TERRITORIOS
IDENTIDAD
Raúl Mendivil, presidente de la Asociación Latinoamericana de Turismo Rural, cree posible y necesario ampliar los límites de la capacidad creativa, natural de los emprendedores, articulando la ruralidad tradicional con expresiones contemporáneas y aún con la inteligencia artificial, para captar el interés de nuevas generaciones de turistas.
RAÚL MENDIVIL. El presidente de Alatur, de paso por General Alvear, al Sur de Mendoza, ponderó el esfuerzo de los emprendedores locales por diferenciar su oferta sin resignar valores propios de la ruralidad regional. «La diversidad (dada, en gran medida, por la identidad) es lo que le da fortaleza y distinción al turismo rural», dijo el referente del sector. FOTO / Revista Campo Andino & Agroindustria.

Llegó al Sur Mendoza convocado por la Específica de Turismo de la Cámara empresaria de General Alvear. Los emprendedores alvearenses organizaban las 5tas. Jornadas de Turismo Rural para debatir sobre la inserción de esa actividad en las economías regionales, y lo habían convocado como disertante, en su condición de presidente de Alatur (la Asociación Latinoamericana de Turismo Rural).
Raúl Mendivil viene de familia de productores en la provincia de Buenos Aires. Su formación de base, como administrador de empresas agropecuarias y su especialización en Turismo Rural en la Universidad de Buenos Aires, fueron delineando su perfil profesional.
Al punto que, como cierre de su (posterior) Maestría en Agronegocios, también en la UBA, planteó «algunas ideas sobre las ventajas y limitaciones del asociativismo en el ámbito del turismo rural, focalizando el análisis en la red de turismo rural del INTA» dice el propio profesional bonaerense.
Lo cierto es que, en nuestro paso por el Sur de Mendoza nos cruzamos con Mendivil; y quisimos aprovechar, para compartir con nuestros lectores, no sólo lo que respaldan sus pergaminos académicos, sino su experiencia de trabajo en quince países, en esta materia. Lo que sigue, refleja los tramos esenciales de nuestro diálogo con el presidente de Alatur.
******
– ¿Hay referencias del impacto del turismo rural en la economía de las regiones?
– Este tema se puede abordar desde dos puntos de vista. Uno, cuantitativo. El otro, más cualitativo. Es decir, uno tiene que ver con ponerle números al impacto de la actividad, y el otro está más relacionado con la percepción.
***
– ¿Cuáles son esos números… si es que han podido medirlos?
– Ése es el punto. El turismo rural en general, en Latinoamérica, tiene un gran problema: no tiene estadísticas. De hecho, hace muy poco, la Organización Mundial de Turismo publicó un informe sobre turismo y desarrollo rural, en el que planteaba que muy pocos países del mundo tienen un sistema estadístico de turismo rural.
***
– Es de suponer que habrá excepciones…
– Bueno… Lo tienen algún país europeo y Estados Unidos, que mide todo. Pero en Latinoamérica estamos muy mal con los números, y eso es un problema, porque cuando nosotros, desde Alatur, tenemos que defender la actividad o generar o promover políticas, no tenemos información de lo que impacta en la economía.
***
– ¿En Argentina también se evidencia esa carencia?
– Lo básico: no tenemos datos concretos -por ejemplo- de cuántos prestadores de turismo rural hay en Argentina y, en general, en Latinoamérica. Lo que quedó en evidencia fue que durante la pandemia se terminó el turismo… y vimos que, obviamente, muchas ciudades que vivían del turismo rural o que tenían festividades u otro tipo de encuentros que habitualmente convocaban a visitantes, fueron muy impactadas negativamente por eso. Esa es una deuda que tiene Latinoamérica. No tenemos cuantificado ese escenario.
***
– Mencionó que hay otra perspectiva desde la cual abordar el tema del turismo rural…
– A falta de una referencia cuantitativa, tendríamos que ir a lo cualitativo y a la percepción. En este sentido, cuando uno va por el mundo y habla de turismo rural argentino, hay tres o cuatro referencias inmediatas.
***
– …Que serían, de alguna manera, la «marca» de la oferta turística global de Argentina.
