HORTALIZAS

NUEVO CICLO

Productores de tomate para industria están preocupados porque llega «El Niño»

28 de julio de 2023

El mal clima pegó fuerte la campaña pasada, y los pronósticos para la que viene no son alentadores. Aun así, creen que no bajaría este año el área cultivada.

EN LOS VIVEROS comentan que los pedidos de plantines vienen normales para esta altura del año. Pero es probable que vaya a faltar semilla de la variedad de tomate para industria más cultivada. FOTO / Revista Campo Andino & Agroindustria.


El fantasma del azote climático que sufrieron los cultivos durante la última temporada tiene inquietos a los productores agrícolas de las provincias del Oeste de Argentina, porque la -al parecer- inminente llegada de «El Niño» podría multiplicar los males.

La preocupación se expresa, por estos días, en el sector del tomate para industria, porque los productores que vayan a iniciar cultivos tempranos ya tienen que cursar los pedidos de plantines a los viveros (algunos ya lo han hecho).

Es que, en San Juan por ejemplo, los primeros trasplantes empiezan normalmente hacia fines de agosto o principios de septiembre, siempre que no haya pronóstico de algún frente frío o una helada que hiciera atrasar las labores.

Inclusive unos 300 km más al Sur, en la Estación Experimental Agropecuaria La Consulta (Mendoza) del INTA, ya tienen ensayos sembrados -también para trasplantes tempranos- sobre todo de variedades precoces para esa zona.

Desde esa unidad de investigación y extensión situada en el Valle de Uco, Patrick Smith, responsable de Investigación en Tomate para Industria del INTA recordó que, en el Este de Mendoza (Rivadavia y Junín, por ejemplo) y en el oasis Norte de la provincia (Lavalle, Maipú y Luján de Cuyo, por mencionar los distritos productivos más relevantes) el trasplante debería comenzar apenas iniciado octubre.

Un mes después, en la primera semana de noviembre, es cuando regularmente quedan instalados los cultivos de tomate para industria en el Valle de Uco (en el Centro-Oeste del territorio mendocino).

INTENCIÓN DE SIEMBRA

En diálogo con Campo Andino, Smith -quien, además, es coordinador de Investigación Aplicada de la Asociación Tomate 2000- admitió que las señales de la meteorología no son muy alentadoras, pero advirtió que «es muy temprano» para hacer un pronóstico de intención de siembra, «porque muchos productores esperan hasta último momento para decidir».

Pero confió en que el horticultor seguirá invirtiendo en el cultivo, pese a que «en la temporada 2022/2023 tuvimos más del 30% de la superficie afectada por granizo».  Señaló que «todos los años venimos aumentando la superficie; siguió así el año pasado, y creo que se va a mantener esa tendencia en el ciclo agrícola 2023/2024».  

LAS PRIMERAS SEÑALES

Rodolfo Bianchetti, industrial del sector y proveedor de servicio de cosecha, adelantó que ya han tenido contacto con productores de San Juan «para ir viendo qué superficie tienen previsto hacer y en qué momento harían el trasplante».

Bianchetti, que es presidente del Directorio de Solvencia S.A. (industria instalada en San Carlos, Mendoza) coincidió en que lo más temprano que empiezan los agricultores sanjuaninos es a fines de agosto o principios de septiembre.

El diálogo con Campo Andino señaló que, para los cultivos más tempranos, productores de San Juan ya han encargado los plantines al vivero, y el resto está haciéndolo en estos días.

VIENEN DE UN GOLPE FUERTE

En los próximos diez días, aproximadamente, se podrá conocer al detalle el balance global que dejó la pasada campaña. Seguramente podremos desagregar datos y trazar líneas de análisis sobre un sector que tiene una multiplicidad de facetas.

Mientras tanto, hoy, productores e industriales renuevan la expectativa en el nuevo ciclo con la esperanza que -este año- el clima acompañe, porque todavía están lamiéndose las heridas que dejó la campaña 2022/2023.

Es que «la temporada que pasó fue muy mala desde lo climático», se lamentó Patrick Smith. Señaló que «en el Valle de Uco, donde los productores esperan más o menos hasta inicios de noviembre, que es cuando debería producirse la última helada del año, el trasplante se demoró porque el fenómeno, efectivamente, ocurrió».

Además, la inesperada helada del 18 de febrero (pleno verano) «provocó mucho daño, porque la mayoría de los cultivos estaban para cosechar», de manera que la afectación fue muy importante en las explotaciones valletanas; «incluso hubo daño en algunas zonas de Norte de Mendoza y el Sur de San Juan, aunque fueron fenómenos aislados y mucho más leves».

Aparte de eso, granizó y llovió en el momento de cosecha -con parcelas inundadas en San Juan- de manera que «los rendimientos estuvieron muy por debajo del potencial», reveló el responsable de Investigación en Tomate para Industria del INTA.

IMPACTO. Por heladas y granizo (que golpeó a más del 30% de la superficie cultivada), los rindes de tomate para industria en el ciclo ’22/’23 estuvieron muy por debajo del potencial. Se estima que las fábricas pueden haber elaborado entre 20% y 40% menos de lo que habían programado. Se sabrá en los próximos días, cuando sea difundido el informe final de temporada. FOTO / Revista Campo Andino & Agroindustria.

