AGRICULTURA
INSUMOS
Se trata de Azotobac, una formulación desarrollada por un equipo de investigadores del INTA, que actúa sobre los mecanismos de promoción del crecimiento vegetal.
CARLOS PICCINETTI, investigador del Instituto de Microbiología y Zoología Agrícola del INTA, explica cómo llegaron a ese desarrollo y por qué es una innovación biotecnológica. FOTO / GENTILEZA INTA Informa.

Un equipo de investigadores del Instituto de Microbiología y Zoología Agrícola (IMyZA) del INTA desarrolló un biofertilizante que combina dos microorganismos habitualmente residentes en el suelo, en una formulación que contribuye con una implantación más rápida del cultivo y favorece las condiciones de desarrollo y producción posteriores.
El biodesarrollo, realizado con base en Azotobacter salinestris y Bacillus megaterium -dos bacterias de vida libre- ofrece una nueva opción como estimulante del crecimiento, debido a que en la actualidad no existen formulados comerciales similares” según una publicación del INTA.
Los biofertilizantes son formulados cuyo principal activo son microorganismos benéficos que, aplicados sobre las semillas, el suelo o las plantas, promueven efectos positivos en el crecimiento y desarrollo de los vegetales.
Su uso ayuda a reducir la dependencia de la fertilización química, con lo que mejora la eficiencia de los procesos metabólicos de las plantas y sustenta a los agroecosistemas, consigna el reporte de INTA Informa, uno de los canales de difusión del organismo nacional.
Por esto, un equipo de investigación del Instituto de Microbiología y Zoología Agrícola del INTA se abocó al estudio de dos bacterias de vida libre -habitualmente presentes en los suelos- para desarrollar una formulación que actúa sobre los mecanismos de promoción del crecimiento vegetal.
Ese fue el origen de Azotobac, una nueva generación de bioestimulantes que aprovechan los recursos del ambiente para potenciar los cultivos, indica el informe.
Carlos Piccinetti, investigador a cargo del desarrollo, explica que «este biofertilizante combina dos novedosos microorganismos de vida libre en una sola formulación» que «aprovecha los mecanismos promotores de crecimiento vegetal, como la solubilización de fosfatos, la producción de fitohormonas y la fijación biológica de nitrógeno, que actúan de manera complementaria».
Agrega que estos microorganismos permitirán generar una implantación más rápida del cultivo favoreciendo las condiciones de desarrollo y producción posteriores.
El investigador recuerda que «la fase de implantación en los cultivos es esencial en el ciclo agrícola, ya que determina en parte el potencial alcanzable de rendimiento». Por eso se enfocaron en esa etapa, «con el objetivo de ayudar a los cultivos a tolerar mejor las adversidades climáticas durante la etapa de crecimiento».
Es que estos microorganismos -a través de quistes en Azotobacter y endosporas en Bacillus- tienen la capacidad natural de mantenerse viables aún en condiciones estresantes, como fluctuaciones de temperatura, baja humedad o desecación.
«Estas características, sumadas a la de promoción de crecimiento, lo convierten en un inoculante con una vida útil interesante» destaca Piccinetti.
«Este desarrollo -dice- se destaca por varias innovaciones en el campo de los bioinsumos agrícolas. En primer lugar, contiene una matriz biológica novedosa a nivel global con mecanismos de promoción del crecimiento vegetal complementarios y con capacidad de tolerar situaciones de estrés para alargar su viabilidad».
Por otro lado, «está compuesto por dos microrganismos que han sido identificados, caracterizados y son inocuos para las plantas y para los animales, garantizando su seguridad y su compatibilidad con los sistemas agrícolas existentes» .
Para su diseño, los investigadores seleccionaron dos cepas bacterianas de vida libre con actividades diazotróficas y solubilizadoras de fósforo inorgánico. Primero aislaron las del género Bacillus con la característica de solubilizar fosfatos de baja solubilidad y alta proporción de endosporas y fue elegida una cepa de Bacillus megaterium.
Luego -de la colección de Azotobacter del cepario del laboratorio Bacterias Promotoras del Crecimiento Vegetal BPCV-IMYZA- seleccionaron una cepa de Azotobacter salinestris, por su capacidad de generar quistes, fijar altas tasas de nitrógeno y por la producción de fitohormonas.
Posteriormente, realizaron pruebas de actividad biológica sobre plantas de trigo, maíz y tomate en condiciones controladas de luz y temperatura; determinaron la dosis apropiada y evaluaron la viabilidad de ambas cepas sobre roca fosfórica. Finalmente, iniciaron la etapa de evaluación en condiciones semicontroladas.
El año pasado iniciaron las experiencias de invernadero. Paralelamente gestionaron un convenio de colaboración con una empresa del sector agropecuario para realizar los ensayos en campo.
El siguiente paso es terminar de formular un producto en pequeña escala. «Esto nos permitirá ajustar las variables de crecimiento microbiano e incorporarlos en una matriz líquida para su formulación y realizar paralelamente ensayos en campo», señala el Piccinetti.
La investigación sobre este biodesarrollo recibió la distinción de «Certificado de interés a la investigación» enmarcada en el «Sello de Bioproducto Argentino» otorgado por la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación a través de la Dirección Nacional de Bioeconomía.
«La obtención del Certificado de Interés a la Investigación, implica un reconocimiento no solo a este trabajo sino también a una estrategia que mejora la producción agrícola haciéndola más sustentable» concluyó el investigador.
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