PRODUCCIÓN
ESTRATEGIAS
Claudio Galmarini, Director del Centro Regional INTA Mendoza-San Juan, hace el balance de 2021 y expone los desafíos de su gestión para el nuevo año.
Tras un paulatino regreso a la presencialidad en distintas actividades, luego de la emergencia sanitara (aún no resuelta) que encendió las alarmas e impuso fuertes restricciones en cada rincón del orbe, es momento de hacer balances… y ver cómo seguimos.
Aún no terminó de disiparse el polvo que quedó en el ambiente después de este verdadero terremoto, si tuviésemos que buscar un fenómeno de relativa equivalencia (para quienes habitamos las provincias andinas) a la magnitud de lo que hemos vivido en estos últimos dos años.
Esto realmente “nos movió el piso”, y muy fuerte. Es momento de evaluar daños y empezar a repararlos… aunque no podamos, lamentablemente, revertir la pérdida de quienes no lograron soportar este embate.
Cada uno de nosotros perdió algo… o a alguien. En las empresas y en las instituciones ocurrió lo mismo. Pero hay que continuar; y nos pareció atinado comenzar a relevar cómo han quedado las cosas en algunos ámbitos que nos interesan de manera particular, y hasta qué punto se ha podido avanzar en lo que indicaban las “hojas de ruta”.
En este caso, quisimos saber qué resultado deja el 2021 y cómo prevén encarar el nuevo año en el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, a través de las unidades operativas de ese organismo en las provincias del Centro-Oeste de Argentina.
Por eso es que, luego de aquel acercamiento que tuvimos en los últimos días de diciembre de 2020 con un propósito similar, volvimos a convocar al Director del Centro Regional Mendoza-San Juan del INTA.
En un prolongado diálogo con Campo Andino, el Dr. Ing. Agr. Claudio Galmarini repasó lo actuado en el último año y ratificó los lineamientos de su Plan de Gestión, a casi dos años de haber asumido.
-¿Qué dejó el 2021, como resultado del trabajo realizado en las unidades dependientes del Centro Regional?
-El balance es positivo, pese a que al igual que el 2020, el 2021 estuvo signado por la incertidumbre. La pandemia generada por el COVID-19 claramente afectó a nuestras actividades. A pesar de eso, en el INTA pudimos seguir trabajando. Sin duda, ayuda contar con una planificación con objetivos claros (en el Plan Estratégico Institucional, en el Plan de Mediano Plazo nacional y en el Plan del Centro Regional) y por el compromiso de nuestra gente para trabajar ya sea en forma presencial o remota. Hemos podido sostener todas las actividades de investigación y transferencia tendientes a contribuir y acompañar a la innovación bioagroindustrial y el desarrollo sostenible de la región. Así es que, el balance lo considero muy positivo dado los logros alcanzados durante el 2021.
-Esperan retomar las actividades, entonces, con mayor presencia en el territorio, para acelerar el abordaje de los temas centrales de la agenda que -seguramente- seguirán siendo prioritarios…
-Es así. Seguimos muy concentrados en la principal preocupación que tenemos en toda la zona andina, pero fundamentalmente las provincias de San Juan y de Mendoza, que está relacionada con la disponibilidad de agua. La situación de crisis hídrica sigue tal cual la describimos cuando tuvimos oportunidad de conversar, hace poco más de un año.
Las precipitaciones níveas están muy por debajo del promedio histórico, y como consecuencia de ello los caudales de los ríos que alimentan a nuestros oasis siguen extremadamente bajos. Eso se traduce en una oferta de agua escasa para satisfacer la demanda, no sólo desde la actividad agrícola, sino también para la industria y para consumo humano. Las predicciones de los especialistas para los próximos años no son halagüeñas.
-Los mayores esfuerzos en materia de investigación y de transferencia de tecnología estarán centrados, entonces, en el abordaje de ese problema…
-Sigue siendo prioritario para nosotros. Por eso hemos seguido trabajando con experiencias intrafinca para mejorar la eficiencia de riego, utilizando cada vez mejor el agua, y colaborar -en un enfoque holístico- con todas las instituciones que tienen que ver con el manejo del recurso.
En 2021 instalamos parcelas demostrativas para optimizar las aplicaciones de acuerdo a los cultivos, en todas las cuencas. Por otro lado, tenemos proyectos vinculados al manejo de los principales cultivos de la región, que exploran aspectos ecofisiológicos y genéticos para adaptarlos al nuevo contexto hídrico.
-¿En qué zonas del territorio instalaron esas parcelas demostrativas?
