AGRICULTURA

SANIDAD

El INTA desarrolla una variedad de algodón con resistencia al picudo

4 de marzo de 2025

Evalúan plantas logradas mediante la aplicación de tecnología «ARN de interferencia». Confían que ayudará a manejar la sanidad del cultivo con menos impacto ambiental. Se viene una nueva generación de bioinsecticidas. Casos exitosos.

BLOQUEO. Plantas desarrolladas en el Instituto de Genética del INTA llevan en su genoma un sistema diseñado para producir una molécula de ARNi que bloquea el metabolismo de una enzima determinante en el crecimiento y desarrollo del picudo. FOTO / GENTILEZA INTA Informa.


Un equipo de especialistas del INTA evalúa una variedad de algodón diseñada con tecnología ARN de interferencia (ARNi), que bloquea el crecimiento y desarrollo del picudo, al alterar su metabolismo.

El coleóptero Anthonomus grandis (denominado comúnmente picudo del algodonero) es la plaga con mayor potencial destructivo de la producción de algodón. La acción del insecto puede ocasionar pérdidas en el rendimiento del cultivo de hasta un 80 %, según la campaña.

La situación tiene en vilo a productores de gran parte del Norte de Argentina, donde el algodón es uno de los principales cultivos.

Lo es en Chaco, Formosa, Santa Fe y Santiago del Estero, al margen de que, en otras provincias, como San Luis, hay un avance incipiente de los algodonales.

Son varios los factores que dificultan la lucha contra el picudo. Entre ellos, su alta tasa reproductiva; a lo que se suma la falta de enemigos naturales y la casi nula efectividad de los materiales biotecnológicos actuales, que no le otorgan resistencia.

PARA NIVELAR LA BALANZA

Con el propósito de salvar estas carencias -y en el marco de un convenio científico-tecnológico con las cuatro provincias algodoneras- especialistas del INTA trabajan en el desarrollo de variedades de algodón capaces de resistir los ataques del picudo.

En 2019, un equipo de investigadores del Instituto de Genética del INTA obtuvo las primeras plantas transgénicas de algodón en la Argentina.

Estas plantas llevan en su genoma un sistema diseñado para producir una molécula de ARNi que bloquea el metabolismo de una enzima que es determinante en el crecimiento y desarrollo del picudo.

RESULTADOS PRELIMINARES

Laura Maskin, investigadora del Instituto de Genética del INTA, reveló resultados preliminares de la investigación que, en principio, resultan alentadores.

Detalló que, por un lado, de la evaluación del módulo encargado del desarrollo de plantas ARNi, surgió que tienen una arquitectura y un desarrollo normales y son fértiles.

Además, «los análisis a nivel molecular demuestran que las moléculas de ARNi que interfieren con el metabolismo del picudo, se producen correctamente en las células de la planta», expresó.

Así, «estos alentadores resultados nos permiten avanzar hacia la siguiente etapa, centrada en analizar el impacto de estas plantas en los insectos que se alimentan de ellas» precisó la investigadora del INTA.

LOS «PINGOS» … ¡A LA «CANCHA»!

«En la cancha se ven los pingos» -reza el refrán criollo- y ésa es la fase que ya iniciaron, como parte de esta investigación. Llegó el momento de evaluar el crecimiento, desarrollo, capacidad reproductiva y viabilidad de las plantas ARNi expuestas a los insectos.

Laura Maskin indicó, sobre este punto, que ya iniciaron los denominados bioensayos de desafío en condiciones controladas en el invernáculo de bioseguridad del Instituto de Genética.

En paralelo, investigadores del INTA Sáenz Peña (Chaco) avanzan en la multiplicación a campo y en invernáculos de bioseguridad de los materiales obtenidos en el Instituto de Genética.

El objetivo es aumentar la disponibilidad semilla del material y asegurar la permanencia de la molécula ARNi a través de las generaciones de plantas.

Al mismo tiempo, se realizan ensayos que proporcionarán información sobre la capacidad de estas plantas para resistir al picudo en condiciones naturales de campo.

El equipo que desarrolló las primeras plantas de algodón transgénico en la Argentina está compuesto por Laura Maskin, Mariana Turica y Dalia Lewi del Instituto de Genética del INTA, junto con Ricardo Salvador, Analía Pedarros, José Niz del Instituto de Microbiología y Zoología Agrícola del INTA y la colaboración de Esteban Hopp, del IABIMO (INTA-CONICET).

NUEVOS BIOINSECTICIDAS

En la actualidad, existe una demanda creciente de prácticas agrícolas sustentables basadas en tecnologías que combinen eficacia en el control de plagas con una huella ambiental mínima, por lo que hay en desarrollo una nueva generación de bioinsecticidas.

En este sentido, el desarrollo de bioplaguicidas y/o modificaciones genéticas de plantas que utilicen ARN de interferencia (ARNi o RNAi, en inglés) está cobrando impulso a nivel mundial como una alternativa a los pesticidas convencionales, con menos impacto ambiental y mayor especificidad en su acción biológica.

Maskin explicó que «esta tecnología es un mecanismo natural de las células, que consiste en la generación de pequeñas moléculas de ARN que tienen la capacidad de modular o evitar la expresión de genes específicos».

Este fenómeno fue identificado principalmente en plantas e insectos. Se ha aplicado para controlar plagas mediante la supresión de la expresión de genes esenciales de insectos.

HAY EJEMPLOS EXITOSOS

En plantas, uno de los ejemplos exitosos del uso de ARNi en el control de las plagas es la generación de una variedad de maíz transgénico con la tecnología ARNi para controlar al gusano de la raíz, el coleóptero Diabrotica virgifera.

Este maíz, desarrollado por Bayer, ya existe en el mercado y se comercializa en Argentina desde 2018 (pionera en la adopción de esta tecnología), en los Estados Unidos desde 2022 y en Canadá desde 2023.

Compañías como Syngenta y GreenLight Biosciences realizaron exitosas pruebas en campo de productos basados en la aplicación de ARNi mediante pulverización, como tratamiento para combatir el escarabajo de la papa.

Estos avances sugieren un crecimiento de productos con tecnología ARNi en el mercado global en los próximos años.

Se destaca un grupo de investigación chino que logró prometedores avances utilizando ARNi para combatir plagas del algodón.

Esta molécula evita que el gusano cogollero (Helicoverpa armígera) active mecanismos que le permitan tolerar los efectos tóxicos de un metabolito defensivo natural del algodón.

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