AGROINDUSTRIA
PRODUCTOS
Detrás de caldos y sopas consumidos en Argentina y otros países, hay genética desarrollada en Mendoza. Logros de la alianza entre el INTA y Unilever.
LAS SOPAS Knorr son producidas por Unilever en su planta industrial de Mendoza, sobre la base de materias primas que reconocen su origen en la genética hortícola desarrollada a través de los años por el INTA La Consulta, en el Valle de Uco. FOTO/CAMPO ANDINO.
La empresa Unilever -uno de los mayores jugadores globales en el negocio de artículos de tocador y de limpieza, y partícipe en un segmento del de productos alimenticios- reunió a medios especializados, esta semana, para contar cuál es el origen de la materia prima empleada en los alimentos deshidratados que produce y comercializa con la marca Knorr.
El encuentro, realizado en Buenos Aires, sirvió para meterse en la historia de un proceso que, en realidad, comenzó hace casi tres décadas en Mendoza. Por entonces, en la Estación Experimental Agropecuaria La Consulta (la unidad del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria que es referente nacional -e internacional en algunas especies- en materia de genética hortícola), se gestó un acuerdo de cooperación con Refinerías de Maíz S.A., una ex filial de la estadounidense Bestfoods.
La compañía necesitaba materia prima con mayor contenido de sólidos -y, en algunos casos, colores naturalmente más intensos- para deshidratarla y preparar la base de sus caldos y sopas… y acudió a La Consulta, en busca de respuestas.
Nació allí, incluso antes que el INTA institucionalizara los denominados “convenios de vinculación tecnológica”, un proceso de interacción público-privada que -luego de casi 30 años- sigue vigente, con objetivos superadores, aunque algunos de los actores hayan cambiado.
Es que, entre los años 2000 y 2001 (y contrariamente a lo que exhibía su cartera de negocios en el mundo), la compañía de origen anglo-holandés Unilever no tenía presencia relevante en el mercado argentino de alimentos; y su estrategia para lograrlo fue a través de la adquisición de Refinerías de Maíz.
De manera que, en medio del proceso de fusión, “heredó” -podríamos decir- aquel acuerdo con el INTA, que había sido formalizado como convenio en 1993. Las cosas no cambiaron. El convenio siguió vigente y, a partir de una fortalecida experiencia de articulación, las partes siguen trabajando, ahora en otros aspectos también, vinculados con la sostenibilidad del sistema productivo mediante estrategias de agricultura regenerativa.
Esto último (en otra oportunidad haremos foco sobre este tema) lo reveló El Dr. Ing. Agr. Claudio Galmarini, director del Centro Regional Mendoza-San Juan del INTA, que participó de la presentación de Knorr, esta semana.
CLAUDIO GALMARINI. Doctorado en Genética durante su paso académico por Estados Unidos, el hoy director del Centro Regional Mendoza-San Juan del INTA lideró el equipo de investigadores que hace casi tres décadas puso en marcha, en la Experimental La Consulta, este proceso de interacción público-privada con la industria de las hortalizas deshidratadas en Argentina. FOTO/CAMPO ANDINO.
Galmarini, precisamente, fue co-gestor y responsable, en representación del INTA, de la iniciativa de trabajo en común desde sus orígenes, treinta años atrás. Como especialista en mejoramiento genético de hortalizas, coordinó un grupo de investigación que fue logrando objetivos notables en materia de mejoramiento genético, producción de semillas y de asesoramiento a horticultores de San Juan, Mendoza y Córdoba involucrados en el proyecto, en sus inicios.
El desarrollo de nuevos cultivares es un proceso de largo aliento. El referente del INTA señaló, sobre este punto, que “por tratarse de especies alógamas y, en el caso de la cebolla y la zanahoria, bianuales, la obtención de estos cultivares demanda mucho tiempo, por lo menos, 12 años”.
Para lograrlo, emplearon “métodos convencionales de mejoramiento con la asistencia de herramientas biotecnológicas”, explicó; y reconoció que “sin la confianza de la empresa en nuestro trabajo, esto no hubiese sido posible”.
La iniciativa planteaba un desafío adicional; porque los cultivares destinados a la deshidratación son diferentes a los utilizados para el mercado en fresco. “Entre los caracteres más valorados está el contenido de materia seca, debido a que, a mayor contenido, menor cantidad de energía se emplea para extraer el agua en el proceso industrial”, explicó Galmarini.
Lo cierto es que, a través de los años, los investigadores lograron variedades -de distintas especies- que demostraron cumplir con los atributos requeridos.
En ese sentido, el (ahora) director del Centro Regional Mendoza-San Juan recordó que “obtuvimos dos cultivares de zapallo, Zapuco INTA y Aconcagua INTA, con un aumento en el rendimiento industrial del 120 %; y dos cultivares de cebolla, REFINTA 20 y Alfredo INTA, que incrementaron el rendimiento un 25%”.
