
VITIVINICULTURA
MERCADOS
Creen que faltará mosto y vino a granel que cumpla pautas mínimas de calidad. Preocupa el impacto de la crisis sanitaria en el comercio mundial de vinos.
Con un panorama sobre la situación y tendencias de los mercados de productos vitivinícolas, la Estación Experimental Agropecuaria San Juan del INTA dio continuidad este jueves a su “Ciclo de Viticultura – Aportes para la Sustentabilidad”, que viene desarrollando a través de plataformas virtuales.
El tema es de particular interés porque, entender hacia dónde va el mercado y adaptar la oferta a la demanda, implicará dar un paso importante para empezar a resolver al menos uno de los componentes de la ecuación de rentabilidad que, hoy por hoy, está en el centro de las preocupaciones del sector.
El balance negativo en las cuentas del productor es reflejo de “una serie de problemas estructurales de la vitivinicultura regional”, advirtió el ingeniero agrónomo Maximiliano Battistella, director de la Experimental con sede en Pocito.
En la apertura del encuentro, Battistella recordó que “históricamente se intentó resolver el problema de la rentabilidad con una discusión del precio, que es uno de los componentes de la ecuación” y que después se incorporó “la cantidad”, en ese debate, “pero hay otros factores”.
Apuntó en ese sentido que, mientras queda pendiente abordar otros puntos como la estructura de costos y específicamente la ecuación de rentabilidad, así como cuestiones de manejo y tecnología”, entre otros, toca ahora “incluir en la agenda el escenario comercial de la actividad”.
La reunión de este jueves estuvo centrada en la exposición del ingeniero agrónomo Ramiro Cascón, consultor privado y catedrático en la carrera de Agronomía de la Universidad Nacional de San Juan, quien abrió con una descripción del panorama productivo a nivel global.
En ese sentido, señaló una “disminución de la superficie implantada con viñedos en todo el mundo”. Particularmente “en Europa, donde se ha incentivado la erradicación (para equilibrar su propio mercado)”, de manera que la superficie global, que tuvo un pico de algo más de 7,8 millones de hectáreas hacia el 2003, cerró el 2019 con poco más de 7,4 Mha, según datos preliminares difundidos este año por la Organización Internacional de la Vid y el Vino (ver gráfico).
La producción mundial de vino, en tanto, muestra altibajos más o menos pronunciados en los últimos 20 años. De casi 250 millones de hectolitros en 2017, trepó por encima de los 290 en 2019, para caer hasta 260 Mhl al cierre del año pasado, según los datos de la OIV, que exhibió Cascón.
Mientras tanto, el consumo global (que sigue mostrando en el “podio” a Estados Unidos, Francia e Italia, todos por encima de los 20 Mhl/año) se sostuvo, al cierre de 2019, apenas debajo de los 245 millones de hectolitros, según datos provisorios de la OIV. La institución ubicó a la Argentina, en el quinto lugar como productor de vino, con 13 millones de hectolitros; y en el noveno puesto como consumidor, con 8,5 Mhl.
El ingeniero Cascón detalló, por otra parte, la correlación entre la caída del producto bruto mundial y la del consumo de vino en ciertos períodos de la historia relativamente reciente. Como producto de la crisis financiera de 2008, por ejemplo, el consumo cayó 2,3 puntos por cada punto de caída del producto bruto mundial; y en 2015 (desajustes cambiarios mediante), esa relación fue de 1,6. En ambos casos, el consumo volvió a los niveles previos, recién dos años y medio después.
El especialista refirió estos hechos para dejar abierto el interrogante sobre en qué medida se reflejará ahora -y por cuánto tiempo- el deterioro de la economía global producto de la crisis sanitaria (que seguramente será mucho mayor que en aquellos dos episodios mencionados), en el consumo internacional de vino.
Si ese impacto fuera muy grande, frenaría el avance sostenido que ha venido evidenciando el comercio internacional, que cerró 2019 con un volumen de 105 Mhl, o un poco más. Por lo pronto, la demanda de China habría experimentado, ya, una caída significativa.
EN CAÍDA. Según datos publicados en 2020 por la Organización Internacional de la Vid y el Vino (OIV) la superficie implantada con viñedos en el mundo, ha sufrido una sensible retracción en las últimas dos décadas. FUENTE: Exposición de RAMIRO CASCÓN durante la conferencia organizada por la EEA INTA San Juan.