-En tierras irrigadas con aguas del río Diamante y del Atuel en el Sur de Mendoza, en el Tunuyán Superior, en el Tunuyán Inferior, en el río Mendoza, en el río San Juan… Esto se viene haciendo en colaboración con los organismos con competencia en el manejo y la gobernanza del agua, como el Departamento General de Irrigación en Mendoza y la Dirección de Hidráulica en San Juan.
-¿A qué apuntan con esta iniciativa?
-A difundir tecnologías conocidas y probadas, para mejorar la eficiencia del uso del agua. Como el riego presurizado; riegos gravitacionales mejor manejados; medición de caudales; aportar el agua en el momento adecuado para cada cultivo.
Esto -que no es novedoso- si lo difundimos y lo aplicamos, con la colaboración de todos, facilitará el acceso a tecnologías que permitan al sector productivo adecuarse a la realidad hídrica de la región, administrando racionalmente un recurso que seguirá siendo escaso.
En San Juan se ha logrado implementar un servicio on-line de asesoramiento a regantes, lo cual tiende a optimizar el uso de los recursos puestos en juego en explotaciones agrícolas, con particular énfasis en el agua y la energía.
-Claro, al menos este ciclo hidrológico repite las carencias de los últimos años…
-Mire, en San Juan, esta temporada 2021-2022 la crisis es muy importante, y esto ya está generando conflictos entre regantes, entre regantes y autoridades de riego, entre agricultores y la población de las zonas urbanas por el uso del recurso.
Aunque el 2021 deja un logro importante que puede abrir el camino hacia la búsqueda de soluciones de fondo. Porque pudimos concretar la creación del Centro Interinstitucional para la Gestión Integral del Agua en el Árido, junto con la Universidad Nacional de San Juan, el Instituto Nacional del Agua, la Comisión Nacional de Actividades Espaciales y el Gobierno de San Juan.
Esto nos permitirá abordar el problema de forma integral, para el desarrollo de investigaciones y herramientas tecnológicas no sólo en el oasis irrigado, sino también en el secano y en los valles cordilleranos.
Además, en San Juan se propició la creación de la “Mesa del Agua” donde todos los sectores de la sociedad participan para analizar la situación y proponer alternativas para un uso racional.
-¿Hay alguna iniciativa similar en Mendoza, o algún proyecto local con organismos provinciales y nacionales?
-En el caso de Mendoza estamos trabajando con todas las instituciones relacionadas con el agua, especialmente con el Departamento General de Irrigación.
Tenemos proyectado, entre otras acciones, establecer parcelas demostrativas en el Sur de la provincia, en un campo anexo que tiene la Experimental Rama Caída en La Guevarina (San Rafael). No sólo para el manejo intrafinca del agua, sino también para buscar alternativas de mejora del sistema de conducción.
Tenemos mucha expectativa en este proyecto, porque será también un aporte importante en materia hídrica para la Región.
-Usted planteó, en su momento, la necesidad de diversificar la matriz productiva. ¿En qué términos debería darse, considerando -justamente- el escenario de restricciones que impone la crisis del agua?
-Ese tema sigue siendo prioritario. No sólo para la gestión que me ha tocado conducir en este período. Siempre lo ha sido. Creemos que es posible, y estamos convencidos de que ese replanteo debe tener como Norte la sostenibilidad económica, sin descuidar la sostenibilidad ambiental y social de las actividades, tanto en el oasis como en el secano.
La diversificación, tal como la concebimos, debe girar en torno al criterio de intensificación sostenible.Es decir, producir más si es posible, o al menos lo mismo (en términos de productividad), empleando cada vez menos recursos y respetando el ambiente. Ése es el eje que tenemos en todas nuestras cadenas. La intensificación sostenible debe ser la premisa para encarar la diversificación de la matriz productiva.
-¿En qué medida la productividad del trabajo podría ser otro factor limitante?
-Sabemos que es otra problemática a resolver. Tenemos muchas dificultades dadas por la escasa disponibilidad de mano de obra en la Región. Por eso hemos priorizado también los proyectos de investigación y desarrollo de tecnologías de conducción y manejo de cultivos para facilitar la mecanizacióndel mayor número de labores posibles, en las distintas cadenas.
Más aún, estamos propiciando, junto con otros organismos, la creación de empresas de servicios que puedan asumir la realización de actividades agrícolas “mecanizables”, por así decirlo. Varios de nuestros proyectos locales y también nacionales, están enfocados hacia ese objetivo.