– Claro. Por ejemplo, el turismo de estancia, que está muy cerca de Capital Federal. Es un turismo rural competitivo, que tiene servicios de muy buena calidad. Estamos en Mendoza, y no podemos dejar de hablar del enoturismo. Argentina, para el mundo, es carne, vino, tango… y, obviamente, fútbol.
***
– ¿Ése sería el plano de lo cualitativo, entonces… el de la percepción?
– Es la percepción. La percepción que, para el mundo, el turismo rural real de argentina, son bodegas y estancias; cuando el turismo rural es mucho más amplio. Son miles y miles de emprendedores que están en la ruralidad desarrollando ofertas muy variadas.
***
– Usted se interesó en el impacto del asociativismo en el turismo rural. ¿Qué surgió de esos estudios?
– Bueno, aquí hay algo que se puede cuantificar. El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, en el 2004, inició una estrategia de desarrollo asociativo de turismo rural, en el marco del programa Cambio Rural. Aproximadamente 700 productores con emprendimientos se vincularon con el INTA. En el año 2010 habían llegado a ser alrededor de 1.200.
***
– Ese número, distribuido en distintos grupos…
– Exactamente. Integrados en grupos de 8 a 12 productores cada uno. Diría que, junto con el caso del INDAP (Instituto de Desarrollo Agropecuario) de Chile o el Sebrae de Brasil, es una de las de las políticas públicas que más ha apoyado el desarrollo del turismo rural. La oferta de esos grupos de Cambio Rural no es turismo de estancias ni turismo de bodegas.
***
– El problema es que el Programa Cambio Rural está desfinanciado…
– Es cierto, está desfinanciado. Quizás sea reformulado. Sin embargo, prefiero ver el vaso medio lleno porque, el hecho que Cambio Rural haya tenido presencia durante tantos años, ha contribuido a que el asociativismo esté en la cabeza del emprendedor argentino. Eso es fundamental. Pocos países de Latinoamérica han tenido una política pública que promueva la integración de productores de menor escala.
***
– Si optamos por mirar el vaso medio lleno… veamos cuáles son las fortalezas del sector, según su criterio.
– Aún dentro de esas tres o cuatro referencias cualitativas que reflejan la imagen internacional de Argentina, hay muchas variantes. Dentro de la carne, por ejemplo, tenemos desde el cordero patagónico, hasta la empanada salteña. Otra fortaleza tremenda es la diversidad de paisajes y la conectividad.
***
– Cuando hablamos de conectividad… ¿a qué nos referimos?
– Si uno va más al Norte, a Ecuador, Colombia, Venezuela… esos países tienen tres cordilleras que los cruzan. Obviamente, tienen el valor de la biodiversidad, pero desde el punto de vista logístico, son territorios muy difíciles. Hacer 180 kilómetros en Colombia o en parte de Ecuador… son cinco o seis horas. Por el relieve, por la geografía. Mientras que acá, tenemos muy buena conectividad.
***
– ¿En qué medida se corresponde la oferta de turismo rural con lo que demanda el turista que decide salir al campo?
– Hay predisposición a innovar. Se están generando ofertas creativas, innovadoras, y a eso tenemos que apuntar. Tenemos que imaginar más ofertas innovadoras en materia de turismo rural. En 2011, en el marco del proyecto nacional de turismo rural, se hizo un estudio cualitativo de demanda; y de ese estudio surgió como barrera perceptiva que, para buena parte de los clientes… o de potenciales clientes, el turismo rural era aburrido, que no había que nada para hacer, que ofrecía tranquilidad, sí, pero que era aburrido.
***
– ¿Qué hacer para corregir lo que sea necesario corregir en ese sentido?
– Sin perder la tranquilidad, la exclusividad, la calidez y lo tradicional del campo… tenemos que ofrecer propuestas que sean memorables, con experiencias inmersivas y muy vinculadas con lo visual, de manera que puedan ser viralizadas. Hay que pensar qué les vamos a ofrecer a las nuevas generaciones de turistas, sin perder el sentido de la ruralidad y la identidad de las regiones.
***
– ¿Habrá disposición de quienes están con proyectos en desarrollo (o con la idea de encarar un emprendimiento) para buscar ese enfoque innovador?