Otro de los logros fue Nara INTA, una zanahoria “ideal para industrializar por su mayor contenido de sólidos, con mejor color y menor porcentaje de descarte”, puntualizó; y adelantó que hay una investigación en marcha en la selección de líneas de puerro.
ZAPUCO INTA. Es un zapallo que se destaca por sus frutos de alto contenido de sólidos totales y color de pulpa amarillo-naranja de excelente calidad para productos como sopas, caldos y purés. FOTO/GENTILEZA EEA INTA La Consulta.
El “Zapuco” es una obtención de investigadores del INTA La Consulta que data de 1998. Se destaca por poseer frutos de alto contenido de sólidos totales y color de pulpa amarillo-naranja de excelente calidad para productos como sopas, caldos y purés.
La cebolla REFINTA 20 (del año 2000) es un cultivar de días largos, con bulbos esféricos, blancos. Un 20% de sólidos solubles y rendimientos de 30.000 kilogramos por hectárea. Son cebollas pungentes, con un alto contenido de compuestos organoazufrados.
De estudios realizados in vitro, surge que es el cultivar argentino de cebolla que más previene la agregación plaquetaria en humanos, lo que le confiere características especiales, también, para la industria farmacéutica.
En 2005, el grupo de mejoramiento genético de la EEA La Consulta obtuvo el zapallo Aconcagua INTA, un híbrido interespecífico entre Cucurbita máxima y C. moschata que rinde entre 45 y 60 toneladas por hectárea.
El Aconcagua posee resistencia al marchitamiento, es tolerante a oídio y al virus del mosaico de la sandía, con alto contenido de sólidos totales (17%), y color de pulpa anaranjado intenso persistente, en el producto deshidratado.
En resumen, este híbrido tiene la ventaja -sobre los cultivares de polinización abierta- de presentar un alto rendimiento, un elevado contenido de sólidos totales y una mayor permanencia de color una vez deshidratado, lo que hace especialmente recomendable su uso para la industria del deshidratado.
Para 2009, los investigadores de la Experimental valletana lograron la cebolla Alfredo INTA, un cultivar de días cortos, con bulbos blancos, 18% de sólidos solubles, pungente y rendimientos de 30 mil kilogramos por hectárea. El nombre del cultivar hace alusión a un agricultor cordobés, proveedor histórico de cebolla para la empresa.
Entre los usos de la cebolla deshidratada se destacan la preparación de sopas crema, caldos, saborizantes de comidas y de panes. También se utiliza como preservante de alimentos, e inclusive en la industria farmacéutica.
La última obtención llegó en 2014 con la zanahoria Nara INTA, que presenta mayor contenido de sólidos, con un mejor color y menor porcentaje de descarte, características demandadas por la industria.
La nueva variedad representa un gran avance comparado con el material ya existente, dado que presenta un 12,8% de sólidos solubles y un 16,9% de sólidos totales.
CULTIVO de cebolla para semilla. Una vez deshidratado el bulbo, el producto es empleado en la preparación de sopas crema, caldos, saborizantes de comidas y de panes. También como preservante de alimentos , e inclusive en la industria farmacéutica. FOTO/GENTILEZA EEA INTA La Consulta.
“Estos cultivares de hortalizas aptos y específicas para el proceso del deshidratado permitieron mejorar la competitividad de esta industria en la Argentina y le dieron la posibilidad de exportar”, explicó Claudio Galmarini.
Hizo notar, por otra parte, que “si bien en un principio los cultivares eran de uso exclusivo de la empresa, hoy algunos ya son de uso público, lo que permite que otras industrias puedan utilizarlos para mejorar los rendimientos y ampliar mercados”.
En el mundo, las empresas deshidratadoras desarrollan sus propios cultivares y existe escasa oferta por parte de las empresas semilleras. Esto, en Argentina, cambió a partir de aquel acuerdo de hace tres décadas entre el INTA y Refinerías de Maíz -continuado luego por Unilever- que permitió desarrollar, en forma conjunta, cultivares de hortalizas aptos para deshidratar y emplearlos como ingredientes base de sus productos.
“Con orgullo podemos afirmar que, en muchos caldos y sopas que se consumen en la Argentina y en otros lugares del mundo, está presente la genética nacional”, destacó Claudio Galmarini.
Un resultado adicional -y no menos importante- fue que este convenio de vinculación permitió establecer planes de producción de semillas para abastecer a los productores; formar recursos humanos; nutrir de contenidos a las tesis de varios profesionales; así como fortalecer el equipamiento para el desarrollo de estas actividades.
Finalmente, un par de datos. Del total de las hortalizas producidas en el país, 10% tiene por destino la industria, sobre todo la conservera, la del congelado y la del deshidratado. La mayor capacidad industrial instalada para deshidratar hortalizas en Argentina se encuentra en la provincia de Mendoza; y la planta instalada en esta provincia es la única deshidratadora de Unilever en el mundo, y la más grande de Argentina.
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