-¿Cómo cree que incide -en la respuesta que pueda tener una iniciativa de diversificación- el mayor o menor nivel de institucionalidad de cada cadena de valor? Porque, con algunos productores (o industriales) involucrados, el resultado no será el mismo que si estuviera todo un sector productivo detrás de ese desafío…
-Es que, precisamente, la diversificación productiva que planteamos se traduce también en el apoyo del INTA a los planes de mejora competitiva que han encarado diversos sectores. Tal el caso del Cluster Ganadero, que funciona bien en la provincia de Mendoza; el de Frutos Secos y el de Ciruela para Industria, que tiene base en la zona de San Rafael. Son sectores muy activos, con los cuales podemos complementar aportes privados con aportes públicos.
Lo mismo cabe para el caso de semillas hortícolas, por ejemplo, que es una actividad muy dinámica, sobre todo en San Juan y en el Norte de Mendoza.
Ni hablar del sector del tomate para industria. Estamos trabajando desde hace más de veinte años juntos a productores, industriales, viveristas y otras instituciones de Mendoza y de San Juan en el marco de la Asociación Tomate 2000. Es un caso de referencia para ver los resultados de aplicar ese criterio de intensificación sostenible.
Un caso exitoso que se inició en el 2021 fue una experiencia de exportación de cebollas dulces, producidas en la región, a Estados Unidos, como estrategia de diversificación. La experiencia, que acompañó el INTA, desde el campo hasta los mercados de destino, fue muy exitosa, y este año se ampliará. Por supuesto, tenemos muchos ejemplos de nuestra labor en el sector de la vitivinicultura.
-Bueno, nada menos que con la participación en el diseño del Plan Estratégico sectorial… ¿Pudieron volver al territorio, como tenían previsto, luego de aprobada la reformulación del PEVI con proyección al 2030?
-Lamentablemente, la situación de emergencia sanitaria nos ha impedido volver a cada región, en forma presencial, para intercambiar con los actores que participaron en la construcción del Plan, y compartir los resultados.
Pero, efectivamente, el Plan Estratégico Vitivinícola es una muestra de lo que puede lograrse a partir de la fortaleza institucional. En esto el INTA tuvo una participación central, diseñando la metodología para conducir el proceso de actualización del PEVI.
Esta revisión del Plan y su relanzamiento ha sido algo muy positivo para el sector vitivinícola. Porque, a pesar del escenario de incertidumbre, señala un rumbo y objetivos concretos a lograr con miras al 2030, lo que hace que la actividad, en su conjunto, trabaje en ese sentido.
Tal como señala en su visión, la vitivinicultura argentina ofrece productos competitivos, valorados por su calidad consistente, reconocidos por el valor agregado en origen, la diversidad territorial y cultural y su amplio entramado socio-productivo.
Contempla el aumento del volumen y el valor de las exportaciones, el sostenimiento del consumo en el mercado interno de vinos, jugos concentrados de uva, uva de mesa, y pasas; así como el desarrollo del enoturismo y objetivos que hacen a la sostenibilidad ambiental y social.
Por otra parte, se han fortalecido los Centros de Desarrollo Vitícola. Fue inaugurado otro Centro en San Juan, en el departamento San Martín. Esto es actividad de la COVIAR y nuestros técnicos trabajan en conjunto con los de la Corporación. En este caso, nuestro punto de vinculación es la Agencia de Extensión Rural que tiene el INTA en San Martín, que depende de la Estación Experimental Agropecuaria San Juan.
-¿Qué se sabe de aquellas iniciativas que tenían los vitivinicultores de otras provincias para ponerle su impronta al PEVI?
-¡Han seguido trabajando! En Salta, por ejemplo, están elaborando su Plan estratégico local al 2030, y en la Patagonia, en Río Negro, también quieren hacer algo parecido, teniendo en cuenta -como debe ser- el contexto de cada región y sus particularidades. Inclusive en zonas de Córdoba hay iniciativas en el mismo sentido, donde el enoturismo es mucho más importante que la viticultura como actividad productiva en sí.
También destaco el avance en la caracterización de regiones vitivinícolas de Mendoza, Salta y San Juan, con apoyo del BID. Está actividad se ampliará a otras zonas vitícolas del país con apoyo del CFI.
-¿Tienen previsto avanzar con otros sectores en el diseño de algún esquema que abra el camino hacia objetivos compartidos por los distintos eslabones de la cadena?
-En el 2021 hemos estado trabajando, y quisiéramos poder concretarlo este año, en un acuerdo con la Cámara Argentina de Mosto. Creemos que hay un modelo de producción específico para mosto, que permita producir mucha azúcar por hectárea. Tenemos resultados concretos de conducción de viñedos en box-pruning, un sistema que permite mecanizar desde la poda hasta la cosecha. La idea es instalar sistemas de alta productividad (400 a 500 quintales por hectárea).
Técnicamente, el modelo cierra. La cuestión es que los productores y la industria logren formalizar una relación de equilibrada, sostenible en el tiempo, que asegure un nivel razonable de rentabilidad para ambas partes.