El expositor detalló que más de la mitad del volumen de las transacciones internacionales del año pasado se hicieron con vino envasado. En valor FOB, en tanto, las proporciones cambian. Los 21.722 millones de euros que sumaron los negocios mediante esa modalidad, representaron casi el 70% del total facturado (promedio de 3,93 euros el litro).
Por otra parte, cerca del 34% del volumen transado correspondió a vinos a granel, en este caso por un valor de 2.465 M de euros (promedio de 0,72 euros/l). Todas estas cifras fueron tomadas por Cascón, del Observatorio Español del Mercado del Vino.
A todo esto, en el mercado interno argentino (que es bastante más potente que el de algunos de sus competidores en el comercio mundial) el consumo ha repuntado casi 7%, en estos meses de aislamiento social.
Lo reflejan los números del INV citados por el ingeniero Cascón. Frente a los poco menos de 409 millones de litros que sumaron las autorizaciones de despacho del primer semestre del año pasado, las de la primera mitad de 2020 totalizaron algo más de 437 millones.
Es que, debido al confinamiento, como medida de protección sanitaria, hubo mayor consumo en el hogar y con la familia; y como los precios de los vinos en supermercados y almacenes son más accesibles que en restaurantes, se registraron compras adicionales por esos canales.
Asimismo -y a contramano del resto del mundo vitivinícola- el país aumentó sus exportaciones. En los primeros 7 meses de este año, Argentina colocó fuera del país un volumen total de 2,37 millones de hectolitros. Si bien el incremento fue de sólo 4,3% en el caso del vino fraccionado (enero-julio, 2020 vs. 2019), en vinos a granel el avance fue de 133,6%. Este incremento tiene como explicación excluyente, que los productos argentinos son baratos en el mundo.
Cascón explicó que “todo esto ha dinamizado el mercado” y mejorado los precios negociados en las zonas argentinas de producción. Comparó informes con valores promedio publicados por la Bolsa de Comercio de Mendoza donde consta que, entre diciembre de 2019 y julio de 2020, el precio por litro del blanco genérico pasó de $ 7,70 a $ 16; el del genérico tinto, de $ 8,50 a $ 16; el de varietales tintos, de $ 8,30 a $ 22; y el precio del mosto sulfitado, de $ 8,96 a $ 17 el litro, en el mismo lapso.
Así, casi se duplicaron los precios de los vinos genéricos, y más aún en el caso de los varietales. El mosto, en tanto, superó al genérico blanco, porque es un valor que siempre se corrige por el contenido de azúcar. Aún así, los $ 17 son con la base de 220 g de azúcar por litro.
Lo cierto es que “hay una demanda sostenida y eso tracciona el precio” enfatizó. El especialista cree que “los precios recién están mejorando ahora, porque muchos de los que elaboran a maquila tuvieron que salir a vender para afrontar los gastos de poda y atada entre mayo y julio”. Luego, terminadas estas labores en los viñedos, observa cierta retracción de la oferta y una demanda que convalida una mejora de precios.
El ingeniero Cascón se plantea si “vamos a poder sostener esta mejora” y “cuáles son las expectativas del mercado hacia adelante”. Algunos sostienen, para el caso del mosto sulfitado, que la producción disponible no será suficiente para atender la demanda, que viene muy firme a nivel internacional. En el caso de los vinos a granel, ya vendría complicada la exportación, porque no habría volumen suficiente que reúna parámetros mínimos de calidad que exigen los mercados.
MERCADO NACIONAL. En el primer semestre del año, los volúmenes de despacho autorizados por el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) para el mercado interno argentino, superaron en casi 7% a los de igual período de 2019. FUENTE: Exposición de RAMIRO CASCÓN durante la conferencia organizada por la EEA INTA San Juan.
Aparte de insinuar que hay que mirar de cerca el parque varietal por zonas, en función de lo que hay plantado y lo que demanda el mercado, el ingeniero agrónomo Ramiro Cascón remarcó algunos puntos sobre los que debería trabajar el sector. Particularmente, en términos de diferenciación y agregado de valor al producto (y en esto “no sólo deberá involucrarse el sector primario”, dijo).
