
AGRICULTURA
MANEJO
Investigadores del INTA y del Conicet cuantificaron ganancias de hasta 70 % en la infiltración del agua y de casi 30 % en la disponibilidad de nitrógeno por sobre el monocultivo de soja.
Un equipo de investigadores del INTA CIAP-IPAVE (Córdoba), Oliveros (Santa Fe), UFYMA e IMBIV – Conicet y la Universidad Nacional de Córdoba, logró cuantificar la mejora de la calidad del suelo cuando se intensifican los sistemas agrícolas mediante la rotación de cultivos de grano y el uso de cultivos de cobertura de invierno.
Para encarar el estudio, partieron de la premisa que la actividad y la composición microbiana es determinante de la fertilidad del suelo y de la eficiencia de la producción; y que su riqueza orgánica está directamente influenciada por las prácticas de manejo.
«El sector agropecuario afronta el desafío de incrementar su productividad y competitividad, cuidando recursos como el suelo», señaló Carolina Sasal, coordinadora del Programa Nacional de Recursos Naturales del INTA.
En declaraciones difundidas por INTA Informa, uno de los medios de comunicación del organismo nacional, subrayó que «un sistema intensificado y diverso (en cuanto a variedad de cultivos, raíces, fertilizantes, enmiendas), mejora la fertilidad del suelo y la eficiencia de la producción» .
Entre los principales beneficios destacó el aumento del carbono orgánico, la mejora de la fertilidad química y física y el fortalecimiento de la comunidad microbiana; y en el estudio que realizan, evalúan «el aporte de diferentes prácticas de manejo sobre la salud del suelo y del ambiente agropecuario» explicó la investigadora.
Para evaluar tendencias a la mejora o al deterioro del suelo y cuantificar los cambios debidos a la aplicación de diferentes estrategias de manejo, compararon cuatro secuencias de cultivos.
La más intensificada (trigo/soja-cultivo de cobertura/maíz) logró un incremento del 37% en el Índice de Calidad del Suelo (SQI) en comparación con el monocultivo de soja. También se evidenciaron mejoras de hasta 70% en la infiltración del agua y casi 30% en la disponibilidad de nitrógeno.
Estos indicadores en conjunto pueden utilizarse para calcular un Índice de Calidad del Suelo, donde los valores más altos denotan mejores calidades del suelo.
«Este índice se construyó en base a los indicadores como el carbono orgánico del suelo, el nitrógeno orgánico total, la tasa de infiltración de agua, la respiración y actividad microbiana del suelo», sostuvo -por su parte- Dannae Serri.
Serri, investigadora del Instituto de Patología Vegetal (IPAVE), agregó que «el experimento de campo a largo plazo se realizó bajo siembra directa, donde se recolectaron muestras de suelo durante tres campañas agrícolas consecutivas».
En este trabajo se compararon los efectos de cuatro secuencias de cultivo diferentes: monocultivo de soja (S-S); cultivo de cobertura/soja (CC/S); maíz-trigo/soja (M-T/S); y trigo/soja-cultivo de cobertura/maíz (T/S-CC/M)
El objetivo fue «evaluar el efecto de las secuencias de cultivos sobre los parámetros químicos, físicos y microbianos del suelo y desarrollar un índice de calidad del suelo a partir de un conjunto de indicadores para secuencias de cultivos con diferentes niveles de ocupación del suelo», afirmó la investigadora.
La inclusión de más cantidad y diferentes cultivos aumentó el SQI en comparación con el monocultivo de soja. La secuencia de cultivos T/S-CC/M mejoró el índice en un 37% en comparación con el monocultivo de soja.
Las características físicas del suelo también evidenciaron cambios. La secuencia más intensificada T/S-CC/M, con más tiempo de ocupación con cultivos, registró la tasa de infiltración de agua más alta y los valores de resistencia mecánica a la penetración más bajos.
Para los parámetros químicos del suelo se observó que la rotación de cultivos y la inclusión de CC aumentaron el contenido de carbono orgánico del suelo.
Así, las secuencias que incluían maíz-trigo y CC, fueron un 18% y un 10 % superiores a monocultivo de soja, respectivamente. El nitrógeno orgánico total del suelo promedió 2,55g kg-1 en las secuencias que incluyeron CC, con incrementos registrados del 38% sobre S y M-T/S.
Entre las propiedades microbianas del suelo, el promedio de carbono de la biomasa microbiana del suelo en monocultivo se redujo en un 32% en comparación con la secuencia de M-T/S para las tres campañas analizadas. A su vez, en el monocultivo de soja, la actividad microbiana general del suelo se redujo un 28,5%.
«Nuestros resultados muestran que las secuencias de cultivos con alta ocupación del suelo mejoraron sus propiedades químicas y físicas, además de aumentar la abundancia y funcionalidad de la comunidad microbiana, lo que se vio reflejado en un mejor SQI» aseguró Serri.
«Este estudio -concluyó la investigadora del INTA- reveló que la rotación de cultivos de granos y la inclusión de cultivos de cobertura invernal mejoran la calidad del suelo y promueven beneficios para todo el sistema» .
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