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«Tenemos que revertir décadas de vergonzante decadencia argentina»

26 de agosto de 2024

A pocos días de la Edición N°90 de la Exposición Rural de General Pico (La Pampa) el presidente de la entidad anfitriona, Carlos Matilla, reconoce que «estamos viendo señales de lo que creemos que hay que hacer en el país». Pero advierte que «toda la política tiene que cambiar la cabeza».

CARLOS MATILLA. El presidente de la Sociedad Rural de General Pico entiende que, mientras se consolida el rumbo y se van corrigiendo variables clave para el negocio, al sector productivo le cabe “bajar los costos aumentando la escala de producción… sin que el costo de crecer descompense más la ecuación”. Todo un desafío. FOTO / Revista Campo Andino & Agroindustria.


En un escenario complejo en lo político y en lo económico; con algunas señales positivas… pero frente a un largo y difícil camino por recorrer durante un tiempo todavía, los sectores productivos del Campo argentino ven restringido su margen de maniobra, y, al mismo tiempo, tienen que tomar acciones para reconfigurar su negocio en orden a nuevos paradigmas.

Esto de tener que moverse en poco espacio y no equivocar la maniobra, es todo un desafío. Inclusive para el Campo, que (pese a la muy amplia diversidad de realidades que engloba el concepto) ha podido sobrellevar la situación de mejor manera que otros sectores. Con sus más, y con sus menos.

El asunto es que hay que acomodarse a una nueva realidad, y no es tarea sencilla. Era sabido que, cuando llegara alguien dispuesto a hacer lo que había que hacer, no todos iban a quedar arriba del carro.

Por si sirve la advertencia -dicho sea de paso- quizás no exageremos si decimos que, lo que había que hacer, era dar un giro de 180°… y quizás no hayamos llegado a los 90 todavía. Cuando termine la media vuelta será el momento de empezar a andar sin tambalearse. Mientras tanto…

ANTES, EL «AVISO PARROQUIAL»

De estos temas, entre muchos otros, conversamos con Carlos «Charlie» Matilla, presidente de la Sociedad Rural de General Pico (en el noreste pampeano), entidad afiliada a CARBAP (la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa), y miembro de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), una de las «cuatro grandes» entidades del gremialismo agropecuario nacional.

Fue larga la charla, durante un encuentro informal que tuvo por excusa la realización de la Edición N° 90 de la Exposición Agropecuaria, Industrial, Comercial y de Servicios que abrirá el viernes 6 de septiembre en el predio de la Sociedad Rural de General Pico.

La muestra se extenderá todo el fin de semana, hasta el domingo 8 (a partir de las 9 de la mañana), con una destacada presencia de proveedores de insumos y servicios y un siempre atractivo programa de conferencias técnicas, exposición y dinámica de maquinarias y de reproductores bovinos y ovinos que, en la sucesión de las jornadas, se irán desarrollando en paralelo con actividades ecuestres, manifestaciones artísticas y encuentros culturales y recreativos.

Este encuentro de las fuerzas productivas de la región se da en un contexto claramente distinto al que enmarcaba hace un año a la icónica Exposición Rural del norte pampeano. En esto -y en las expectativas que ello genera- se centró el diálogo de Carlos Matilla con Campo Andino. Lo que sigue es (según nuestro criterio) lo más relevante de la charla.

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– ¿Cómo ven, desde las entidades de la región, el escenario actual del sector agropecuario?

– Con optimismo, porque estamos viendo señales de lo que creemos que hay que hacer en el país. Estamos yendo hacia las desregulaciones burocráticas. En principio, es lo que se ve, porque todos los días se va eliminando alguna regulación, y eso es positivo. Los enunciados del Gobierno van hacia donde nosotros creemos que hay que ir; por el camino que creemos necesario transitar.

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– ¿Alcanza con esas señales? ¿Con fijar el camino y empezar a desmalezarlo?

– Bueno, la realidad no ha cambiado mucho en algunos aspectos. Por ejemplo, en el plano impositivo. Estamos en una situación muy complicada, porque el Gobierno no tiene mucho margen para bajar impuestos y mantener el equilibrio fiscal… y eso condiciona las soluciones ideales. Se supone que a lo largo del tiempo eso irá sucediendo. Es lo que dicen…

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¿Cuáles serían las soluciones ideales?

