GENÉTICA
ESTRATEGIAS
Es parte de una red de 30 centros homólogos que cubre el territorio argentino. Sumándole (al material que alberga todo ese conglomerado) el de sus redes de Zoogenéticos y de Forestales, el INTA tiene bajo su tutela a más del 90% del total de los recursos genéticos en el país.
LEONARDO TOGNO. El curador del Banco de Germoplasma instalado en la Experimental La Consulta del INTA, aclaró que estos centros de custodia de la genética no son entes cerrados, sino que mantienen una fluida vinculación con el medio, y que –de manera gratuita- atienden la demanda de los sectores productivo y de investigación. FOTO / Revista Campo Andino & Agroindustria.

La preservación de los recursos genéticos es estratégica para garantizar la continuidad de la producción de alimentos y de materias primas necesarias para proveer a otros procesos industriales que se nutren de insumos de base agrícola.
En Argentina, la protección de ese patrimonio es responsabilidad del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), que tiene a su cuidado más del 90% de todos los recursos genéticos en el país.
En orden al cumplimiento de ese rol estratégico, el organismo nacional conserva miles de muestras de material de cientos de especies, en aproximadamente 30 Bancos de Germoplasma distribuidos en todo el país, a lo que suma una Red de Microbiológicos (hongos, bacterias), una Red de Zoogenéticos y una Red de Forestales.
Uno de esos centros está alojado en el predio de la Estación Experimental Agropecuaria (EEA) La Consulta del INTA. La unidad, enclavada en el corazón del Valle de Uco (al Centro-Oeste de la provincia de Mendoza), es referente nacional e internacional en investigación, obtención de nuevas variedades y manejo del cultivo de especies hortícolas.
El ingeniero agrónomo Leonardo Togno, curador del Banco de Germoplasma, reveló que allí conservan «cerca de 5.000 entradas… 5.000 muestras de variedades distintas, de unas 30 especies hortícolas diferentes».
Togno, que obtuvo una maestría en Manejo y Conservación de Recursos Genéticos para la Agricultura, trabaja junto con Paola Navarro y Martín Lanzavechia en ese Centro que es parte de la Red de Bancos de Germoplasma de Vegetales del INTA.
En diálogo con Campo Andino, el profesional reveló que tienen material de especies como «zapallo, tomate, pimiento, cebolla, lechuga, porotos… y algunas que no se pueden conservar por semillas».
Entre estas últimas mencionó el ajo, un cultivo muy importante para la zona, del cual «tenemos 120 variedades que conservamos cultivando a campo todos los años» . En efecto, «cada año hay que sembrar, cultivar, cosechar…los bulbos obtenidos se conservan unos meses, y se vuelve a plantar a la temporada siguiente», señaló Togno.
El Banco Base (el centro de la Red) está en el INTA Castelar (provincia de Buenos Aires). Allí envían una contramuestra de cada ejemplar que disponen. Así, «si llegara a suceder algo en alguno de los dos puntos, hay un duplicado para restituir la muestra», explicó.
De paso, aclaró que, dentro del INTA La Consulta, hay otros especialistas que son parte del complejo sistema que apunta a preservar ese patrimonio, aunque están focalizados en especies distintas a las alojadas en el Banco de Germoplasma.
Así, por ejemplo, «hay un miembro de la Red de Microbiológicos, que está trabajando principalmente con Fusarium y Penicillium (hongos que afectan al ajo y la cebolla)» apuntó Togno; y «otro profesional que integra la Red de Forestales y está formando una colección de salicáceas (álamos y sauces) y trabaja con algunos algarrobos también».
Lo cierto es que, hoy en día, sumando el material alojado en cada uno de los nodos de estas redes que cubren gran parte del territorio nacional, el INTA tiene a su cuidado «más del 90% de todos los recursos genéticos -animales y vegetales- en el país», reveló el ingeniero Togno.
El proceso comienza con la búsqueda, la colecta de semillas. Trabajan «con mejoradores, con productores… a veces gente que se acerca y nos deja material por si pudiera sernos de utilidad», explicó.
«Ocurre, por ejemplo, que un mejorador cambia de rubro… o se jubila, y para que no se pierda toda la colección de trabajo que tenía, nos la pasa al Banco y nosotros la conservamos».
El material que ingresa -por la vía que fuere- es recibido, acondicionado y analizado para ver si cumple condiciones mínimas, como la cantidad de semillas y su capacidad de germinar. Si cumplen esas condiciones, las pasan a conservación.
A partir de ese momento inician un proceso que incluye la descripción de ese material, toman fotos, miden todos los atributos que es posible medir y describen atributos sensoriales, para ir generando un catálogo lo más detallado posible de todo el material que están conservando.