IMPACTO EN LA INDUSTRIA

Rodolfo Bianchetti apuntó, por su parte, que también para la industria fue un problema, porque «hubo falta de concentración en la maduración de los frutos». Explicó que «cuanto tenía que estar maduro el 90% o el 95% del tomate en las plantas, tuvimos una concentración del 80% / 85%, y no se podía esperar para sacar ese tomate» que ya estaba para cosechar.

Por eso se atrasó la recolección. «Si teníamos que empezar en la última semana de diciembre, finalmente empezamos al final de la primera semana o ya en la segunda semana de enero. Eso alteró los programas de las industrias». Por otro lado, «las granizadas (sobre todo en San Juan) se llevaron muchas hectáreas que estaban listas para cosechar».

El Industrial mendocino revelo asimismo que «hubo un fenómeno en el Valle de Uco, que yo no había visto nunca, y es que hubo una helada el 18 de febrero». Recordó que «estábamos cosechando en algunas fincas, en otras venía madurando el tomate, y otros cultivos estaban en flor, para cosechar en marzo-abril».

Lo cierto es que esa helada «no fue muy fuerte, pero chamuscó la planta, quemó la hoja, y si bien no mató el fruto grande -que estaba más formado- a los más chicos no los dejó madurar, y las flores que había, abortaron». Además, «en San Juan hubo una granizada que afectó a 500 hectáreas que estaban en cosecha o para cosechar, y hubo que rastrear por lo menos 100 ha».

El diálogo con Campo Andino Bianchetti señaló que, como consecuencia de los daños provocados por estos fenómenos en las distintas zonas productivas, «las industrias pueden haber elaborado, en una estimación muy general, entre 20% y 40% menos de lo que habían programado» para el ciclo ‘22/’23.

LA EXPECTATIVA PARA ESTE AÑO

Patrick Smith, del INTA y la Asociación Tomate 2000, dijo a Campo Andino que «por lo que comentan desde los viveros, los pedidos (de plantines) vienen normales» para esta altura del año.

Reconoció que «sí hubo preocupación por la provisión de semilla, que es importada». Esto se debió (interpretamos) a las restricciones a las compras en el exterior que ha venido aplicando el Gobierno nacional. De manera que algunas semilleras -que venden el material a los viveros- habrían logrado ingresar al país un volumen menor que el año pasado.

Por eso se estima que podría haber una baja en la variedad más plantada, (la HM 7883, de HMClause), que desde hace poco menos de una década ocupa la porción mayor (alrededor del 60%, según calculan los conocedores del negocio) de la superficie cultivada con tomate para industria en Argentina.

Estamos hablando, sobre todo, de Mendoza, San Juan y La Rioja, que son las mayores productoras de tomate para procesar, y de variedades específicamente desarrolladas con ese propósito.

Porque en otras regiones ha venido cayendo el área cultivada (como en Patagonia Norte), mientras que en los cultivos del Noroeste argentino lo que prevalece no es tomate para industria per se, sino que se deriva a fábrica el subproducto de la producción de tomate para consumo en fresco. Es decir, los frutos chicos, deformes… no aptos para ese mercado.  

EL FANTASMA DEL CLIMA

Por otra parte, Smith admitió que «la gran incógnita, que es motivo de preocupación de todos, es lo que ocurrirá con el clima», teniendo en cuenta los pronósticos de un fenómeno El Niño que podría ser intenso.

Es que, si la temporada que pasó hubo tanto daño en la transición de La Niña a El Niño, hay temor que, con el muchachito a pleno, los problemas eventualmente se multipliquen. Es que «supuestamente va a ser un año complicado, por fenómenos como lluvias fuertes y granizo, pero nunca se sabe…», apuntó el referente del INTA.

El industrial Rodolfo Bianchetti, en tanto, coincidió en que «hay preocupación por la intensidad que pueda tener el fenómeno El Niño y las lluvias que, se espera, podrían llegar en la temporada de siembra y de cosecha de tomate».

En otro plano, pero siempre hablando de potenciales amenazas, Patrick Smith no eludió la consulta sobre el virus rugoso del tomate que, hasta el momento, parece haber afectado algunos cultivos de variedades destinadas a consumo en fresco.

Reconoció que «es un tema que preocupa, que se sigue con atención, pero no tenemos referencia de algún caso en cultivos de tomate para industria; sabemos que rige alerta fitosanitaria y que el SENASA tiene un protocolo para una respuesta inmediata ante la eventualidad de casos positivos, pero no hemos visto ni los productores nos han comentado» algo que pudiera hacer disparar las alarmas.

EL PRODUCTOR SIGUE ADELANTE

Por lo pronto, Smith aseguró que «los productores siguen adelante, y no he escuchado que alguien vaya a disminuir la superficie que plantó la temporada anterior».

Es que, «si vamos a tener problemas meteorológicos, van a afectar a cualquier cultivo, y como el tomate es de los más previsibles en términos comerciales, y eventualmente, de los más rentables, los horticultores que vienen haciendo tomate para industria, lo van a seguir haciendo».

Por dos razones, básicamente. La primera, es que «Argentina es importador neto, porque su producción no alcanza para atender el consumo del mercado interno; no ocurre como con otros productos, cuyos volúmenes de oferta superan a la demanda, lo que lleva los precios a la baja».

Por otra parte, el especialista del INTA destacó que «alrededor del 90% del tomate para industria se produce bajo contrato, es decir que, antes de trasplantar, el productor ya tiene un contrato de compra-venta de la materia prima, firmado con la fábrica». Indicó que «es muy poca la gente que produce tomate para industrializar y espera a que llegue un acopiador» para ver si puede colocarlo.

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