– Lo ideal sería eliminar los derechos de exportación, porque provocan un perjuicio enorme a toda la producción. Hubo un avance en ese sentido, que alivia a algunos sectores, como la lechería; la vaca de refugo y sus derivados (y esto es particularmente importante para el criador) … Se van corrigiendo algunas cosas. Estamos en el camino que había que tomar. Sabemos que eso requiere tiempo, pero…

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– Claro, es que hay muchos desajustes acumulados durante décadas, y corregirlos no será tarea de un día para el otro…

– Acá no solamente tenés el problema del tamaño del Estado, que es enorme (aunque se va achicando). Está el problema del endeudamiento, que es más difícil de manejar. Eso va a requerir un esfuerzo muy grande…y no la vamos a pasar bien, hay que decirlo.

ECUACIÓN. «Mientras no se eliminen los derechos de exportación, el campo no va a poder mejorar sus ingresos y va a ser difícil que cierren las cuentas». CARLOS MATILLA.

– ¿Cómo se acomoda el productor en este contexto?

– Lamentablemente, hay que adaptarse y hay que ser resilientes, como ha sido toda la vida el productor. Pero la realidad es que los números están muy ajustados en algunos casos y, en otros, directamente no están cerrando.

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– ¿Qué nombres les ponemos a esos más y a esos menos?

– Y… bajó el precio de la soja; el maíz no vale mucho; el trigo tampoco (aunque está un poco mejor). La hacienda, dentro de todo, está bastante bien. Pero, en general, han aumentado mucho los costos de producción y hoy, la agricultura está peor que la ganadería. La agricultura, hoy por hoy, tiene números realmente malos. Con la soja a 360 dólares en Chicago es muy difícil…

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– ¿Cómo debería, el productor, transformar esa resiliencia en acciones concretas? ¿Qué hacer en esta coyuntura?

– Estamos entrando en una etapa donde tenemos que mirar muy bien los costos de producción… sabiendo que no queda mucho margen para achicarlos. Es un desafío, porque todo indica que la única manera de bajarlos es aumentando la escala de producción. La cuestión es que el costo de crecer no descompense más la ecuación.

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– Encontrar ese punto de equilibrio no parece una tarea sencilla…

– No va a ser fácil. Es, de alguna manera, lo que le pasa al país con la deuda. En la medida que crezca la actividad económica, el peso de la deuda va a ser menor, porque va a representar una porción menor del producto bruto. Llevado a la actividad agropecuaria, hay que ir logrando mayor producción para que los costos se vayan diluyendo.

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– Habrá que ver si los costos van a seguir subiendo…

– En realidad, ya estamos en niveles de costos muy parecidos a los internacionales. Pero no en ingresos, que está afectados por las retenciones a las exportaciones. Mientras no se eliminen los derechos de exportación, el campo no va a poder mejorar sus ingresos y va a ser difícil que cierren las cuentas. Por eso, en lo inmediato, hay que tratar de aumentar la escala y repartir los costos en un mayor volumen de producción, afinando al máximo la eficiencia en términos productivos.

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– Eso, con la expectativa -suponemos- de un paulatino avance sobre esas distorsiones que el Gobierno deberá seguir corrigiendo…

-Los factores de mayor impacto negativo son los derechos de exportación y la brecha cambiaria…y los impuestos distorsivos. La brecha cambiaria genera una quita equivalente a la brecha y es, de alguna manera, otra forma de imposición. Porque, si vos estás vendiendo a un dólar de $ 940 y el dólar vale $ 1.300, ese treinta y pico o cuarenta por ciento es equivalente a otro impuesto.

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– ¿El problema que genera la brecha cambiaria debería resolverse vía devaluación?

– No. La devaluación es un camino que hemos recorrido largamente, y el resultado no ha sido el mejor. Nosotros creemos que el camino es la eficiencia, mayor productividad… y para eso tiene que haber inversiones. Y para que haya inversiones hay que cambiar un esquema económico que venía concebido con otros parámetros.

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– Es que seguramente el sector privado (en general, no solamente el Campo) deberá tener también su proceso de adaptación, en la medida que vaya disminuyendo la presencia del Estado en la economía…

– Es así. Por poner un ejemplo: El crédito de los bancos lo tomaba el Estado; y para el sector privado es muy importante disponer de financiamiento. Argentina tiene un endeudamiento sobre el PBI de los más bajos, y eso -en estas circunstancias- es una fortaleza porque, en la medida que empiece a normalizarse la actividad, a la economía argentina le cabe endeudamiento.

DESAFÍO. «En lo inmediato, hay que tratar de aumentar la escala y repartir los costos en un mayor volumen de producción, afinando al máximo la eficiencia en términos productivos» . CARLOS MATILLA.

– ¿Empieza a notarse una deriva de recursos financieros desde el Estado hacia el sector privado?

