AGROINDUSTRIA

COYUNTURA

La falta de agua y de mano de obra podrían complicar la cosecha de ciruela

28 de enero de 2023

La zafra debería ser breve, porque hay menos fruta y prevén una corta de agua excepcional que quizás dispare los Brix; pero temen escasez de cosechadores.


Algunos activaron la cuenta regresiva. Cuando en el monitor aparezca el cero, arrancará la cosecha de ciruela para deshidratar en el Sur de Mendoza, que concentra la mayor área cultivada en la única provincia que produce esa fruta en Argentina.

Comenzamos hace unos días a tomarle el pulso al sector para ver cómo se está moviendo la aguja en el tensiómetro, y parece haber algún imponderable que podría estar acelerando las pulsaciones más de lo habitual a esta altura de la temporada. En particular una variable que, al parecer, no registra precedentes, y podría agravar los problemas.

Pero, empecemos por el comienzo. Sabíamos, ya, que será un año difícil. Con algunos problemas recurrentes, aunque también con factores que -si bien suelen aparecer- raramente pudieron haber sido parte de la ecuación, en la misma temporada (habría que corroborarlo con los memoriosos).

ESTO NO ES NUEVO

Entre los males que se repiten, las contingencias climáticas siguen teniendo el mayor peso al momento de contar la fruta. Ese conteo es el punto de partida; el primer número que empieza a girar desde el inicio mismo del nuevo año calendario. Cuánto se va a cosechar. Porque sin materia prima, no hay negocio.

Sobre este punto, todo indica que la producción del año estará lejos del potencial de los montes y de la capacidad de deshidratado que tienen los establecimientos industriales. Acerca de la producción primaria esperable, cabe aclarar que es notoriamente variable. Básicamente -para simplificarlo- por la edad de las plantas, por la atención que hayan recibido y por la tecnología aplicada.

En este caso, la mayor diferencia se nota en cultivos que han sido proyectados e instalados con un paquete tecnológico detrás. Que, dicho sea de paso, no es lo que abunda porque -aunque podría no ser demasiado complejo- cuesta plata y requiere de un buen asesoramiento técnico.

Lo cierto es que -volviendo a la cosecha menguada- este año fueron las heladas tardías de primavera (y en mucho menor medida la Mancha roja) que bajaron la expectativa de producción. Hasta ahí, nada nuevo. Ocurre con cierta frecuencia. Mayor, inclusive, que la que podría soportar algún otro negocio.

CONTANDO LAS MONEDAS. La producción estará por debajo del potencial de los montes y de la capacidad de deshidratado de la Industria. El volumen de cosecha -aparte de la calidad- es el primer número a determinar. Sin fruta, no hay negocio. FOTO/Revista Campo Andino.

ESTO, TAMBIÉN SUELE PASAR

Otra de las variables que juegan en la ecuación de esta temporada, es que queda ciruela seca de la cosecha 2022. No sabemos cuánta, ni quién la tiene. Probablemente una parte, los industriales y exportadores, y otra, los productores que no tienen acceso a los mercados internacionales (destino del 95%, más o menos, de la producción).

Esto tampoco es nuevo… aunque no deben haberse sucedido, con frecuencia, dos años consecutivos con pobres cosechas. Porque, por lo general, a un año de baja producción le había precedido una supercosecha (al menos, abundante… al menos, normal).

Pero no venimos de una supercosecha. Es cierto que el clima golpeó el año pasado, y este año; y hubo algún otro par de años sucesivos con registro de una situación similar. Entonces, esto no es nuevo, pero -seguramente- no frecuente.

TAMBIÉN ESTO OTRO

Hasta este punto venimos sin novedades. Daños por fenómenos meteorológicos; stock de arrastre de la temporada anterior… y una variable más, que tampoco sorprende, aunque esta vez viene potenciada.

Es la pesadez del mercado internacional para la ciruela deshidratada argentina. Hasta este punto, lo conocido. Pero -y acá empieza a cambiar la cosa- en un contexto muy particular. En un par de años, el mundo quedó expuesto a una crisis sanitaria global sin precedentes registrados, y a un nivel de tensión como no se veía en décadas.

Las situaciones de conflicto -por razones diversas- se suceden sin solución de continuidad en todo el mundo; y una en particular (que, sin haber escalado al punto al que podría llegar, ya viene provocando fuertes remezones) tiene como protagonista a uno de los clientes importantes para la ciruela de Mendoza: Rusia.

LAS TRES JUNTAS

Este ya es otro cantar. Recordamos temporadas flacas que terminaban acomodando los bajos precios que había dejado una cosecha previa abundante, porque de algún modo esa escasez equilibraba el carry over en los galpones.

