FRUTAS
COYUNTURA
Es lo que advierten desde el sector primario. Temen que un pesado stock de arrastre de latas -de la campaña previa- y una producción 2025 eventualmente completa, estén ralentizando los acuerdos. Qué se dice de los precios.
NO TODOS los productores habrían dispuesto de recursos suficientes para afrontar el costo del raleo, a fin de regular el calibre de la fruta y mejorar así su valor comercial. Es que, según dicen, la industria -«en general»- habría demorado bastante más de lo acordado la cancelación del durazno ingresado a sus plantas fabriles en el verano de 2024, y esa plata, que habría llegado tarde, «hubo que destinarla a tapar agujeros» financieros. FOTO / Revista Campo Andino & Agroindustria.

Pese a haber transcurrido un año sin mayores contingencias climáticas (al menos por el momento); con un invierno como los de antes (que desembocó en un equilibrado ciclo fenológico) y un volumen de producción que, se estima, podría situarse muy cerca del potencial de las plantaciones, el escenario del sector del durazno de industria en Argentina se muestra cruzado por una sombra de incertidumbre.
Es que, mientras los montes podrían empezar a entregar las primeras variedades hasta una semana antes de lo habitual, la Industria (según comentan en el ámbito de la producción primaria) no estaría dando señales contundentes de interés por asegurarse esa materia prima de inicio de temporada.
El ciclo arrancó bien (y parece que termina bien) desde lo productivo, al menos hasta el momento de la cosecha. El ingeniero agrónomo Juan Manzano, productor de duraznos y vid en la zona de Villa Seca, Tunuyán, recordó que, hasta el momento «ha sido un año normal» para el cultivo de durazno.
En diálogo con Campo Andino, el productor valletano confirmó que durante el invierno «tuvimos acumulación de frío como hacía años no teníamos», lo que se tradujo en «buena floración y cuaje» en las distintas zonas de Mendoza, la provincia que concentra de manera excluyente la producción argentina de duraznos para enlatar, en mitades, con almíbar.
Por otra parte, «excepto en el Sur de la provincia, donde hubo daños por granizo, fue baja la incidencia de heladas, y prácticamente nula de vientos y tormentas, hasta el momento» y, «si bien al principio de la floración parecía que se atrasaba un poco la fenología, (el ciclo) retomó enseguida sus tiempos normales».
PREOCUPACIÓN. Viendo cómo viene la fenología de los cultivos, el inicio de cosecha debería adelantarse probablemente una semana; y hay dudas sobre si esa producción se va a poder levantar y si habrá fábricas que la reciban.
Manzano, que preside la Asociación de Productores de Durazno de Industria y es miembro de la conducción de la Fepedi (la entidad que lleva adelante el Plan Estratégico sectorial en Mendoza) reconoció que «se notó el incremento de costos» de producción.
En ese sentido, señaló que «en general, se han triplicado respecto del año pasado, vale decir que han tenido un 200% de aumento» . Se destacó el encarecimiento de combustibles y de energía eléctrica, en este último caso, de gran impacto para los productores que riegan con agua de pozo.
Por otra parte, «el costo de la mano de obra también se triplicó» mientras que «el de los agroquímicos mantuvo cierta estabilidad en dólares» por lo que, «entre la devaluación de fin del año pasado y las micro devaluaciones que siguieron… y considerando que nosotros recibimos pesos por nuestra producción, tuvieron casi 100% de incremento».
La contracara de los costos de producción es el ingreso que tienen los productores, y en ese sentido, el balance de la campaña anterior quedó con claroscuros, según apuntó Manzano.
Recordó que «en promedio, la industria ofreció entre 250 pesos y 400 pesos» por kilo de fruta, «pero no se cumplió con los plazos de pago, que se postergaron bastante» .
El arreglo era un adelanto para cubrir gastos de cosecha, «que no es una proporción importante», según el dirigente, «y el resto en abril, mayo y junio; pero algunos hemos terminado de cobrar en octubre y otros, en noviembre… todavía tenían saldos pendientes».