– Empieza a haber movimiento. No en las condiciones -de tasas y plazos- internacionales, pero empieza a aparecer una mayor oferta. Eso sí, en un escenario distinto. En un contexto económico como el que teníamos en gobiernos anteriores, tomar un crédito a tasas que iban a terminar quedando por debajo de la inflación, era una de las pocas alternativas que aseguraban rentabilidad.

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– Claro; las condiciones han cambiado ahora…

– Ahora estamos hablando de tasas positivas; de manera que ese crédito no va a quedar licuado por la inflación y, por lo tanto, deja de ser en sí mismo un instrumento que garantice rentabilidad. Si se va a tomar un crédito, tendrá que estar dirigido a producir cada vez más y de manera más eficiente.

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– ¿En teoría al menos, las cosas podrían estar volviendo a ser… lo que no deberían haber dejado de ser?

– Los parámetros se van a ir reconfigurando para que el país se normalice económicamente. Hay que pensarlo como un proceso de reconstrucción del país, que está destruido en ese sentido. O sea, si bien está todo funcionando, hay un campo que está en marcha, pujante, es resiliente y va a salir adelante… el cambio de un esquema a otro genera turbulencias, y ahora hay que acomodarse y pensar no solamente en producir más, sino de manera más eficiente.

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– Crecer en escala con más eficiencia, sin que los costos sean un factor de desequilibrio y pese a las distorsiones impositivas y cambiarias, quizás demande unas «espaldas» que no todos tienen…

– Es un desafío para el productor. Y por supuesto que los productores de más escala son los que seguramente estén más preparados para afrontarlo. Por eso… es un desafío. Estamos en una situación en donde hay que arrancar, sin tener a mano las condiciones ideales. Estamos en un camino… yo creo que de mediano-largo plazo. No es que mañana vamos a estar mejor. Si se siguen haciendo las cosas con responsabilidad, si se cuida el equilibrio fiscal, y todo lo que se genere de superávit se traslada a una baja impositiva, la mejora se irá percibiendo a lo largo de los años. Esto es un camino largo.

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– Los tiempos que demandan estos procesos suelen no ser los mismos tiempos de los operadores económicos (sobre todos los de las actividades no productivas). y muchos menos los de la política…

– Es que, en este cambio de época, hasta la política misma va a tener que cambiar la cabeza y replantearse cómo hacer política. Hasta ahora, lo ha hecho con fines extremadamente electoralistas. No digo que deba perder de vista ese objetivo, pero no llevarlo al extremo. Porque hasta ahora, la política se ha basado en aumentar la dimensión del Estado -y el número de empleados públicos- y en un capitalismo de amigos que nos ha venido costando cada vez más plata. Eso ha generado un déficit fiscal que obligaba a aumentar la presión impositiva y a endeudarse o emitir… para poder afrontarlo. Durante cuarenta años fue así.

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– ¿Cómo competir en el mundo, dadas estas condiciones? 

– Y… quedamos fuera de competencia. El productor uruguayo, el paraguayo… venden lo mismo que nosotros, en los mismos mercados, pero producen a menor costo. Entonces, tienen rentabilidad, reinvierten, crecen… y van a otra velocidad. Cuando esta institución convocó a la primera Exposición Rural, hace 90 años, nos comparábamos con Estados Unidos, con Francia… eran nuestros pares. Brasil, Chile, Paraguay, no existían en el escenario internacional, y ahora nos han superado ampliamente. Hemos sufrido una decadencia que es vergonzante.

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– Entonces… ¿Qué nos pasó?

– Nos pasó que hicimos mal las cosas. Hemos administrado pésimamente los recursos. Hemos estado expuestos a la mala praxis política y económica. Es una evidencia tan contundente, que avergüenza. Nos ha dejado tristemente expuestos. Por eso digo que la política tiene que hacer una autocrítica enorme. Hay que empezar a hacer política pensando en el conjunto de la actividad económica y en el bienestar de la gente. Pero el verdadero; que no es «ponerte plata en el bolsillo durante la campaña para que me votes». El éxito de la política debería ser facilitar las condiciones para que la gente libere su fuerza emprendedora, en todos los niveles.

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– Lo cierto es que, pese a esta sensación de frustración por lo que somos, en comparación con lo que podríamos ser… La Rural de Pico celebra los 90 años de su primera Exposición.

– Es que la gente nos sostiene… Nos sigue acompañando. Probablemente no la hubiéramos hecho a lo largo de 90 años si no hubiésemos tenido detrás una comunidad que lo demandara. Al punto que el compromiso y el esfuerzo de las sucesivas comisiones directivas, ha hecho que esta convocatoria -prácticamente desde sus inicios- haya trascendido, inclusive, a otras provincias del centro del país, y sea hoy un punto encuentro de los protagonistas de la actividad económica de la región.

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