En este sentido, reflexionó acerca de algunas opciones sobre las cuales trabajar para achicar la diferencia entre la proporción de “lo que queda” para el vino -dentro del precio final del producto- comparado con la parte que “se llevan” el envase, la logística, la comercialización, etc.
Entre las acciones a explorar mencionó la diferenciación del producto. Por ejemplo, a través de “sellos” -no sólo para el vino, sino también para el mosto- que permitan identificar al producto por la zona de producción, por trazabilidad, por certificación de su proceso de producción (como los orgánicos, los kosher o los ajustados a normas como Global GAP) o certificación de “Comercio Justo”. También habló de productos distintos (puso el ejemplo de una grapa que desde hace unos años se está produciendo en Mendoza) y de nuevos envases, como la botella de cartón o la lata.
En otro plano, sugirió empezar a pensar en algún proceso de organización o de integración -sobre todo de pequeñas y medianas bodegas- para encarar el problema de la logística y los circuitos comerciales. Inclusive en abordar (o expandir) otros modelos de negocios, algunos de los cuales vienen siendo trabajados desde hace años, como el turismo del vino, que complementa el negocio de la bodega y permite colocar en forma directa una parte de la producción, obteniendo el precio completo de la botella. Al mismo tiempo, sugirió trabajar en los canales digitales de promoción y venta, como las redes sociales.
Tras un repaso de la producción y el negocio de las pasas y, en menor medida, un panorama de la uva para consumo en fresco (temas, ambos, que seguramente abordaremos nosotros en próximas publicaciones de Campo Andino), Cascón planteó una idea para el análisis, en relación con el Plan Estratégico Sectorial.
En este sentido, reflexionó que “estamos renovando el Plan Estratégico Vitivinícola” con vistas hacia el 2030 y “creo que la provincia de San Juan podría plantear su propio Plan Estratégico, porque seguramente lo vamos a ver distinto que alguien que está parado en el Valle de Uco… y quizás nos parecemos más al Este de Mendoza”.
Entonces, “creo que cada una de estas zonas importantes de producción, podría darse un plan propio de desarrollo estratégico de la actividad, y analizar más en detalle la zona y su potencialidad para proponer un rumbo de trabajo”.
En el cierre de la jornada, el Director del Centro Regional Mendoza-San Juan del INTA, hizo foco -precisamente- en el trabajo que se viene realizando con vistas a dar forma a un nuevo tramo de esta “hoja de ruta” para el sector.
El doctor ingeniero agrónomo Claudio Galmarini subrayó que, a partir de un convenio celebrado el año pasado, el INTA participa junto con la Corporación Vitivinícola Argentina en actividades que deberán desembocar, luego, en la formulación del Plan Estratégico Vitivinícola (PEVI) 2030.
En ese sentido, destacó que “se ha trabajo mucho, en una primera etapa, con talleres regionales realizados -desde Cafayate hasta Río Negro- para relevar inquietudes del sector primario y del sector bodeguero”.
Reveló que “en este momento hay un equipo de redacción que está preparando el borrador del Plan Estratégico, donde están volcadas muchas iniciativas y propuestas, incluidas algunas de las que acababa de resumir Ramiro Cascón en su exposición.
Claudio Galmarini invitó “a la construcción de ese Plan Estratégico -si bien tiene críticas, que el sector conoce- porque el hecho de tener institucionalidad en la Vitivinicultura, no es de menor importancia; es un logro de años haber construido el Plan Estratégico 2020”. Reconoció que “planificar, en la Argentina, no es tarea fácil -peor aún en medio de la situación que estamos viviendo- pero no tener plan no nos va a llevar a ningún lado”. Por ello, instó a todo el sector a “participar y exponer su visión crítica, para que el Plan refleje adónde queremos llegar en los próximos diez años; por lo menos que nos marque un rumbo para poder posicionar los productos de la actividad vitivinícola y, sobre todo, que la renta pueda ser mejor distribuida y al productor primario le llegue más de lo que le llega”.
CLAUDIO GALMARINI INTA MENDOZA-SAN JUAN MAXIMILIANO BATTISTELLA PEVI 2030 PLAN ESTRATÉGICO VITIVINÍCOLA RAMIRO CASCÓN TENDENCIAS DEL MERCADO VITIVINÍCOLA
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