El curador del Banco de Germoplasma de la EEA INTA La Consulta explicó a Campo andino que «mientras más seca y más fría esté la semilla (admitida) nos aseguramos de que podrá vivir más tiempo».
Por eso es que «la secamos -con un producto secante- hasta quede con un 5% o 6% de humedad y la pasamos a un envase hermético» . Explicó que prefieren trabajar con frascos de vidrio, para «ver qué sucede adentro, cómo se está conservando la semilla», además de ser «un medio de conservación fácil de conseguir para nosotros».
Una vez que las muestras están envasadas, los frascos van a cámaras de frío, «para asegurarnos que le estamos alargando la vida útil varias veces» afirmó el profesional
El ingeniero Leonardo Togno admitió que, transcurrido cierto tiempo, algunas semillas –según la especie de la que se trate- pueden ver resentido su poder germinativo.
Pero indicó que, «dándoles muy buenas condiciones de temperatura y humedad, la vida útil puede pasar de de tres o cuatro años, a treinta, cuarenta, cincuenta o más».
De todos modos, «cada 5 ó 10 años, vamos tomando una pequeña muestra de la que estamos conservando, (50 a 100 semillas) las sembramos y evaluamos la germinación» aclaró.
Precisó que «vamos evaluando, y planificamos la tanda que vamos a sembrar la siguiente campaña, para mantener la viabilidad de las muestras» .
El especialista de La Consulta aclaró que los bancos de germoplasma no son entes cerrados, sino que mantienen una fluida vinculación con el medio, y que –de manera gratuita- atienden la demanda de los sectores productivo y de investigación.
De hecho, periódicamente son contactados por mejoradores, productores, o alguna Agencia de Extensión del INTA.
En algunos casos, «porque necesitan ciertas especies o variedades que venían cultivando y las han perdido… y hemos podido reponerlas, como ocurrió con ajíes que producían en La Rioja», apuntó Togno.
En otras oportunidades, «hay mejoradores que necesitan material de determinadas características» entonces «buscamos en nuestro catálogo las variedades que puedan ajustarse a ese requerimiento… y ayudamos a resolver esa necesidad».
De manera que, el Banco de Germoplasma del INTA La Consulta se constituye en un centro de preservación genética al que se puede recurrir a fin de resolver requerimientos inmediatos del sector productivo, o necesidades surgidas en el plano científico.
Así, aparte de ser un reaseguro para la conservación de la biodiversidad, provee a las líneas de investigación en mejoramiento varietal; y atiende al sector productivo en su demanda de material con determinados atributos o cuando necesita reponer especies o variedades perdidas.
Esto mismo ocurre con la treintena de sus homólogos diseminados en el territorio argentino. Inclusive, para resolver situaciones derivadas de problemas sanitarios, como pasó con la presencia de la chicharrita del maíz.
Sobre este punto, Togno explicó que «las variedades comerciales son bastante parecidas entre sí». Debido a este «estrechamiento de la base genética» -como se lo conoce- «es de esperar que, cuando se disemina una enfermedad tan agresiva, termine diezmando los cultivos» .
En ese momento «se vuelve a los bancos de germoplasma para encontrar algún material que tenga algún gen de resistencia» explicó.
En este caso, había una variedad con ese atributo en la Experimental Pergamino del INTA, desarrollada en su momento para hacer frente al mal de Río Cuarto, y fue el punto de partida para investigar en la generación de resistencia a la chicharrita.
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Buenas tardes ecribeb el profesor Rodolfo Flores Espinoza de la ciudad del Cusco Peru , felicitar por la preocupacion de conservar los recursos geneticos para garantizar la continuidad de la produccion de alimentos para la humanidad. Les comento tambien, estoy trabajando este proyecto con estudiantes de secundaria de colegio agropecuario de Calca, con semillas de la zona. precisamente estamos ubicados en en valle sagrado de los incas. por favor quiza haya la posibildad de contactarme con ustedes de INTA en la produccion de semillas de hortalizas. seria de gran ayuda para nuestro colegio y aportar tambien con este fin, aqui en el peru tenemos a INIA pero no son especialistas en germoplasma de hortalizas. muchas gracias espero alguna respuesta y noticia por favor o contactos.
Buenas tardes, Rodolfo. Valoramos su trabajo. Ojalá podamos servir de nexo. Si usted nos autoriza, podemos comunicar su inquietud a la gente del INTA, y compartir con ellos su dirección de correo electrónico, por si consideran oportuno establecer contacto. Aguardamos confirmación. ¡Saludos!