Argentina es el principal exportador mundial de mosto de uva, y tiene potencial para crecer. Además, puede ser de gran impacto, si se aprobara la ley la edulcoración de bebidas gaseosas con mosto.
-¿Cómo viene el INTA con su propia planificación estratégica?… aunque la interacción con los sectores productivos, obviamente, es parte esencial de los planes de gestión institucional.
-El año pasado, nuestro Consejo Regional aprobó el Plan de Centro (que fue luego ratificado por el Consejo Directivo Nacional), que va del 2021 al 2025, y concentra los objetivos y lo que pretendemos hacer en este período de corto plazo.
Planificar en la Argentina no es fácil, dado el contexto del país y la situación dada por este escenario de incertidumbre. Sin embargo, es una construcción muy interesante, muy participativa, no sólo por lo que se genera desde los ámbitos técnicos del INTA, sino también por el modo como se han involucrado los representantes que cada una de las entidades tiene en los Consejos de las Experimentales y en el Consejo Regional, y los diferentes sectores que han sido consultados.
Confiamos mucho en las guías estratégicas de este Plan y en los objetivos que nos hemos fijado, y ojalá podamos llevarlo a cabo, teniendo en cuenta los recursos presupuestarios necesarios. Tenemos como eje la innovación y el desarrollo sostenible de la región.
-El año pasado se produjo, finalmente, la renovación de las direcciones de las Experimentales que dependen del Centro Regional…
-Sí, los nuevos directores asumieron recién en marzo del 2021. Hubo un cambio importante en la conducción de la mayoría de las Experimentales, con gente de una generación joven. En nuestro caso, por primera vez tenemos tres mujeres directoras de experimentales (Cecilia Picca en Rama Caída; Analía Díaz Bruno en Mendoza y Mónica Ruiz en San Juan). Esa renovación, considero, ha sido un hecho muy positivo para la Institución.
– ¿En qué medida pudieron avanzar -a pesar de las restricciones- en la articulación de las Plataformas de Innovación Territorial?
– Estas son herramientas de gestión que consolidan el concepto de innovación, que aportan una visión distinta, y nos desafían con nuevas demandas. Nos permiten relevar los grandes problemas y oportunidades que tienen los territorios, y hacer de enlace con las demás instituciones para tratar de generar proyectos tendientes a resolver esos problemas o aprovechar esas oportunidades que han relevado.
Las PIT han funcionado bien, no sólo a nivel regional, donde tenemos plataformas divididas por oasis (en el oasis Sur, en las cuencas de los ríos Tunuyán y Mendoza, en el oasis del rio San Juan, en los Valles Cordilleranos… incluso en los Periurbanos), sino también las Plataformas Interregionales.
En este caso, la cercanía (y problemáticas comunes a territorios lindantes) favorece nuestra interacción con el Centro Regional La Pampa-San Luis, fundamentalmente, que nos aporta sobre todo en temas ganaderos, porque tiene recursos humanos mejor formados en esa temática.
-Tenían “en carpeta” también un proyecto al que denominaron “Mapas de Territorio”. ¿Cuál sería el contenido de esos “mapas”, y en qué grado de avance se encuentran?
-Estamos bien con eso. Avanzamos mucho. Se ha trabajado fuerte en el 2021, y creo que este año (de a poco, porque hay que ir sumando capas de información) ya va a estar disponible.
Esos mapas concentran información básica, que tenemos nosotros y otras instituciones, vinculada con la calidad del agua, particularidades de los suelos y condiciones climáticas de una zona determinada, y su aptitud para determinados cultivos, en función de los requerimientos de la especie (y sus variedades).
Para mencionar un ejemplo: si alguien quiere poner nogales en la zona de El Cepillo -en el Valle de Uco- esta herramienta le permitirá conocer si la calidad y la profundidad de suelo son las adecuadas; si tiene agua y a qué profundidad (en caso de tener que recurrir a los acuíferos subterráneos); si la intensidad y la frecuencia de heladas le permite establecer ese cultivo y, si así, fuera, qué variedad de nogal, teniendo en cuenta la información fenológica que disponemos respecto de las fechas de floración. La idea es tener toda esa información sistematizada y centralizada, para que cualquier productor o inversor, pueda acceder a ella libremente y de manera rápida. La decisión deberá tomarla el interesado. Nosotros nos hemos propuesto poner a su disposición la información lo más detallada posible.
CENTRO REGIONAL INTA MENDOZA-SAN JUAN CLAUDIO GALMARINI DIVERSIFICACIÓN INTENSIFICACIÓN SOSTENIBLE MATRIZ PRODUCTIVA