– Veo que hay buena disposición en cada persona que vincula su proyecto de vida con la ruralidad, que pone ahí sus sueños… y que invierte. A pesar de que no es fácil, porque en Latinoamérica -en general- no tenemos políticas públicas que apoyen mucho el sector rural. Eso, por sí mismo, genera un perfil muy resiliente y predispuesto a capacitarse, a mejorar y generar propuestas innovadoras. Soy muy optimista en ese sentido.
***
– ¿Alcanzaría con innovar tranqueras adentro, para que la oferta resulte más atractiva, o por alguna razón habría que re-enfocar el vínculo con lo que ocurre afuera del campo, de la finca…?
– Ése es un punto interesante. Tranqueras afuera… nos tenemos que juntar con personas diferentes, no con los iguales. Obviamente, hay que reunirse entre pares, para coordinar acciones en distintos ámbitos, y particularmente para mejorar la oferta porque, en definitiva, el turismo es destino. Pero me refiero a que, en estos tiempos, los productores involucrados con el turismo rural, o los prestadores de turismo rural -en general- tienen que juntarse, por ejemplo, con los influencers.
***
– ¿Cuál es el punto de interés de ese vínculo entre los prestadores turísticos y los influencers?
– Es que, esa gente que tiene la capacidad de influir en su auditorio, en sus seguidores, hoy en día es muy importante para el turismo. Pero, en general no son muchos, y no parecen tan proclives a crear contenidos vinculados con la ruralidad, y en particular con el campo como destino turístico.
***
– ¿Por desconocimiento, por falta de interés?
– Por eso… pero también porque les queda lejos… porque en muchos lugares no hay conexión con Internet -o no es estable, o no es segura- o porque no saben cómo vincularse (aunque quisieran). Entonces, creo que hay que ir a buscarlos. Esa relación es fundamental para mostrar nuestra oferta a un universo más amplio de potenciales clientes y, sobre todo, a gente de un rango de edades que en general no tiene mucha idea de la vida rural como opción turística.
***
– ¿En qué medida los operadores han llegado a amigarse con las nuevas tecnologías, sobre todo las que facilitan la comunicación del mensaje para vender mejor la oferta de turismo rural?
– Una herramienta que veo demasiado lejana todavía, y que deberíamos aprovechar, es la inteligencia artificial. Para graficarlo, de alguna manera, suelo decir que tenemos que mezclar el Chat GPT con el chamamé.
***
– ¿Cómo es eso? Ampliemos esa idea…
– En realidad, es una manera de forzar, de darle una vuelta más, a lo que siempre planteó Ernesto Barrera, mentor de Alatur y coordinador del Posgrado de Alta Dirección en Turismo Rural en la Facultad de Agronomía de la UBA. Es él quien propone juntarnos con los diferentes para hacer «un club de negocios raros» .
***
– ¿…Y qué negocios raros -aunque fuera en términos académicos- proponía Barrera?
– En la Tecnicatura de Turismo Rural, por ejemplo, invitaba a Tarrago Ros (el músico del Litoral) a dar clases de identidad. Es sólo un ejemplo, por eso hablé de «Chat GPT y chamamé». Lo que pretendo significar con ésto, es que deberíamos buscar la forma de ampliar los límites de nuestra natural capacidad creativa y de innovación…
***
– …Apelando a la inteligencia artificial… ¿pero resignando algunos valores propios de la ruralidad?
– No. Articulando el turismo rural con la inteligencia artificial, como punto de partida para ese club de negocios raros que vincule la producción agropecuaria, las rutas alimentarias, las manifestaciones artísticas propias de cada lugar… en suma, la ruralidad como modo de vida tradicional, con expresiones contemporáneas y con las nuevas herramientas tecnológicas (como la IA) que nos permitan acercar nuestra oferta a nuevos públicos y, en particular, a las generaciones que se van incorporando al mercado dispuestas a destinar un excedente de ingresos a vivir nuevas experiencias. Pero preservando la identidad de los pueblos; porque la diversidad (dada, en gran medida, por la identidad) es lo que le da fortaleza y distinción al turismo rural.
ASOCIACIÓN LATINEAMERICANA DE TURISMO RURAL RAÚL MENDIVIL TURISMO RURAL Y ECONOMÍAS REGIONALES