O, por el contrario, buenas cosechas que permitían retomar la fluidez de los envíos a clientes del exterior, ralentizados el año previo por la escasez de producto.

Hoy, según se comenta, el sector se encuentra con stock (es difícil -si es que alguien lo sabe- precisar cuánto hay), y ante una inminente cosecha que dejará menos volumen de materia prima para procesar.

Habría que ver cuánto terminará sumando lo que queda en los galpones y lo que entregarán los montes (con calidad comercial). Pero esto, que en otras épocas podría ser una primera señal de equilibrio, en esta oportunidad podría no serlo… si es que, efectivamente, el mercado global está pesado.

El tema es si estas tres variables (stock de arrastre, cosecha escasa y mercados lentos) se habían juntado antes y, dado ese caso, cuál fue el balance al final de ese ciclo productivo-comercial. Si alguien lo tiene en la memoria, puede compartirlo al final del artículo, en la sección de Comentarios.

De paso, un llamado de atención. Si el año pasado quedó fruta a pesar de una cosecha por debajo de lo normal, tal vez fue porque el mercado no respondió. Si ahora, corroborásemos que el mercado está lento… ¡Cuidado!, porque, así como sin fruta no hay negocio, sin mercado… tampoco. 

AQUILES LUCCHINI SCHMIDT dijo a Campo Andino que, si se demora un acuerdo de precio entre productores e industriales, el agricultor no tendrá referencia para negociar con las cuadrillas el valor del cajón o el kilo de fruta cosechada. Esto demoraría el arranque; y «con la crisis hídrica y las altas temperaturas, la planta seguramente no podrá soportar la fruta y la va a entregar antes».

ESTO SÍ QUE NO…

Podemos estar muy equivocados, o escasos de memoria a esta altura. Pero… esto sí que no lo teníamos visto. Para nosotros, es nuevo.

Parece que, debido a la escasez de agua en la cuenca del río Diamante, que provee a una extensa zona productiva de San Rafael, el Departamento General de Irrigación dispuso, en acuerdo con las Inspecciones de Cauce, una corta de agua en pleno verano.

Sólo tenemos un dato, que corresponde a la programada interrupción de la dotación a regantes de la Inspección del canal Serú-Civit. Una vez más, apelamos a la interacción de esta comunidad virtual para invitar a quienes tengan referencia de una medida similar en jurisdicción de otras inspecciones y qué período comprendería, a que compartan el dato. Abajo, en los Comentarios.

SUBIENDO «LA CUESTA»

La novedad surgió durante el diálogo con el ingeniero agrónomo Aquiles Lucchini Schmidt, responsable técnico de los cultivos de ciruela para deshidratar de Frutas Proa. La firma tiene en explotación alrededor de 550 ha en San Rafael. Unas 250 en la finca San Rafael Arcángel, sobre la Cuesta de los Terneros, y otras 300 en la finca San Francisco, situada en Cuadro Bombal.

Subiendo la Cuesta -en sentido literal- estaba Lucchini cuando atendió nuestro llamado; y tratando -en sentido figurado- de subir otra, que pinta bastante más difícil: llegar a cosecha sin tropezar y desbarrancarse. Porque, si algo le faltaba al año para ser complicado, llegó ésto:

«La semana pasada nos informaron desde Irrigación que van a hacer una corta de agua de 15 días, a partir del 14 de febrero, en la Inspección del canal Serú-Civit», que dota a la finca ubicada en la Cuesta de los Terneros, donde riegan con agua de turno. «Cada Inspección tiene que acordar, con Irrigación, cuándo va a ser la corta de quince días», aclaró el profesional.

«Esta situación, en esta época es excepcional», dijo Lucchini a Campo Andino. «Hacia finales de abril, primeros días de mayo, normalmente, era la corta de agua», que es la interrupción anual de las dotaciones, para limpieza y mantenimiento de cauces. «Pero este año, que está entre los peores en los últimos 100 por la falta de agua en la cuenca del río Diamante, se ha programado una corta para la segunda quincena de febrero».

EL IMPACTO FISIOLÓGICO

De por sí, «venimos regando mal, porque el agua es escasa; y si la van a cortar el 14 de febrero… la fruta no va a aguantar mucho en la planta», advirtió. De hecho, comentó que, «en algunos cuadros que están más débiles o donde no hay tanta disponibilidad de agua, estamos viendo que la fruta -sin tener un gran contenido de azúcar- pierde firmeza, se está deshidratando, y eso nos pone en una situación complicada».