De todos modos, admitió que «si este estiramiento de los plazos de pago se hubiera dado en el contexto inflacionario del año pasado, nos hubiera complicado mucho la temporada, pero en estas condiciones al menos podemos trabajar y sin sobresaltos» .
Manzano remarcó el muy buen panorama productivo de este año, que podría dejar «un volumen de duraznos muy cercano al potencial» de los montes, lo que permitiría proyectar un número cercano a las 140.000 toneladas de fruta fresca al final del ciclo 2024/2025.
Pero planteó un par de circunstancias que ponen en duda cómo va a quedar el balance para el productor primario. Es que, por un lado, «el inicio de cosecha debería adelantarse, probablemente una semana» y «hay que ver si esa producción se va a poder levantar y si habrá fábricas que la reciban» .
En efecto, Juan Manzano cree -en primer lugar- que «entre Navidad y Fin de Año vamos a tener fruta madura, al menos la primera que debería ir a industria», que es el durazno de la variedad Pavía Catherina.
Dicho sea de paso, estima que ese adelantamiento afectaría «al menos toda la producción que normalmente se cosecha hasta el 20 de enero» . Pero a esa altura no habría problema porque, para entonces, el ciclo industrial normalmente ya está en plena marcha.
El problema es que esa primera fruta tendría que ir a frío al menos por una semana, pero «las fábricas no están dando señales de interés» .
Otras temporadas -con inicio de cosecha adelantada- los primeros duraznos van a frigorífico hasta que empieza a salir mayor volumen de las fincas, y los establecimientos industriales pueden alimentar sus líneas con un volumen que permita darle fluidez al proceso.
Pero este año, «no veo que, ante el esperado adelanto de la cosecha en una semana, haya predisposición para elaborar esa producción», lamentó. Reconoció que sería un volumen que no alcanza para arrancar en las fábricas, pero tampoco ve interés en el sector fabril por absorber esa producción y retenerla en frío durante unos días.
Esa falta de interés lleva a plantearse el tema del eventual stock de arrastre que pueda haber quedado de la temporada anterior y, de hecho, lo planteamos durante el diálogo.
Sobre este punto, Juan Manzano dice no saber con certeza «cuántas latas están quedando; ni si la venta puede haber sido perjudicada por la baja general del consumo» en el mercado interno.
Admite, sí, haber escuchado «algún rumor» sobre la falta de interés de la industria, debido a que, «al parecer, habría quedado más stock que otros años; no habría forma de sacar esas latas, y que los precios no acompañan» .
En este escenario, y ante una aparente cosecha que, en principio, se calcula muy cercana al potencial de las quintas, al menos estos primeros «2 ó 3 millones de kilos» -según estima- que estarían listos para cosechar en unos diez días, podrían quedar al margen del interés de las fábricas.
Casi estaría de más decir que, con este panorama, «nadie habla del precio» que la industria estaría dispuesta a pagar al productor por el kilo de duraznos para industria de esta temporada. Tampoco Manzano mencionó cuánto cree (él) que sería una retribución razonable.
De todos modos, subrayó que, en reuniones mantenidas en las últimas semanas, algunos industriales manifestaron interés en preservar el vínculo comercial pese a que «habían quedado algunas latas» (con duraznos en mitades, como remanente de la temporada anterior).
Pero advierte que, aunque no le fue planteado abiertamente, interpreta (como mensaje del sector industrial) que «hay fábricas que van a trabajar bien… y otras que directamente quedarían fuera de juego este año, porque quizás no están con el nivel de eficiencia adecuado ni con acceso a un circuito comercial lo suficientemente fluido que les permita asegurar las ventas… y no se van a arriesgar».
Manzano reconoció que «este año es bastante atípico» para el funcionamiento de algunas empresas. Según él, se reconoce que «con la inflación, que ahora no está, y manejando algunas variables financieras, que también han cambiado, se podían tapar algunas ineficiencias casi sin consecuencias».
Remarcó, entonces, que «hoy, con inflación baja, con bajo consumo… hay que trabajar mucho sobre la eficiencia, llevar una gestión muy ordenada, sobre todo -pero no exclusivamente- en lo financiero, porque la inflación ya no tapa los problemas de ineficiencia» .
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