incertidumbre política y económica, y pese a la persistente caída en las ventas, consejeros del Banco de Vinos de Mendoza coincidieron en que no sería prudente que el ente estatal de la Provincia interviniera en el mercado para neutralizar eventuales excedentes que, al menos por ahora, no avizoran.
El pronunciamiento del Consejo Asesor tomó en cuenta las proyecciones al 1° de junio del año próximo, que situarían el stock en un equivalente a 6 meses y una semana de despachos, según consigna un reporte de Prensa del Gobierno de la Provincia.
Añade que los consejeros sopesaron, inclusive, el reciente informe del Instituto Nacional de Vitivinicultura, que da cuenta de un retroceso adicional de las ventas de vinos en el mercado interno.
En efecto, según datos provisorios que difundió esta semana el INV, la comercialización de vinos en el mercado nacional cayó 11% al cierre de julio pasado en comparación con igual mes del año anterior; el mismo porcentaje que registra el balance negativo de los primeros 7 de meses de este año frente al acumulado de enero-julio de 2022.
Lo cierto es que el informe oficial recoge expresiones de los asistentes de la reunión sobre su visión de la coyuntura y el escenario de por venir. Pero, además -y llamativamente- se encarga de poner en boca de casi todos, la valoración positiva del Banco de Vinos y el acuerdo en darle continuidad a ese ámbito desde el cual se define si el Estado provincial va a intervenir o no en el mercado.
Así como los economistas se cuidan (al menos los más prudentes) en pronosticar un escenario de hiperinflación para la economía argentina, los referentes del sector vitivinícola dicen no ver en el horizonte un escenario de hiperstock aunque… siguen muy de cerca la evolución de la situación.
Es que hay variables demasiado difusas, como para dar luz verde a la intervención estatal en el mercado. No está claro cuál puede ser el recorrido que tendrá el precio del vino; cómo se comportará la actividad económica en Argentina; y qué rumbo tomará el país a partir de las próximas elecciones presidenciales. Por eso es que los consejeros del Banco de Vinos entienden que es preferible, por el momento, no avanzar en una intervención.
De paso, en el sector admiten que el precio real del vino ha mostrado una evolución positiva en el último período (datos del INDEC a través del IPC). Pero advierten que esa mejora ya no es suficiente.
«Es que, a raíz del desmanejo macroeconómico del Gobierno nacional, esa pequeña diferencia positiva se diluyó por la tremenda inflación en el costo de los insumos que se utilizan en la viticultura que, habitualmente, va encadenado al comportamiento del dólar informal», dijo al respecto Alfredo Aciar, director ejecutivo del Banco de Vinos.
El funcionario provincial admitió que la decisión fue tomada aun sabiendo que «los costos de producción son cada vez más altos; lo que hace que la actividad presente problemas de rentabilidad».
Carlos Crotta, en representación del sector fraccionador de vinos, comentó que el tipo de cambio no acompañó este año, lo que limitó la posibilidad de exportar más vino. Reveló que su empresa tenía operaciones cerradas antes de las elecciones primarias pero, al igual que les ocurrió a otras del sector, no se pudieron concretar. «Deberíamos esperar hasta después de las elecciones», apuntó.
El representante del sector trasladista, Miguel Abdala, cree que «nadie se va a animar a inmovilizar (vino), porque nadie sabe cuáles serán las medidas que vaya a tomar el nuevo gobierno a partir de diciembre».
Sugiere, en cambio, «mirar con mucha atención lo que ocurre a nuestro alrededor: la política, el clima y el mercado interno».
Por su parte, Sergio Bertona, en representación del sector productivo primario de la zona Norte, reflexionó que «es una situación de triste equilibrio» aunque «quiero seguir siendo optimista».
Por lo pronto, «esta situación lleva a que el productor primario, como los tenedores de algún volumen de vino, estén reteniendo el producto ante la inestabilidad que presenta este contexto macroeconómico».
En cuanto a las medidas de regulación, «siempre el primero, es el clima, pero la medida más fuerte es el acuerdo Mendoza-San Juan». El Banco de Vinos «es una herramienta para hacer sintonía fina», en opinión del productor del Norte mendocino.
Marcelo Federici, representante del sector cooperativista, coincidió en que «en este momento, ante la incertidumbre que hay, no es conveniente salir a captar vinos».
En igual sentido se pronunciaron Pedro Carricondo -representante del sector fraccionador de vinos- y Fabián García, productor primario del Valle de Uco. Hicieron hincapié en que no están dadas las condiciones para intervenir en el mercado debido al contexto macroeconómico y la falta de certidumbre.
Claudio Manrique, representante del sector primario en la zona Sur, introdujo una variable vinculada con la relación entre viñateros y bodegueros. «Antes de intentar salir a captar vinos se debería dialogar sobre otros factores, como los plazos de pago y en manos de quién está el vino» advirtió, según la escueta referencia del reporte oficial de Prensa.
Aunque la mayoría no lo dice en voz alta (excepto Manrique por lo que parece, y quizás algún otro viñatero) parte de este planteo podría complementar lo expresado por Alfredo Aciar, el director ejecutivo del Banco Vinos.
Porque hay -según lo que podemos inferir- un razonamiento implícito en las expresiones del funcionario (al menos las que difundió el área de Prensa del Gobierno de la Provincia).
Ese razonamiento es que, si tomaron la decisión de no intervenir -aunque son conscientes de que al productor primario no le cierran los números- es porque si lo hicieran supuestamente se tonificaría el precio en el mercado de traslado.
Esto, que beneficiaría al productor (al que le haya quedado vino) implicaría un costo adicional para quienes fraccionan el producto, que seguramente ya no podrían seguir trasladándolo al consumidor sin riesgo a una caída adicional en las ventas.
De tal manera que, esa mejora en el precio real del vino (de la que dio cuenta en su momento el INDEC) recortada, ya, por el aumento que también tuvieron los costos de las bodegas, podría terminar definitivamente diluida (o con signo negativo) si tuvieran que salir a pagar más por lo que van a meter dentro de la botella.
Esto podría explicar el planteo del sureño Claudio Manrique que, seguramente, también hace esa ecuación. Pero le suma un par de factores.
Uno es que, ya que no cabe esperar una eventual mejora en el precio del vino en el mercado de traslado porque el Estado no va a intervenir, habría que acortar los plazos que se toma la industria (en general) para pagarle al productor primario.
«En manos de quién está el vino», es el otro asunto que Manrique propone para una eventual agenda de diálogo. La sutileza del referente del Sur podría dejar entrever que, si el Estado provincial saliera a comprar vino, estaría resolviéndole el problema de mercado a algunos que probablemente se hicieron de ese vino a un precio mucho menor y (o) lo vienen pagando en cómodas cuotas que -no lo sabemos- quizás no contienen ajustes más o menos equivalentes a la evolución que ha tenido la inflación.
Así las cosas, cada uno expone -con sus razones- parte de la verdad. Pero la actividad vitivinícola es tan heterogénea y diversa, y la representación gremial-empresaria ha estado siempre tan atomizada (territorial y sectorialmente) que siempre hay lugar para esconder la leche (el vino, en este caso).
Lo cierto es que, al menos por lo que surge de la información oficial, Aciar no recogió el guante que arrojó Manrique; y al parecer, tampoco lo hizo Sergio Moralejo, subsecretario de Agricultura y Ganadería de la Provincia, quien también estuvo en la reunión del Consejo Asesor del Banco de Vinos.
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