Explicó que es indicio de que «la planta está paralizada por el calor y por la falta de agua; seguramente no aumentará demasiado el contenido de azúcar, y es posible que suelte el fruto prematuramente».

Por otra parte «en las quintas que están bien regadas y en una buena condición de nutrición, etc., el proceso de maduración es normal, la fruta no ha perdido presión y va a llegar a cosecha en buenas condiciones».

MODELO. La mayor diferencia productiva se nota en cultivos proyectados e instalados con un paquete tecnológico detrás; pero implican altas inversiones y buen asesoramiento técnico. FOTO/GENTILEZA Aquiles Lucchini Schmidt.

ADELANTAR LA COSECHA

El profesional señaló que «si bien la maduración no viene adelantada -sí con una aceleración progresiva, que es normal para esta época- ante un panorama de altas temperaturas y falta de agua, lo ideal sería empezar a cosechar un poco antes para tratar de terminar antes, hacia el final de la tercera semana de febrero o a fines de febrero, según difieran las fechas de inicio en las distintas zonas».

Recordó, en ese sentido, que “hacia abajo, en Cuadro Benegas por ejemplo, es normal terminar el 6 de marzo… y es normal empezar el 12 de febrero». En cualquier caso, «sería prudente adelantarse un poco en todas las zonas, sobre todo donde se sepa que va a faltar agua en medio de la cosecha», insistió.

Aclaró que «nosotros vamos a empezar antes que la mayoría de los productores (pero en fecha normal para nosotros) por cuestiones operativas porque, aunque estamos mecanizados, es mucho» lo que hay para cosechar, y es preciso evitar la sobremaduración de lo que quede para el final.

Pero, al parecer, este año todo el que pueda debería ir calentando motores rápidamente. «Si uno pudiera elegir, diría que empecemos cuando la fruta tenga… quizás menos de 20 grados Brix, y tratemos de sacar todo antes de que llegue a los 24 °Bx, porque después de los 24 se cae mucho, y una vez que la fruta está en el piso, aumenta el costo de cosecha y cae la calidad».

Entonces, «trataría de empezar un poquito antes, no con el nivel de grados Brix ideal», y precisó: «Si el ideal fuera 20, empezaría cuanto tengo 19 y medio, y trataría de sacar la fruta rápido, antes de que venga la corta de agua… o hasta una semana después de iniciada la corta».

Explicó que «hasta una semana la planta todavía va a estar bien; pero a la segunda semana sin agua le va a costar mucho; y si las temperaturas son elevadas, lo más probable es que se acelere la maduración», advirtió el ingeniero Lucchini Schmidt.

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LO IDEAL Y LO POSIBLE

«Eso sería lo ideal» subrayó y, poniéndose en el lugar de un productor no integrado, señaló: «Si yo tuviera una finca de 5 ha, disponibilidad de mano de obra y de envase, y un buen acuerdo con un secadero, cosecharía en el menor tiempo posible -dentro de un rango de °Bx razonable, para que no se me caiga fruta».

Pero «eso, difícilmente sea posible» reconoció, poniéndose -de nuevo- en el lugar de ese productor. «Nosotros, en definitiva -refiriéndose a la firma Proa- estamos mecanizados para cosechar lo que producimos… y lo secamos, porque somos parte de una misma estructura; pero un productor que le entrega a un secadero, por un lado, tendría que acordar precios y condiciones de pago y coordinar el ingreso de la fruta al establecimiento industrial y, por otro, conseguir la mano de obra para la cosecha».

En ese sentido, apuntó: «No creo que todos vayan a conseguir tanta gente como para sacar toda la fruta en tan pocos días. La disponibilidad de mano de obra es algo que veo muy complicado. Inclusive, con el tema de los planes sociales, es mucho más difícil conseguir gente».

Además, «parece poco probable que el productor vaya a poder arreglar el precio con los secaderos, antes de salir buscar una cuadrilla; y si no sabe cuánto va a valer su fruta, no va a poder llegar a un acuerdo por el precio a pagar por cajón, o por kilo de ciruela cosechada».

Así las cosas, la moneda sigue en el aire, y cuando muestre la cara donde está impreso lo que recibirá el productor por su fruta, comenzará a escribirse el número en el reverso, en la medida que pueda llegar a un arreglo con la cuadrilla.

«Esto podría dilatar el inicio de la cosecha; y puede ser un problema», lamentó Lucchini. «Porque -si bien debería ser corta, por la cantidad de fruta que hay- el final de la cosecha no debería pasar del 25 o el 28 de febrero, porque con la crisis hídrica y las altas temperaturas, la planta seguramente no podrá soportar la fruta y la va a entregar antes».

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